viernes, 20 de diciembre de 2013

LA HUIDA


Pedro Pablo corrió por el campo vacío hacia las lejanas luces de la ciudad con un eco de sirenas sonando aún dentro de su aturdida cabeza. El potente foco de un helicóptero barría la oscuridad del descampado. El comercial se escondió entre los escombros de una antigua construcción hundida. Cuando el atronador pájaro metálico se alejó, él siguió corriendo a trompicones hacia la hilera de luces más cercana.

 

Aún bajo los efectos del narcótico que le habían suministrado, trató de orientarse. Según sus cálculos lo que veía a un par de kilómetros era el poblado chabolista de la Charca de la Pava junto a la carretera de Toledo. Tal vez allí podría pasar desapercibido, en cualquier caso, tan desesperado estaba que nada podía ser peor que lo que ya le había pasado esa noche.

 

Con paso tambaleante se dirigió hacia el poblado. Un poco antes de alcanzar las chabolas vio un grupo de personas alrededor de una hoguera aunque no hacía ni pizca de frío. Eran unos toxicómanos. Pedro Pablo supuso que aquellos yonkis vivían allí drogándose, ayudando a los traficantes con el menudeo y en pequeñas tareas domésticas. Una voz que había oído antes pero no sabía dónde se dirigió a él.

 

-Eh colega… acércate ¿Quieres pillar? El Ramiro tiene un jaco cojonudo… ¿Cuánto vas a querer?-

 

-No caballero, solamente estoy haciendo un poco de deporte pero le agradezco mucho su ofrecimiento…- Dijo Pedro Pablo con voz neutra. Como si andar a las cinco de la mañana por el descampado, junto a uno de los principales puntos de venta de droga de Madrid fuese lo más normal del mundo.

 

El yonki que llevaba la voz cantante no se quedó muy convencido y se aproximó al comercial para examinarle más de cerca, El olor acre a sudor antiguo, los mechones de pelo sucios pegados a la cabeza, ese no parar de hablar y una manera de andar doblándose y dando saltitos los había visto antes… ¡Claro! Era su compañero de banco la noche que había tenido que ir a buscar a su padre a comisaría. Furnieles le había llamado el inspector Cantero... El Furnieles dio un par de vueltas alrededor del comercial. Parecía un aborigen de la selva que viera por primera vez un hombre blanco. 

 

-Tú y yo nos hemos visto antes ¿Verdad? Y lo del deporte no me lo trago ¿Por qué llevas mocasines en lugar de playeras?-

 

-Es la última tendencia en Estados Unidos, el barefoot running, pero como hay mucho cardo y yo llevo poco practicando…-

 

-No veas cómo mola el chándal que lleva el menda. Lo menos vale cien pavos…- Dijo otro de los yonkis que estaba junto a la hoguera.

 

-Yo soy del Atlético…- Dijo el Furnieles con desprecio -Pero seguro que el Jamiro lo quiere para su hijo Juan de Dios y nos da un pollo de farlopa por él. Vamos a quitárselo-

 

Pedro Pablo ya tentaba la culata de “Margarita” cuando una voz gangosa detuvo en seco a sus agresores.

 

-¿Qué Cohone eta pachando aquí?-   

 

Una figura maciza se recortaba contra la luz de la hoguera. Al acercarse al grupo, el comercial reconoció de inmediato al personaje que acababa de entrar en escena.

 

-Este menda es asunto nuestro, tú no te metas Toro que no tenemos nada contigo- Dijo el Furnieles reculando como el chacal al que un león viene a disputar su presa.

 

Pedro Pablo, un gran aficionado al mundo del boxeo reconoció de inmediato a Nicomedes Díaz “el Toro de Entrevías” un bravo púgil del peso crucero que tras su derrota en el asalto a la corona mundial frente Howard Chamberlain había caído en una espiral de autodestrucción dando con sus huesos en prisión por un asunto turbio de extorsión y agresiones. Recientemente, una cadena sensacionalista de televisión había emitido un reportaje llamado “Juguetes Rotos” en el que Nico Díaz contaba su vida actual de toxicómano, habitando en una tienda de campaña junto a las chabolas de la Charca de la Pava.

 

-¡Hombre campeón! Qué gran placer… Pedro Pablo Cogollo aficionado al boxeo y un gran admirador de tu persona.- Dijo el comercial estrechando con fuerza la mano del estupefacto boxeador.

 

- Aún recuerdo cuando te proclamaste campeón de Europa en el Palacio de los Deportes frente a Stanislav Sevchenko ¡Qué gran combate! Vi muchas peleas tuyas en directo y hubiera sido un sueño haber podido ir a animarte a las Vegas cuando disputaste el campeonato del mundo…-

 

Una metamorfosis se produjo en el gesto adusto del Toro. La magia de las palabras del comercial traspasó varias capas del cerebro del boxeador endurecidas por las drogas, los golpes de sus rivales y los golpes mucho más dolorosos que la vida le había propinado. Nicomedes casi había olvidado que un día fue una estrella, alguien querido y admirado por muchas personas, no un temible bruto del que todos se reían, eso sí, siempre a sus espaldas. Los dos hombres continuaron hablando de boxeo y el Toro llevó a Pedro Pablo a tomar un café caliente, cortesía de una asociación benéfica que se dedicaba a ayudar a los toxicómanos con comida, ropa, facilitándoles la higiene personal y otras cosas carentes de importancia en aquella cloaca del paraíso.

 

-Pedro Pablo colega… no che que trapicheos te traes con el Furnieles, pero anda al loro con eche pavo. Ech una chivata. Chi no fuera por que ech un protegido de loch gitanoch le arrancaba la cabecha de una ochtia al hijoputa eche…-

 

En la pequeña televisión del local de la asociación benéfica estaban dando un boletín de noticias. El comercial aguzó el oído. Por un momento conversando con el púgil, Pedro Pablo se había olvidado de la tragedia ocurrida unas horas antes.

 

Trágica noche de sucesos en la capital y sus alrededores.

 

Dos empresas cercanas a la capital han ardido durante las últimas horas, una nave dedicada la fabricación de rótulos en Griñón en la que se ha encontrado un cadáver carbonizado y un almacén de productos químicos en Villaverde que a estas horas aún sigue ardiendo. Desde Bomberos de Madrid se recomienda a los vecinos de Villaverde Alto que permanezcan en sus casas con las ventanas cerradas hasta nuevo aviso.

 

El comercial reconoció de inmediato las imágenes del almacén de productos químicos en llamas. Era Viuda de Corrochano e Hijos CB. Donde unas horas antes había recogido el paquete de su hijo. Entonces la nave de Griñón… ¡Claro era donde había entregado el misterioso paquete de Fernando! Y el muerto… ¡Pobre patillas! Pensó Pedro Pablo sintiendo un poco de repelús al recordar su sucio gorro de lana.

 

Horroroso asesinato múltiple en un chalet de Serranillos del Valle. Una mujer de nacionalidad española cuya identidad  responde a las iniciales U.C.M. así como tres ciudadanos rumanos han sido encontrados muertos con evidentes signos de violencia. La policía busca al ex marido de U.C.M. que tenía una orden de alejamiento de la víctima. Su nombre es Pedro Pablo Cogollo de 48 años de edad. Va armado y es muy peligroso.

 

A continuación mostraban la foto de la ficha policial que le habían abierto meses antes, tras el altercado con Úrsula.

 

Pedro Pablo y el Toro de Entrevías se miraron y el comercial asintió. Trató de explicarse ante el ex boxeador pero este le hizo un gesto para que guardase silencio. Allí abajo no importaba quién fueras o qué hubieras hecho. Importaba lo favorable o desfavorable que fuera tu prójimo y Nicomedes Díaz había podido olvidar por unos instantes su mísero presente y recordar una época dorada condenada a no volver nunca más tomando un café con un admirador suyo, algo que creía que ya no le quedaba.

 

-Colega tienech que irte cuanto antech. Echte chitio echta lleno de chivatoch. Vente conmigo-

 

A grandes zancadas, Nico Díaz  se dirigió a lo que podía considerarse el centro del poblado seguido a duras penas por el comercial. Junto a un negocio mezcla de bar y comercio donde se vendía de todo un poco y los gitanos viejos jugaban a las cartas, bebían o conversaban espantándose las moscas. Allí es donde paraban las cundas, coches destartalados que traían a toxicómanos de la capital a comprar y consumir drogas en el poblado.  El Toro se acercó a uno de los coches aparcados e intercambió unas palabras con el conductor que a regañadientes consintió que Pedro Pablo ocupase una plaza en el asiento trasero. Esperaron un poco hasta que montó en el coche una tal Chusa, la cual al parecer era la novia del conductor de la cunda. Antes de marcharse de la Charca de la Pava, Pedro Pablo y Nicomedes chocaron sus nudillos como hacen los boxeadores, a modo de despedida. Cuando el coche arrancó, el comercial miró por el parabrisas trasero y vio a Nicomedes Díaz plantado y al Furnieles detrás de él observando sin perderse detalle de la marcha de la cunda.

 

El trayecto hasta el centro de Madrid no fue demasiado desagradable comparado con lo vivido en las últimas horas. Al menos los otros ocupantes del vehículo no hablaban aunque no paraban de fumar.

 

Ya en la Plaza de la Lealtad Pedro Pablo repasaba sus opciones: No tenía dinero, no tenía a dónde ir. Su única posibilidad de huir, pasaba por tratar de contactar con la organización de su hijo… ¿Pero cómo? De momento parecía que así sucio, en chándal y desesperado era uno más de la legión de personas invisibles que deambulan por cualquier ciudad sin que las personas “normales” ni tan siquiera reparen en ellas. En estas reflexiones estaba el comercial cuando algo llamó su atención, era el Peugeot de color oscuro que desde hacía tiempo vigilaba su calle.

 

-Bueno días Pedro Pablo ¿Cómo estamos hoy? Parece que un poco mejor que su ex y sus amigos ¿Verdad?-

 

Al darse la vuelta Pedro Pablo se encontró con la sonrisa reptil del inspector cantero que le encañonaba con una pistola. Junto a él los policías que habían estado vigilando la casa de su padre. El inspector levantó su arma y apuntó directamente a la cabeza del comercial.

 

-Adiós Cogollo…-

 

El comercial cerró los ojos y se preparó para lo inevitable. En ese momento una mujer mayor entrada en carnes, aparecida como por arte de magia  propinó un tremendo bolsazo en la cara del policía dejándole fuera de combate y haciéndole errar el disparo. La gorda del bolso no venía sola, un tipo chiquitajo con el astil de un pico, rápido como una centella la emprendió a palos con los acompañantes de Cantero. En pocos segundos los otros tres policías se retorcían de dolor en el suelo mientras la pintoresca pareja les desarmaba ante los estupefactos ojos de Pedro Pablo.

 

-¿Pedro Pablo Cogollo supongo? Yo soy Lola la Murciana empresaria y stripper y este es mi novio Manolín el Lejía.-

 

-Manuel Suances Castillejo, caballero legionario, encantado de conocerle. Ahora vamos a darnos un poquito de bulla antes de que estos maderos se repongan y llamen refuerzos.-

 

Lola y Manolín condujeron a un Pedro Pablo boquiabierto hasta una furgoneta y le introdujeron en la parte trasera de la misma. El vehículo arrancó y se movió durante aproximadamente media hora. Luego paró. Desde la caja de la furgoneta Pedro Pablo pudo percibir el sonido de una puerta mecánica abrirse y cerrarse.

 

-Buenos días, nos ha sido bastante difícil dar con Vd. Menos mal que tenemos intervenido el teléfono de Cantero y hemos podido llegar antes de que ese indeseable le eliminase-

 

Aquella peluca rubia con tirabuzones era inconfundible…-Pero usted es… ¡Melchor Cerrudo!- Dijo Pedro Pablo que no salía de su estupefacción.

 

-Exacto, desde hace años colaboro con la organización a la que pertenece Fernando, su hijo.  Somos una extensa red de ciudadanos, en su mayoría anónimos, que tratamos de evitar los desmanes y abusos de los poderosos. También hay personajes públicos en la organización como el periodista australiano Damian Orange, el ex magistrado de la Audiencia Nacional Melchor Cigüeño o el ex miembro de los servicios de inteligencia americanos Cristian Ronald Snowball. Nuestro colectivo tiene algo muy importante entre manos y Fernando es el hombre clave en todo este asunto…-

 

-¿Dónde está mi hijo? ¿Cuándo voy a poder verle? ¿Y Miriam? ¿Está al corriente de todo esto? ¿Y mi padre…?- Un millón de preguntas se amontonaban en los labios del comercial.

 

-Todo a su debido tiempo… Miriam y su Padre están bajo la protección de nuestro colectivo, no se preocupe usted por ellos. Ahora lo más importante es sacarle de Madrid ¿Sabe usted pilotar una motocicleta?-

 

Pedro Pablo asintió aunque hacía más de veinte años que no manejaba una. En su juventud había tenido un par de motos, una de ellas, una Guzzy preciosa llena de cromados. El comercial acompañó a Cerrudo al fondo de la nave, donde tapadas por una lona el excéntrico empresario tenía aparcadas dos magnificas Harley Davidson Fat Boy, una de color rosa pálido y otra de un verde perlado precioso.

 

-Este sábado es la Séptima Concentración Motorista Gay de Villalar de los Comuneros, una ocasión inmejorable para salir de la ciudad sin que se note. Vendrá conmigo y con mi grupo motero, las Reinas de Corazones. Hasta entonces debería de quedarse aquí. Lola y Manolín se quedarán con usted velando por su seguridad y atendiendo a todas sus necesidades. Ya verá qué michirones más ricos hace la Lola ¡Para chuparse los dedos!

 

Melchor Cerrudo tenía habilitada la parte de arriba de la nave como un apartamento con todas las comodidades, incluso tenía un pequeño gimnasio donde el comercial aprovechó para hacer algo de ejercicio físico. Por lo demás la compañía era excelente, pese a lo extremo de la situación. Pedro Pablo se lo pasó bomba escuchando las delirantes historias de la singular pareja. El empresario se pasaba a verle siempre que sus obligaciones se lo permitían y en las charlas que mantuvieron, ambos hombres descubrieron que tenían muchísimas cosas en común pese a sus aparentes diferencias.

 

Por fin llegó el día de la partida. Una veintena de motos rugían en la puerta de la nave. Melchor Cerrudo llegó acompañado de un viejo conocido de Pedro Pablo, Oswaldo de Jesús, su antiguo compañero en el departamento comercial de Transportes Butragueño. El colombiano y Cerrudo se habían hecho novios e iban a compartir montura en aquel viaje. El empresario entregó a Pedro Pablo la chupa de cuero rosa identificativa de los miembros del club motero y el casco a juego. Luego todo el grupo se puso en marcha.

 

Al llegar al peaje de Adanero al otro lado de la Sierra de Guadarrama se encontraron con un gran control de tráfico montado por la Guardia Civil. Melchor Cerrudo hizo una indicación con la mano al resto de motoristas para que todos pasasen por el mismo puesto de peaje. Al salir, unos guardias morenos, muy musculosos y armados hasta los dientes les ordenaron que aminorasen la marcha mientras escrutaban al grupo tras sus gafas de espejo. A Pedro Pablo no se le escapó el gesto de complicidad que los miembros del Instituto Armado intercambiaban con el empresario. Más tarde Cerrudo le confirmaba sus sospechas. El colectivo tenía varios infiltrados dentro del lobby gay de la Guardia Civil.

 

Pedro Pablo había hecho mil veces ese viaje camino del pueblo, pero hacia muchísimos años que no lo hacia en moto. La Harley ronroneaba suavemente como un gran felino. Un viento caliente acariciaba la cara del comercial. Poco a poco comenzó a sentirse bien sobre su montura. Giró el puño de la motocicleta y rebasó algunos metros al grupo. Melchor Cerrudo y Oswaldo de Jesús se pusieron parejos a él. Finalmente las motos tomaron el desvío de Villalar.

 

En la ancha plaza del pueblo, la misma en la que rodaron las cabezas de Juan Bravo, Padilla y Maldonado, los líderes de los Comuneros de Castilla, varios centenares de motocicletas de todo tipo se habían dado cita. El ambiente era festivo, con numerosos chiringuitos donde se servía comida y bebida. En un escenario, unas drag queen hacían su show de baile y play back. Por la noche se esperaba la actuación de varios grupos icónicos del movimiento Gay. Una actuación que Pedro Pablo no iba a llegar a ver ya que una furgoneta con un par de individuos de la edad de su hijo le estaba esperando.

 

El comercial sinceramente agradecido se despidió afectuosamente de Melchor Cerrudo y de Oswaldo de Jesús. Pedro Pablo intentó inútilmente devolverle la chupa de cuero rosa al empresario, pero éste insistió en que se la quedara.

 

-Quédesela Pedro Pablo. La que monta en moto una vez con nosotras, puede considerarse una de las nuestras y usted lo es por eso y por ser el padre de quien es….-

 

Finalmente, Pedro Pablo se acomodó en la parte trasera de la furgoneta. Aquello comenzaba a ser ya una costumbre. Al partir el vehículo, Melchor Cerrudo visiblemente emocionado exclamó:

 

-¡Ahí va un hombre de una pieza!-

 

-Sí, que pena que sea tan hetero….- Dijo Oswaldo de Jesús pasándole el brazo por la cintura. Melchor Cerrudo sonrió y le dio al colombiano un largo beso. Luego ambos hombres se dirigieron a donde se encontraban el resto de las Reinas de Corazones a seguir con la fiesta.

 

La furgoneta anduvo por espacio de aproximadamente hora y media. En el último tramo del camino, el traqueteo del vehículo aumentó considerablemente. Lo que hizo suponer a Pedro Pablo que estaban tomando un camino o una carretera en mal estado. Finalmente la furgoneta se detuvo y la puerta trasera se abrió.

 

Lo primero que vio el comercial fueron varias construcciones antiguas rodeadas de bosque por los cuatro costados. Los dos ocupantes de la furgoneta le indicaron que les siguiera. Atravesaron varias casas derruidas y finalmente entraron en algo que parecía un gran corralón. Una docena de personas contando con los dos hombres que acompañaban a Pedro Pablo se encontraban en la estancia. Pedro Pablo al principio no le reconoció ya que iba afeitado y con el pelo corto… Luego los Cogollo padre e hijo, se fundieron en un abrazo ante la sonrisa de Ángel Cogollo, Miriam y Ariadna que también se encontraban en aquel lugar desconocido.

 

Dr Miriquituli.