lunes, 5 de marzo de 2012

TAPPER SEX 3ª PARTE

Había quedado con Melchor Cerrudo, a las 12,00 en las oficinas de Fresa y Menta. Tenía tiempo para comprar algunas cosas con el dinero que había ganado en la reunión anterior. Mi nevera era un receptáculo vacío, con la excepción de un trozo de queso mohoso, que llevaba allí tantísimo tiempo y que yo no tiraba por que tengo gran curiosidad científica.

En el bar del mercado desayuné un café con leche y 3 ricas porras recién hechas. Compré alimentos frescos para unos pocos días y de vuelta a casa, en Confecciones Pepito el de Cáceres, una tienda que llevaba vistiendo al barrio más de 40 años y que ahora liquidaba sus existencias por la crisis, me compre por poco dinero, un jersey con cremallera y unos pantalones tipo “chinos”

Con mi nuevo atuendo me presenté en Fresa y Menta. Me abrió el rumano Dimitri, al que salude por su nombre de pila. Su respuesta fue un frío silencio y una expresión de desprecio en su cara. La acogida de la administrativa del piso superior no fue mucho mejor. Al poco salio mi jefe, Melchor, con su rubia peluca de rizos. Vestía chaqueta de lino color salmón con hombreras al estilo “Corrupción en Miami”, la camisa y los pantalones eran de un color verde pistacho, los pantalones ligeramente abombachados. Rematando el conjunto una corbata con teclado de piano y unos zapatos color crema, con borlas. Tras los besos de rigor pasamos a su despacho y ante la mirada fija de las muñecas hinchables, le presenté los pedidos que había obtenido en la reunión del día anterior. Los estudió con semblante satisfecho y comentó:

-La anfitriona de la reunión ha quedado muy contenta contigo, aunque dice que eres un poco serio-

-Era la primera reunión…Estaba un poco cortado, yo solo…. con tantas mujeres-

-Ya irás aprendiendo. Estas no son unas reuniones solamente para vender, la gente que va quiere pasar un buen rato por lo que hay que hacer un poco de “show” Artículos como los que vende Fresa y Menta se venden desde hace casi 40 años en las sex shops y ahora mismo, en miles de páginas por Internet. El tapper sex es una oferta más de ocio, que cada día llega a nuevos sectores de la población. Por cierto, tengo una reunión para esta tarde de 8 chicos hetero, ya sabes, hablar de mujeres con procacidad, cerveza, fútbol….ninguna asesora quiere ir ¿Te consideras capacitado?-

-Lo puedo intentar- Dije yo poniendo cara de asustado.

-Por cierto Melchor,  falta una pieza en mi maleta, es ese pene negro de látex, el modelo Big Mandingo. Anoche vino mi novio, le enseñe el muestrario y bueno….-

-¡Vaya, vaya con la mosquita muerta! No te preocupes, yo también he sido joven. Te lo cobramos a fin de mes a precio de empleado. Te tengo que enseñar un día mi colección particular ¡Es una locura!-

-Estaré encantado, Melchor, por cierto ¿Dónde es la reunión?-

-Es una despedida de soltero en un local por el centro, Mercedes te dará la dirección. Ah ¡Muy importante! Te tienes que llevar  una  de las nuevas muñecas de silicona que nos han llegado de china, valen 2500 € mucho más baratas que las japonesas. En la última reunión masculina vendimos una. Ven que te la enseñe.

Bajamos al almacén y Melchor ordenó a Dimiti que nos trajese una de las muñecas. El rumano se marchó refunfuñando en su idioma.

-¿Qué le pasa a este tío?- Le pregunté a mi jefe.

-Es muy religioso y nos considera unos pecadores asquerosos-

-No se por qué le aguantas, Melchor-

-Pse, es buen trabajador y cobra poco, no le hagas ni puto caso-

-Por favor, Dimitri, trae  también una Big Mandingo, una de esas pollas negras de látex, tan grandes – Dijo Melchor elevando el tono de voz, para que Dimitri le oyese en el fondo del almacén.

El rumano dejó de mala manera ante nosotros las cosas que Melchor le había pedido y se marchó jurando en arameo. Melchor me pidió ayuda para subir la muñeca a una caja, pesaba unos 40 Kg. Ya encima de la caja, mi jefe abrió la funda en la que venía metida, un saco de plástico fuerte como esos que se ven en las películas, para llevar a los cadáveres al depósito. Allí estaba ella, un rostro y un cuerpo perfecto. Me recordaba vagamente a Miriam. Su tacto era muy agradable. Tenía unos grandes pechos, con pezones largos apuntando al cielo, no le faltaba detalle. Venía con un Kit. Limpiador y un lubricante para aplicar en los orificios que se fueran a usar.

A la hora convenida,  me presenté en la dirección que la antipática secretaria de Fresa y Menta me había dado. Dejé la muñeca en la furgoneta, aparte de por el peso, por que antes de aparecer con la chica de silicona en una despedida de soltero, prefería ver el ambiente que se respiraba.

No me había equivocado, al dejar la muñeca. Ocho tíos, borrachos como monos, tenían al pobre novio, un tipo bajito, calvo y con gafas de culo de vaso, vestido solamente con un escueto tanga de leopardo, bailando con una fulana vieja y gorda que se aplicaba nata con un spray en diferentes partes de su cuerpo y obligaba al futuro contrayente a lamerla.

 Me quede un poco alejado del grupo, observando la actuación de la stripper, cuando los de la despedida repararon en mí.

-¿Tu que coño haces aquí?-  Me preguntó un sujeto muy borracho con un vaso en la mano.

-Soy de la empresa Fresa y Menta y venía a hacer una demostración de tapper sex-

-¿Tapper sex, que cojones es eso?-

-Venta de productos eróticos a domicilio, en reuniones concertadas. Tengo una reunión aquí, en la despedida de soltero de Cándido Carrillo-

-Cándido ¿Tú has llamado a alguien para nos hiciera una demostración de productos eróticos?-

Pero Cándido, el hombrecillo que unos momentos antes, bailaba con la stripper, ahora se encontraba debajo de una mesa vomitando.

-¡Venga chaval! Enséñanos lo que llevas en esa maleta.- Dijo otro borracho.

A mi no me gustaba nada la situación. Coloqué la maleta encima de una mesa, ante los ojos turbios de aquellos hombres. Cándido Carrillo, seguía bajo la mesa, durmiendo, con la cara sobre su propio vómito. La prostituta fumaba un cigarro mientras se vestía un poco más allá, indiferente al grupo. Abrí la maleta, por el muestrario de consoladores y los de la despedida de soltero se inclinaron sobre la misma con los ojos muy abiertos, como si presenciaran un milagro.

-Lola, mira que cacho polla “pa” que te la metas por donde más te guste- Dijo el borracho que llevaba la voz cantante.

-Métesela  por el culo a tu puta madre ¡Maricón!- Contestó la hetaira, con muy malas pulgas.

-Anda guapa, que te va a gustar- Insistió el sujeto tratando de sacar la Big Mandingo de la maleta.

-Por favor no me toquen el genero- Rogué apartando las manos de varios de los asistentes que trataban de sacar los vibradores de la maleta.

-¡Coño “trae paca” aguafiestas! Dijo el jefe de los borrachos, poniéndose violento.

Yo cerré la maleta de plástico duro, con refuerzos de metal sobre los dedos de aquel impresentable, que emitió un grito de dolor. Inmediatamente otro borracho se vino hacia mi y me lanzó un puñetazo con poca puntería, lo esquivé y le propine una patada en los huevos que le dejó momentáneamente fuera de combate. Pero al tercer embate, no pude esquivar un vaso que impactó sobre mi cara, abriéndome una brecha en la ceja, entonces intervino Lola rociando con un spray de pimienta la cara de 2 adversarios y pegando bolsazos a diestro y siniestro, Mas tarde me enseñó una piedra bastante gorda que siempre llevaba en el bolso por si era necesario repartir. Salimos del local y corrimos hasta la furgoneta. La arranqué y nos perdimos en la noche.

En agradecimiento a la veterana prostituta que me había defendido, la acerqué hasta su casa en Móstoles, donde con gran habilidad  me puso unos puntos de papel, que me cerraron la ceja abierta. Delante de una taza de café, le conté en que consistía mi trabajo y le enseñe el muestrario. Me compró varios consoladores y unas bragas con pene incorporado. Durante la conversación le hable de mi jefe, al que afirmó conocer.

-Melchor, claro que si, un mariquita calvo que viste muy raro. Vendía condones de contrabando, en la calle de la Ballesta, cuando aún estaban prohibidos por Franco. Dale recuerdos de parte de Lola la Murciana-

-Así lo haré Lola-

Agradecí de nuevo a Lola su ayuda y me marché bastante contento, con las ventas realizadas, aunque no había vendido tanto como en la anterior reunión, al menos después de todo lo ocurrido, volvía con el muestrario intacto y algo de dinero en el bolsillo. En estos pensamientos estaba cuando vi unos cientos de metros más adelante las luces azules de un control de la Guardia Civil.

Un número de la benemérita me hizo señales con la linterna para que estacionase el coche.

-Buenas noches, por favor me permite su carnet de conducir y la documentación del vehículo- 

Mientras tanto otro guardia, miraba el interior del habitáculo del conductor con la linterna. Al ver mis ropas manchadas de sangre me ordenó que saliera del vehiculo.

-¿Qué es lo que le ha pasado? -Me preguntó uno de los picoletos.

-Pues… me he dado un golpe en la ceja con una puerta-

-¿Que transporta en la furgoneta, caballero?

-Muestras, soy agente comercial-

-Por favor, abra la puerta del maletero-

Un guardia civil se situó detrás de mí y el otro exploró el contenido de la parte de atrás de la furgoneta. La luz de la linterna se detuvo en la funda que contenía la muñeca de silicona. El agente bajó un poco la cremallera del saco y rápidamente desenfundó su arma reglamentaria y me la puso delante de la cara.

-¡Pon las manos encima de la cabeza y no hagas ni un solo movimiento! Manolo, espósale. Túmbate en el suelo boca abajo ¡Ahora!-

-Por favor agentes ¡No es lo que parece!-

-Cállate hijo de puta o te pego un tiro aquí mismo. Comandancia cambio…. Soy el agente Fernández. Hemos interceptado en el Km. 7,300 de la M-306 un sospechoso que conducía una Citroen Berlingo blanca con un cadáver en el maletero. Esperamos órdenes.-
   

Continuará……


Dr Miriquituli

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