lunes, 26 de diciembre de 2011

HACIA EL MAR

Tras la batalla, los miembros del clan se dedicaron a enterrar a los muertos y a curar a los muchos heridos, tanto a los del clan como a los enterradores de semillas. Estos estaban muy sorprendidos por el trato que los cazadores les dispensaban a pesar de haber invadido sus tierras y haber matado a su gente.

Kiri estaba preocupado por un posible reagrupamiento del enemigo. No en vano, habían logrado escapar sus dos principales cabecillas, Friu y el malvado Tolos. Tendrían que actuar rápido si querían terminar con la guerra cuanto antes.

La mayoría de los hombres disponibles partió de las tierras del clan en dirección a la costa. Llevaban a los combatientes enemigos capturados en condiciones de marchar. Kiri no quería dejar una “quinta columna” a su retaguardia y no estaba dispuesto a acabar con las vidas de unos hombres desarmados, que habían sido conducidos al desastre, por la locura y la ambición de sus líderes.

Un pequeño número de guerreros, condujo a los enterradores de semillas derrotados al Sur para que volvieran a sus tierras. Mientras Kiri y el resto de guerreros del clan se presentaron a las puertas del poblado.

En el tiempo que Tolos estuvo en el gran poblado, reclutando hombres para la guerra, Friu había obligado a los miembros del clan de la costa a levantar una empalizada tan alta como casi dos hombres, para evitar ataques como el del invierno pasado.

Cuando detectaron la presencia de los cazadores todos los guerreros del poblado subieron a la empalizada con los antiguos habitantes maniatados. Los mismos que habían reconstruido el poblado y trabajado para los enterradores de semillas, ahora les servían de rehenes. Así evitaban que Kiri y sus hombres pudieran volver a usar sus flechas incendiarias.

Desde lo alto de la empalizada Tolos habló, en un tono meloso, que no presagiaba nada bueno:

-Amigos, por que seguir con esta contienda inútil que tantas muertes ha costado ya. Retiraos a vuestro poblado y nosotros nos quedaremos donde estamos. Hay tierra suficiente para todos-

-Nos retiraremos si os vais por donde habéis venido. Estas tierras son de los que ahora mantenéis como rehenes-

-¡No son rehenes! Son rebeldes contra la autoridad, legitima del jefe Friu y la mía, ¡Somos los legítimos representantes de la tribu! Además ¡No han cumplido con las ofrendas a nuestro Dios!

-¡Ya está bien de tanta palabrería! Acabemos con esto de una vez. Luchemos tú y yo en representación de cada bando. El que quede en píe queda dueño del campo y el otro bando tendrá que retirarse.-

-¡No Kiri! Dijeron al unísono Sus y Bocos.-

 -¿Has visto bien a ese hombre? ¡Es una montaña de músculos!- Dijo Sus aterrado.

-Además, no le debemos nada a esa gente.- Imploró Bocos.

-No amigos, tenemos una oportunidad de pacificar este territorio durante muchos años. Si destruimos el poblado, los enterradores de semillas volverán y encontraran una acogida favorable. En cuanto al gigante, me he enfrentado a bestias más grandes y fuertes que ese hombre, confío en mi habilidad contra su fuerza.-Dijo Kiri con semblante sereno.

Sus amigos le rogaron que tuviera mucho cuidado, ante su terrible rival,

Al otro lado de la empalizada reapareció Tolos.

-Acepto tu desafío Kiri- Dijo el gigante con una sonrisa lobuna.

Al momento, las puertas del poblado se abrieron y salió Tolos con una pesada maza de piedra. Kiri escogió también su arma, un venablo de los que usaban para rematar a las piezas de caza en las monterías, con su gran punta de sílex y un asta corta y robusta.

Los dos contendientes se midieron con la mirada y comenzaron a girar alrededor de un círculo imaginario. Kiri no era un hombre pequeño pero al lado de Tolos parecía un niño.

El primero que acometió fue el cazador. El gigante dio un corto paso atrás y golpeó con el puño cerrado el costado de Kiri, luego le alcazo con una terrible patada que le arrojó a varios metros de distancia. Tolos se abalanzó blandiendo su maza y golpeó donde unos instantes antes estaba la cabeza de su oponente. Kiri rodó sobre si mismo y lanzó un tajo a la pantorrilla del gigante que gritó de rabia y dolor. En el rostro congestionado de Tolos se remarcaba con un tono violáceo la larga cicatriz que la flecha del cazador le había causado en el vado. El gigante propinaba menos golpes que el cazador, pero hacían mucho daño y un golpe de su maza podía ser definitivo.

Mientras los dos hombres luchaban, Friu salió del poblado por el extremo opuesto,justo  por donde los cazadores no podían verle. Arrastrándose, se situó tras unos matorrales. Tensó su arco apuntando al jefe del clan. Ya se disponía a disparar cuando a su lado oyó un gruñido. El perro de Kiri se abalanzó sobre él, mordiéndole en rostro y la garganta. Pero el can no pudo evitar que la flecha saliera del arco.

Kiri recibió el flechazo en el omoplato izquierdo descubriendo su guardia en un gesto reflejo de dolor. El gigante aprovecho esta circunstancia para lanzar un mazazo que alcanzó al cazador en las costillas, dando con el en tierra. Rápidamente, Tolos se dispuso a rematar a su oponente. Levantó la maza con ambas manos por encima de su cabeza y lanzo el golpe definitivo. Kiri con las pocas fuerzas que le quedaban esquivó la maza de Tolos que impacto a un palmo de su cabeza. Sujetando el asta de la lanza con el brazo derecho y aprovechando el impulso de su enemigo, le clavó la punta por debajo de la mandíbula. Tolos soltó la maza y cayó de rodillas tratando de sacarse el venablo clavado, pero los cazadores le remataron a flechazos.

Un grupo encabezado por Sus, Bocos y el perro, llego al lugar donde Kiri maltrecho trataba de incorporarse. La herida de flecha no era muy profunda y el mazazo seguramente le había roto un par de costillas. Apoyado en sus amigos, el jefe del clan atravesó las puertas del poblado. A su paso, los enterradores de semillas arrojaban sus armas.

Los guerreros fueron encerrados en la choza del jefe con una guardia armada en la puerta. Kiri y los cazadores pasaron algún tiempo en la costa. La mayoría de los enterradores de semillas, partió sin armas hacia el gran poblado. Algunos que se encontraban cómodos, se quedaron y pasaron a formar parte del clan de la costa. Sus y Bocos se alternarían como jefes del clan, lo que de facto suponía una unión de las dos tribus. Kiri no quería más sorpresas.

De vuelta a la sierra, la primavera estaba ya muy avanzada. Avanzaban por un campo cuajado de flores y comenzaba a apretar el calor. En el poblado los heridos menos graves estaban prácticamente recuperados y otros seguían aún convalecientes. Como en la costa, los enterradores de semillas que quisieron, se quedaron, otros optaron por regresar a su tierra.

Poco tiempo después, Una embajada en representación del gran poblado se presentó en la sierra, con esplendidos regalos. El clan acogió con su habitual hospitalidad a los embajadores. Durante su estancia, tuvieron lugar unas conversaciones a las que asistió Frem el brujo, en ellas se delimitaron los respectivos territorios y se comprometieron varios acuerdos comerciales.

Con la llegada del verano, el trocito de tierra, en el que Uma había cavado y sembrado las semillas que su marido trajo del gran poblado, estaba lleno de altas y doradas espigas ¡Ese era el gran secreto de los enterradores de semillas!

Dr. Miriquituli


Continuará….


sábado, 24 de diciembre de 2011

ANNUS HORRIBILIS

Annus horribilis es una expresión latina que hace referencia a un año especialmente malo, en contraposición a annus mirabilis un año especialmente bueno.

Pues si, queridos lectores de este blog, 2011 ha sido un annus horribilis, en toda regla, para esta vieja tierra que algunos llamamos España.

Tras años de dispendios, propiciados por esa espuma, roja de ladrillo, que creció y creció en el paisaje y que hoy tras explotar ha dejado un feo residuo de ciudades mamotréticas a medio terminar, rotondas raras e inútiles y mobiliario urbano de diseño, que tendrá un envejecer muy malo. Ya es oficial “Nos hemos pegado una buena hostia” no hay ni para pipas. Estamos cada día más y más empeñados.

Que no les engañen con esas informaciones que salen en los medios de comunicación “España consigue colocar 5000 millones en deuda a 10 años, a un mejor tipo de interés del esperado” No son buenas noticias, bueno, si lo son, para los usureros, que no tardando mucho, se quedarán con este país por poco dinero.

Parecen ya lejanos los tiempos de las vacas gordas, en los que las administraciones públicas, ingresaban ingentes cantidades de dinero, que gastaban en cosas innecesarias y cualquier españolito de a pie era un Rey Midas del negocio inmobiliario.
Un país entero dedicado a la especulación ¿Cómo nos puede ir bien ahora, después de prácticamente abandonar la economía productiva, la investigación y las exportaciones?

Parece que por fin arranca el gobierno de Mariano Rajoy “El libertador”, aunque no exento de algunas sombras inquietantes, que me gustaría señalar:  

El nuevo ministro de economía y competitividad, Luis de Guindos. Seguramente será un señor muy capaz, pero cuenta con una mancha en su currículum, de la que ya se ha hecho eco la prensa internacional. El encargado de dirigir los recortes económicos y la política de austeridad del país, era en el 2008, el principal responsable para España y Portugal de la banca Lehman Brothers, cuya quiebra fue el detonante de la actual crisis.

Pedro Morenés, nuevo ministro de defensa, es el hombre fuerte en España de varias multinacionales del armamento, también dirige Segur Ibérica una empresa de seguridad privada. Un curioso nombramiento, ahora que empiezan a oírse en la lejanía tambores de guerra en dirección a Irán.

Miguel Arias Cañete repite en la cartera de agricultura, que en esta legislatura va unida a la de medio ambiente. Este asiduo perceptor de ayudas comunitarias al campo, pertenece al restringido grupo de productores, del 1,41%, que percibe más del 25% de las ayudas. En la última legislatura de Jose María Aznar le debemos la impagable frase de: “El trasvase del Ebro se aprueba esta legislatura ¡Por cojones!” Es muy probable, que en estos cuatro próximos años, se perpetre el mayor atentado ecológico de nuestra historia, no para beneficio de la agricultura, si no para ver si se reactiva el negocio del ladrillo de sol y golf, en el Sureste de la península.  

Parece que Don Mariano, se pliega al dictado de los poderes fácticos, lo cual en las actuales circunstancias es entendible. Solamente espero que tenga razón ese postulado que sostiene la gente sencilla de derechas de toda la vida y que afirma que: “Para que funcione la economía tiene que mandar la derecha, ya que son los que tienen la pasta”. Espero que esta vez funcione, de verdad lo espero, por que el otro pilar de esta línea de pensamiento, que era: “los políticos de derechas no roban, ya que no lo necesitan” Hace tiempo que saltó por los aires.

En este invierno luminoso de la meseta, por las tardes, cuando el frío helador de noches y mañanas da una corta tregua, camino solo por el campo, escucho flamenco con mi iphone y pienso en muchas cosas que no he hecho bien, que no hemos hecho bien y me entra un poquito de tristeza. Llevo varios días observando a un buitre leonado que se posa en unas peñas que hay junto al camino, parece un individuo joven que está desorientado, ya que aquí no anidan otros de su especie y no es probable que encuentre sustento. Le veo acosado por multitud de urracas y cornejas, pero es un pájaro grande y poderoso y de momento vuela impasible entre las peñas, rodeado por una nube de chillones córvidos. Para los antiguos habitantes de la Iberia, el buitre era un animal sagrado. Abandonaban los cuerpos de los guerreros en el campo para que estas aves los descarnaran. Tenían la creencia de que los buitres, ayudaban a elevar las almas de los difuntos hasta el sol. Yo espero que este buitre perdido, se eleve por encima de esa canalla de pajarracos chillones, hacia ese brillante sol, para alcanzar un lugar que le sea más favorable.

Perdón por el tono en estas fechas. Creo que se me pasará, se nos pasará. Espero….

Dr Miriquituli






jueves, 15 de diciembre de 2011

PAPA NOEL, LOS REYES, URDANGARÍN Y OTROS SERES MÁGICOS

Hace un rato estaba en la plaza del pueblo donde vivo, un sitio no demasiado grande para la comunidad de Madrid. Este año la iluminación de navidad, en dicha plaza, consiste en cuatro estrellas pequeñas, con iluminación de bajo consumo, una en casa esquina, ya que el presupuesto no da para más. La tarde otoñal, amenaza lluvia y no invita al paseo. A esta triste recta final del año, hay que añadir, que muchos de los comercios que había en las calles aledañas, han cerrado, por lo que apenas quedan tiendas donde ver un escaparate. Solamente la tienda de los chinos y unos pocos bares casi vacíos ¡Este es el ambiente prenavideño que se respira en esta España del paro y la crisis!

A mi hija, que ya tiene 8 años, las amigas le han chivado, que los Reyes y Papa Noel son los padres. Ella pregunta escéptica, si eso es verdad y a mi se me hace un nudo en el estomago a la hora de tener que romper esa magia. Una magia ñoña y miope que no valora la verdadera magia, la que se encuentra en las cosas sencillas y cotidianas. Pero en cualquier caso, es un mal trago para mí y para ella.

He oído decir, que la tradición de Papa Noel se la inventaron en el siglo 19, unos judíos neoyorquinos, propietarios de unos grandes almacenes. No se si será verdad, pero le pega mucho. Ese mamarracho patético vestido de rojo, que a bordo de un trineo volador, tirado por cérvidos, reparte regalos (Sin ningún criterio equitativo) Es de lo peor, de esa aculturación anglosajona que nos invade.

La tradición de los reyes, es mucho más antigua. Viene de aquellos reyes ungidos de la antigüedad, que según la creencia, atraían todo tipo de beneficios, otorgados por Dios-Los Dioses. Sin duda, una magia inventada por los mismos que inventaron la religión, para convertirse ellos mismos, en intermediarios entre lo sobrenatural y los hombres.

España, conserva una monarquía que nos dejó como herencia el dictador Franco y que ratificaron los “próceres” que redactaron la constitución. La única vez que los españoles pudieron elegir entre una monarquía o una república, eligieron lo último. En la retina de muchos de los que eligieron la opción republicana, estaba el siglo 19, sin duda el más malo de nuestra historia contemporánea, en el que pasamos de ser una gran potencia, a ser una nación de segunda fila. De ese declive, los reyes que nos gobernaban, fueron los máximos responsables.

Mucha gente, en esta España de hoy en día, cree aún en esos Reyes Magos. Gente bien pensante, que se ha creído (O ha hecho como que se lo cree, por que no quiere líos) esas “verdades” referentes a la monarquía, que repiten como un mantra, las plumas de a cien euros el folio. Hay van algunos ejemplos:

El Rey Juan Carlos fue el principal responsable de la transición democrática.

El Rey Juan Carlos fue el que desactivó el 23-F

El Rey sale mucho más barato que un presidente de república y por supuesto muchiiisisimo más barato que cualquier otro rey de país homologable a España.  

El Rey es el mejor representante de la marca España.

Etc, etc, bla, bla, bla, etc (Bostezo)

Yo no se en que pensaba Franco, cuando nos encasquetó al Borbón. Tal vez sentía cierto remordimiento por haber contado entre sus filas con los monárquicos, durante la guerra civil. Por lo menos no nos puso al papá, que según se rumorea, era tonto de baba.

Como no tengo demasiado tiempo para dedicar a este vicio mío de escribir, desde que empecé este articulo hace un par de días, le he tenido que desvelar la identidad secreta del Ratoncito Pérez a mi hija.

Parece que en estas tristes navidades, toca desengañarse sobre los seres mágicos. Las noticias que llegan sobre los negocios del Duque de Palma apuntan a un choriceo generalizado, aunque a toda costa tratan de hacernos creer que, el saqueo, se queda en “el comportamiento poco ejemplar” de Urdangarín.

La pregunta de esta navidad no es ¿Quien es Papa Noel? Si no ¿Son Urdangarín y la infanta los máximos responsables de la corrupción, dentro de la Casa Real? Si eres una personita mayor, ya debes de saber la respuesta, pero por favor, no se lo digas a los más peques. 

Dr Miriquituli

lunes, 12 de diciembre de 2011

LA BATALLA



Los enterradores de semillas llegaron al puesto avanzado que tiempo atrás les servia de base para el comercio con las poblaciones de la zona. Allí su ejército se separó. Una parte del mismo se dirigió hacia el vado, donde Kiri había estado a punto de morir y el grueso de las fuerzas marchó hacía el poblado de la costa, con la intención de remontar el río. Con esta estrategia, los enterradores de semillas, pretendían sorprender a los cazadores desde las partes alta y baja del valle, que estos últimos habitaban. Tolos ya había podido comprobar lo buen estratega que era el jefe de los cazadores y pese a que confiaba en la aplastante superioridad numérica de sus fuerzas, no quería correr más riesgos de los necesarios. Entre sus tropas había reclutado un buen número de montaraces de las serranías cercanas al gran poblado. Era gente que sabía moverse por las montañas y con ellos pretendía acabar con el sistema de vigilancia que sin ninguna duda los cazadores habrían establecido.

Mientras tanto en el poblado de la sierra recibieron nuevamente la visita de Frem el brujo, Esta vez no venía a dispensar sus cuidados médicos a ningún miembro de la tribu si no a ayudar al clan con su magia. Esa noche practicaría un ritual mágico, que protegería a los guerreros en la próxima contienda que habrían de disputar.

El mago, tocado con los cuernos de un macho montés y su joven ayudante, fueron pintando el rostro y el cuerpo de los guerreros. Luego Frem suministró a los mismos, un brebaje sumamente amargo, que primero les hizo vomitar y luego les sumió en un estado de gran euforia. El mago y el muchacho comenzaron a hacer sonar con sus bocas unas trompetas de caña, con un ritmo monótono. Varios hombres les acompañaron, golpeando con palos sobre troncos huecos. Los cazadores que habían ingerido la droga comenzaron a moverse al ritmo de la extraña música, con movimientos espasmódicos, retorciendo sus cuerpos de manera antinatural. Los danzantes igual se reían como locos, como lloraban desconsoladamente. Otros daban gritos desgarradores que hacían llorar a los niños y huir a los perros, menos al perro de Kiri que permanecía alerta y con las orejas muy tiesas.  En un momento de la noche, varias mujeres jóvenes, completamente desnudas, con los rostros cubiertos por mascaras, se unieron al baile. Poco después, los danzantes y las mujeres enmascaradas comenzaron a copular, junto al fuego, adoptando variadas posturas. Finalmente la hipnótica música cesó. Las mujeres enmascaradas se retiraron y los guerreros exhaustos, se quedaron durmiendo junto al fuego.

El contingente de enterradores de semillas que se dirigía al vado, estaba apunto de alcanzar su objetivo. Los guerreros que vigilaban el paso, eran recién llegados al clan y fueron fácilmente detectados y eliminados por una avanzadilla de montaraces, sin que pudieran hacer ninguna señal.

El grueso de los enterradores de semillas, ascendió por el río para alcanzar la sierra. Antes de partir, se unieron al la expedición, Friu y varios hombres que habían permanecido en el poblado, durante la ausencia del gigante. En su camino, se encontraron con un primer puesto de vigilancia formado por un par de bisoños recién llegados, que sufrieron la misma suerte que sus compañeros del vado. Por suerte Kiri había establecido más puestos de vigilancia y primero una y luego varias más, columnas de humo se elevaron por todo el valle. ¡Los cazadores ya sabían que el enemigo se encontraba en sus tierras!

La alarma sorprendió al poblado recuperándose de la ceremonia de la noche anterior pero como buenos cazadores eran gente siempre dispuesta a moverse, ligeros de equipaje. Kiri, dispuso todo para la evacuación de los ancianos, las mujeres y los niños que acompañados por Frem y su joven ayudante, se retiraron hacia los dominios del Chamán. Allí pretendían ocultarse en las numerosas cuevas del barranco. El plan de Kiri consistía en dividir sus fuerzas. El grupo más numeroso, permanecería a sus órdenes y se dirigiría al collado, aguas arriba del río. Allí se harían fuertes y esperarían al enemigo. Dos contingentes gemelos mandados por Sus y Bocos se encargarían de hostigar a las fuerzas del gigante, mediante emboscadas y golpes de mano.

Antes de llegar al collado Kiri se encontró con una desagradable sorpresa. Una fuerza de los enterradores de semillas que doblaba en número a la suya avanzaba por el valle en dirección al poblado. A toda prisa se tuvieron que retirar, ya que el terreno no les era favorable para entablar un combate, Pero a sus espaldas les aguardaba un peligro aún mayor. Una fuerza de más de cien hombres capitaneada por Tolos y Friu había ocupado el poblado y había establecido allí su campamento. Los cazadores emprendieron la huida ascendiendo por la montaña. No había sido en vano, el entrenamiento al que el clan había sometido a los reclutas durante el invierno. Pronto los cazadores pusieron tierra de por medio y alcanzaron una posición elevada, imposible de atacar. Al caer la noche el grupo de Kiri se dividió en dos y rompió el bloqueo de los enterradores de semillas. Antes de separarse, Kiri dio órdenes precisas para que varios hombres de los más avezados, sirvieran de enlace con los otros grupos.

Durante las siguientes semanas los invasores permanecieron unidos, persiguiendo a un enemigo invisible que atacaba y desaparecía. Los cazadores causaban pocas bajas pero iban minando poco a poco la moral de los enterradores de semillas. Para colmo de males, las provisiones comenzaban a escasear. Un hecho agravó aún más la situación. Los cazadores provocaron la estampida de una gran manada de caballos, que arraso el campamento de los enterradores de semillas, causando lesiones importantes a varios hombres.

Precisaban un cambio de estrategia. El gigante se reunió con sus lugartenientes. No conocían el terreno y necesitaban urgentemente información, si no querían que fracasara toda la expedición.

-Necesitamos saber donde están las mujeres y los niños. Si cogemos rehenes, haremos que se entreguen o al menos que nos presenten batalla- Dijo Friu.

-Tienes razón. Hay que capturar a alguno de esos piojosos con vida y hacerle hablar. ¡Que los montaraces dediquen todos sus esfuerzos a ello!- Ordenó Tolos.

Un hecho desafortunado, iba a cambiar el curso de la guerra. Uno de los nuevos reclutas del Clan de la sierra, se separó del grupo de Bocos, para hacer sus necesidades y fue sorprendido desarmado, por una patrulla de montaraces, que le pusieron fuera de combate de un garrotazo y se lo llevaron al campamento, para entregárselo al gigante.

Bocos y sus hombres siguieron el rastro del desaparecido, pero para cuando pudieron alcanzar a los captores, estos ya se encontraban muy cerca de sus compañeros. Los cazadores se tuvieron que retirar ante el riesgo de ser aniquilados. Ya nada se podía hacer por aquel pobre infeliz. Bocos envío a uno de sus mejores hombres a localizar a Kiri y emprendió con el resto el camino hacia los dominios del chaman.

El gigante calvo en persona, torturó al prisionero durante horas. Cuando obtuvo la información que buscaba, su ejército se puso en marcha hacia el barranco.

El enviado de Bocos, se encontró primero con la columna de Sus. Tras informarle de los últimos sucesos, también este, partió hacia los dominios de Frem. El mensajero siguió a toda prisa al lugar donde le dijeron que se encontraba el jefe con sus hombres.

Antes del anochecer, se encontraron los dos amigos en la entrada del barranco. Ambos grupos sumaban quince hombres ¿Serían suficientes para detener al enemigo? Un par de guerreros se encargaron de avisar al mago y a sus huéspedes de lo que se avecinaba. En varios puntos angostos depositaron agua, víveres y flechas.

Poco después de amanecer vieron aproximarse a los enterradores de semillas. No conocían con exactitud el número de sus oponentes, pero jamás habían visto tantos hombres juntos. No podían ceder al pánico, en el sinuoso barranco estaban sus seres queridos, que al igual que ellos se enfrentaban a la aniquilación total. Aún confiando en que en algún momento de la jornada apareciera Kiri y los demás cazadores. El enemigo les quintuplicaba en número.

El barranco tenía una profundidad de apenas tres kilómetros en zigzag. En la parte de fuera, la anchura no superaba los cien metros y según se penetraba en el, se iba haciendo más y más angosto. Además, numerosos derrumbes de piedra jalonaban el recorrido, pudiendo servir de parapeto a los arqueros.

Sus y Bocos junto a sus hombres esperaban agazapados a un centenar de metros de la entrada. Esa mañana un número inusualmente grande de buitres volaba por encima de las altas paredes cortadas a pico. Parecía como si las rapaces adivinasen el festín que se avecinaba.

Los enterradores de semillas penetraron en tromba dando feroces gritos y arrojando flechas. Los cazadores esperaron a que se pusieran a tiro y lanzaron una andanada que causó varias bajas. Tuvieron tiempo de lanzar varias más sin sufrir pérdidas propias, hasta que la presión de los atacantes, les hizo retroceder al siguiente punto. Tolos, decidió poner en vanguardia a los montaraces. Su mayor destreza con el arco pronto causó las primeras bajas entre los cazadores. Lenta pero inexorablemente los hombres del clan fueron retrocediendo hasta el fondo del barranco. Al caer la tarde, el barranco estaba sembrado de cadáveres y solamente quedaban cinco cazadores en pie.

El gigante y sus hombres, se disponían a lanzar la lluvia de flechas que pondría fin a las vidas de los últimos defensores, cuando unos fuertes ladridos amplificados y multiplicados mil veces por el eco, sonaron tras ellos. Un grupo de perros, con el perro de Kiri a la cabeza, apareció en el barranco, seguido por los cazadores. Kiri iba tocado con las plumas que le identificaban como jefe del clan y lanzaba flechas a diestro y siniestro. Los sorprendidos enterradores de semillas se volvieron tratando de repeler el ataque pero se vieron cogidos entre dos fuegos. Los cinco que unos momentos antes estaban a punto de morir, ahora pasaban al ataque. Tras unos breves momentos de confusión, Tolos, Friu y otros hombres del bando de los enterradores de semillas, lograron romper las filas de los cazadores y emprender la huida hacia la salida del barranco. Los enterradores de semillas que quedaron en el campo de batalla, arrojaron sus armas al suelo, alzaron las manos y se arrodillaron en señal de rendición.

Continuará…

Dr Miriquituli.

lunes, 5 de diciembre de 2011

UN LARGO INVIERNO



Kiri pasó la noche y parte del día siguiente ardiendo de fiebre. Los miembros de la tribu tenían pocas esperanzas de que sobreviviera. Bocos y Sus partieron con las primeras luches del día en busca de Frem. El brujo y su ayudante acudieron al poblado cargados con todo lo necesario para curarle.

Tras examinar al jefe del poblado, Frem sentenció:

-Ha perdido mucha sangre. Tiene una hemorragia interna, si no le extraigo la flecha. Esta noche morirá-

-¿Qué tenemos que hacer?- Preguntó Uma, la mujer del cazador, con gran entereza de ánimo.

Tras recibir instrucciones. Uma y otras mujeres, pusieron a calentar agua y el  ayudante selecciono las hierbas para preparar las medicinas.

Frem se dispuso a extraer la flecha. Con una pequeña hoja de sílex muy afilada, agrandó los bordes de la herida, para poder introducir los dedos. Era vital extraer la punta entera y que no quedase ningún fragmento dentro. Tras unos minutos de manipulación, el chaman saco la flecha clavada y un borbotón de sangre espesa y oscura brotó de la herida. Frem aplicó una piedra caliente sobre la misma y cuando la hemorragia cesó, le puso una cataplasma de hierbas. Después hizo que el cazador bebiera unos sorbos de una poción que le haría descansar.

Fue una noche muy larga. Pese al tranquilizante que Frem le había administrado la fiebre le impidió conciliar el sueño. Permaneció en un estado febril y convulso hasta el amanecer. Finalmente extenuado, su tez se tornó de un color ceniciento y descendió su temperatura corporal. El brujo ordenó que le arroparan bien y le dejaran descansar. Solamente quedó a su lado el perro que había estado todo el tiempo en la puerta de la cabaña lamiéndose la pata herida.

Tras tres días en este estado el cazador abrió los ojos y pidió agua, Requirió la presencia de su mujer y trabajosamente, le dijo:

-Uma, en mi morral encontraras un paquetito que contiene unas semillas, quiero que remuevas con palo un par de cuartas de tierra cerca del arroyo y que las entierres-

-¡Pero Kiri, ahora no te preocupes de eso, debes descansar!- Trató de interrumpirle su mujer

-¡Haz lo que te digo! Es muy importante. Ordenó el cazador tratando de incorporarse con ostensible gesto de dolor.

La esposa del cazador siguió sus indicaciones. Raras veces su marido le hablaba en ese tono. Conociéndole, sin duda debía tener razones para ello.

Pasaron las semanas y comenzó a hacer mucho frió. Cayó una gran nevada. La actividad del clan se limitaba a recoger leña para calentarse y vivir de las provisiones almacenadas. Kiri ya se levantaba y daba cortos paseos acompañado de su inseparable compañero de cuatro patas.

Cuando el tiempo mejoró un poco, Frem pasó por la aldea para ver como se encontraba el jefe. Examinó la herida y aprobó con un gesto de la cabeza.

-Tu recuperación ha sido asombrosa. Está claro que tienes una gran fortaleza física- Afirmó satisfecho el brujo.

-No hemos tenido ocasión de hablar desde que me hirieron y tengo cosas muy importantes que contarte-Dijo el cazador.

Kiri contó su viaje al chaman, sin omitir ningún detalle. El chaman le informó de lo que había averiguado visitando a otras tribus. Los enterradores de semillas estaban aumentando de número y se estaban extendiendo desde la costa. Guardaban celosamente sus secretos y habían matado a varios cazadores que intentaron robarles el ganado, acuciados por el hambre. Los invasores habían quemado el bosque y espantado a los animales salvajes que servían de sustento a esos hombres y sus familias.

Frem mostró a kiri la punta que le había sacado del vientre. Era de hermosa factura, afilada como las puntas de la tribu, pero pulida toda ella.  

–Tiene algunas ventajas, aunque si hubiera sido una de las vuestras, a la distancia que te dispararon, ahora estarías muerto. Estas puntas se clavan con más facilidad pero las vuestras causan mayores daños- Le explico el anciano curandero.

Frem paso unos días en el poblado vigilando la convalecencia del cazador. Juntos pusieron en práctica algunas cosas que Kiri había visto en el viaje. Amasaron un poco de barro y tal como Kiri había visto hacer a los enterradores de semillas modelaron un tosco vaso que cocieron cubriéndolo de brasas y tierra. El modelo se endureció pero tenía grietas y pronto se quebró. Tras varias pruebas con distintos tipos de barro, finalmente obtuvieron unos resultados bastante satisfactorios.

El invierno se recrudeció, pero Kiri ya se encontraba mucho mejor. Comenzó a ejercitarse y con el todos los hombres en edad de empuñar un arco, Estaba seguro de que el incidente del vado no iba a quedar así.

La llegada de Luri y otros miembros del clan de la costa al poblado de la sierra, confirmo los temores del jefe. Un nutrido grupo de enterradores de semillas, incluidos mujeres y niños, se había asentado en su poblado con el beneplácito de Friu y habían puesto patas arriba las costumbres locales. Siempre se habían compartido las provisiones, pero ahora los nuevos amos las guardaban celosamente. Pretendían que los antiguos pobladores trabajaran para ellos cavando, recolectando y cuidando de sus animales. Todo a cambio de unas escasas raciones de gachas, hechas con leche de los animales que habían traído y semillas molidas. El detonante de la situación había sido la ejecución de una mujer que había cogido un cuenco de leche depositado ante el ídolo que adoraban los enterradores de semillas.

El que de facto ejercía como nuevo jefe de la tribu, también dirigía el culto al extraño ídolo. Era un auténtico gigante. Estaba completamente calvo y tenía una fea cicatriz en la cara. Había degollado sin piedad a la autora del hurto en presencia de toda la tribu, incluso de su marido y sus hijos que tuvieron que asistir impotentes al espectáculo. Su nombre era Tolos,

Algunos descontentos habían planificado marcharse del poblado, pero los nuevos amos los vigilaban de cerca. Un día, tras salir de buena mañana a realizar distintas tareas, se reunieron en un lugar apartado y  emprendieron juntos el viaje a la sierra, afrontando los rigores y peligros del invierno en las montañas solamente con lo puesto.

No fueron los únicos que llegaron ese invierno a la sierra. A diario llegaban personas de tribus cercanas, contando parecidas arbitrariedades de los invasores. Los habitantes del poblado casi se triplicaron y pronto empezaron a escasear las provisiones. La época del año era poco propicia para una gran cacería y el único sitio donde podían obtener alimentos para salvar la situación, era el poblado de la costa. Eso iba a provocar una segura respuesta armada por parte de los enterradores de semillas.

Conversando con su hermana y con otros exiliados, aprendió muchas cosas del enemigo. Ideas que sin duda podían hacer más fácil la vida a la gente, aplicándolas con criterios de equidad. Luri le hablo de la nueva disposición del poblado de la costa desde que habían llegado los enterradores de semillas y Kiri trazo un plan para robar los suministros que precisaban para acabar el invierno. Todos los hombres disponibles participaron en la operación.

Partió primero una avanzadilla para asegurarse de que el camino estaba expedito y luego le siguió el grueso de la tropa. Esperaron cerca del poblado a que anocheciese y ya noche cerrada varios arqueros se posicionaron con flechas en las que habían colocado bolas de estopa untadas con sebo en las puntas. Tras prenderlas, las dispararon sobre varios tejados del lado opuesto a donde se encontraban los corrales del ganado. Mientras los lugareños trataban de extinguir los incendios, los hombres de Kiri degollaron las ovejas que podían transportar y emprendieron apresuradamente el regreso. Kiri Sus y Bocos se quedaron atrás cubriendo la huida de los asaltantes. Cuando en el poblado se percataron del robo varios hombres salieron en tropel en su persecución. Los cazadores dispararon sus flechas a bulto hacia las siluetas que se recortaban contra el fuego. Los perseguidores retrocedieron inmediatamente para refugiarse en la seguridad del poblado. Los tres partieron presurosos, para alcanzar a sus compañeros que ya llevaban un buen trecho recorrido.

A la mañana siguiente en el poblado de la costa evaluaron los daños del ataque. Había tres heridos leves y los daños materiales no eran demasiado cuantiosos. Pero la humillación a la que habían sido sometidos los poderosos enterradores de semillas, clamaba venganza. Iba siendo hora de hacer una visita a los cazadores de la sierra.  Tolos partió en una embarcación propulsada por remos junto con otros tres hombres en dirección al gran poblado. Antes de dos lunas volvería con suficientes hombres para aplastar la resistencia. Friu se quedo en el poblado con el encargo de reparar los daños y hacer acopio de más provisiones. Cosa que hizo redoblando los abusos contra sus antiguos paisanos.

Kiri y los demás cazadores fueron recibidos con grandes muestras de alegría. La situación comenzaba a ser dramática, sobre todo para los más débiles. Esa noche celebraron un gran festín. La carne de las ovejas estaba muy buena comida en fresco, pero se conservaba peor que la carne de caza. En cualquier caso se acercaba el tiempo de dar una gran batida de ciervos y empezar a recolectar los frutos de la primavera. Kiri tenía ahora otra preocupación más acuciante. ¿Cómo sobrevivir a la venganza de los enterradores de semillas? Conocía su número y su capacidad organizativa. Sus hombres se movían a la perfección por la sierra, pero los exiliados que habían ido llegando ese invierno, lejos de constituir un refuerzo, más suponían un estorbo. Habría que someterlos a un entrenamiento intensivo. Mientras tanto Kiri, con sus hombres de confianza estableció una red de vigilancia, en puntos estratégicos de la sierra, para que mediante señales de humo pudieran saber los movimientos del enemigo.

Los cazadores adiestraron en el manejo del arco a los forasteros, también les hacían marchar cargados con peso por las empinadas laderas de las montañas. En el poblado la actividad era febril. Las mujeres y los niños fabricaban flechas y arcos para los nuevos miembros. Incluso los perros del poblado, capitaneados por el perro de Kiri, marchaban belicosos junto a los guerreros. Toda esta actividad culminó en una gran cacería, en la que consiguieron abatir muchas piezas, que aseguraron el suministro de carne seca para varios meses.

Lenta pero inexorablemente, una multitud de hombres armados, con Tolos a la cabeza, avanzaba por la costa desde el Sur, en dirección a las tierras del clan.

Continuará….

Dr Miriquituli.