domingo, 28 de abril de 2013

ESCRACHE


 

Recientemente se ha producido el aniversario de la proclamación de la Segunda República. Para conmemorar este hecho, algunas plataformas y partidos de izquierda han convocado marchas y actos, los cuales no han tenido demasiado seguimiento, ni tampoco mucha repercusión mediática.

 

Algunos comparan los acontecimientos que se están produciendo en estos tiempos, con la situación de 1936 previa a la guerra civil. Sin restarle gravedad a la situación actual, creo que estamos a años a años luz de la de entonces. En 1936, más de un 50% de la población era analfabeta. La miseria, el hambre y unas abismales diferencias sociales entre ricos y pobres creaban un clima de conflictividad social en el que la rivalidad política de entonces terminaba frecuentemente en “paseos” hasta la valla más próxima donde se cepillaban al rival político de turno. Esto lo hacían tanto pistoleros de derechas como pistoleros de izquierdas.

 

Pese a contar con políticos de gran valía y preparación, la joven república española fracasó. El gran error de la Segunda Republica fue no meter en vereda a todos aquellos extremistas, que amparándose en el sistema democrático, poco a poco lo fueron socavando. Tanto durante los periodos en los que mandó la izquierda, como durante el bienio conservador, el pistolerismo político estaba a la orden del día por parte de comunistas, anarquistas, monárquicos, falangistas, etc.

 

Cuando abdicó Alfonso XIII, tras perder estrepitosamente unas elecciones municipales en las principales ciudades, los únicos sitios donde el voto era realmente libre, pidió apoyo al General Sanjurjo, el mismo que antes del golpe del 18 de julio intentó por su cuenta dar un golpe de estado. Pues bien, Sanjurjo le dijo al rey que lo mejor que podía hacer era “Marcharse del país antes de 24 horas” Con esto quiero decir, que incluso algunos de los que posteriormente fueron feroces enemigos de la república, al principio no estaban predispuestos en su contra.

 

¡En fin! No sirve de nada pensar en como pudieron haber sido las cosas y no fueron. Tampoco hay que pensar en una Guerra Civil de buenos y malos, como ahora se nos quiere vender. Todo esto, sin restar un ápice de crueldad a la represión franquista y el alargamiento innecesario del conflicto por parte del dictador, con el fin de eliminar a sus enemigos políticos en los dos bandos. Franco fusiló a unas 200.000 personas después de la guerra. En la zona republicana se calculan en 20.000 los represaliados. Pero ¿Como hubiera sido la represión tras un hipotético triunfo de las armas republicanas? Téngase en cuenta que la república tenía en la Unión Soviética a su principal y único aliado y muchos de los militares republicanos, recibían ordenes directas de Stalin, cuantitativamente, el mayor genocida de la historia.

 

Últimamente ha aparecido en nuestro vocabulario la palabra “escrache”, un término acuñado en Argentina durante el corralito. Básicamente consiste en llevar una protesta ciudadana hasta la puerta de la casa de un particular, banquero o representante político, al que se responsabiliza de una determinada injusticia social.

 

La plataforma anti-desahucios, dirigida por esa nueva santa Juana de Arco del santoral de la izquierda, la mediática Ada Collau, primero empezó impidiendo que se llevaran a cabo desahucios por parte de los jueces y las fuerzas de orden público. Estas actuaciones, en general han contado con el apoyo y la simpatía de la gente. Quien más quien menos, todos somos víctimas de los bancos y cualquier persona de bien forzosamente se solidariza con quien tras pasar una mala racha, pierde su techo y

encima contrae una deuda que ni en diez vidas será capaz de pagar.

 

Hasta ahí todo bien, pero la susodicha plataforma ha ido un paso más allá. Con el apoyo expreso de IU y la justificación del PSOE. Con este último partido, se produjeron más de setenta mil desahucios en su último mandato. La plataforma ha empezado a presentarse en domicilios particulares de cargos políticos del PP, para expresar de forma más o menos pacífica su protesta. Tengo que decir, que la razón está de parte de estas plataformas, por más que los medios de comunicación afines al gobierno denuncien, que están dirigidas por PSOE-IU. Pero dada mi naturaleza pacifica, esto me inquieta y me provoca rechazo. Espero que al amparo de estas protestas no se ejerza ningún tipo de violencia por parte de elementos exaltados que desgraciadamente encuentran un caldo de cultivo adecuado en la deriva populista y demagógica de nuestra política nacional.

 

Dado el creciente desprestigio que en los últimos tiempos viene sufriendo la institución monárquica, por las dañinas y poco ejemplares actividades de los miembros de la familia real, cada día aumenta en España el número de personas que se declaran republicanas. Esta tendencia, igual que la lucha contra los desahucios, la quiere patrimonializar la extrema izquierda de ahí el fracaso de las ultimas convocatorias de protesta, como la llamada “Asedia el Congreso” una especie de mega escrache que como era previsible, se ha ido de las manos, produciéndose los ya inevitables actos de violencia en los que acaban siempre las susodichas protestas.

 

No crean que los escraches son patrimonio exclusivo de la extrema izquierda. La extrema derecha también ha hecho sus pinitos en este campo. Recuérdense las pitadas al anterior presidente de gobierno en cada acto público al que asistía, la politización de las victimas del terrorismo o los asedios por parte de asociaciones católicas a clínicas de interrupción del embarazo.

 

En fin, no se si será esta primavera que de repente se ha tornado invierno o que, pero el caso es que no veo una solución para salir de este circulo vicioso y para colmo de males, las peores previsiones se han cumplido ¡MÁS DE 6 MILLONES DE PARADOS!

 

Tal vez ha llegado el momento de plantearse una revolución…. Cuando digo revolución no estoy hablando de salir a la calle a quemar contenedores. Hablo de pensar de una manera diferente. De darle la espalda a este sistema consumista que crea tantísimas desigualdades y tanta infelicidad entre los que no alcanzan un “éxito” que consiste en acumular más y más cosas poco importantes a cambio de lo único que a ciencia cierta tenemos, nuestro tiempo, un capital del que ni siquiera conocemos su cuantía.

 

Dr Miriquituli

 

 

 

lunes, 15 de abril de 2013

EL PÚGIL


Tony se levantó casi al alba. Le gustaba retirarse durante un tiempo, antes de cada combate. Cuando consiguió su primera buena bolsa, compró unos pocos acres de desierto a doscientas millas de ninguna parte. Primero en una casa prefabricada y luego en una lujosa mansión con todas las comodidades, su rutina de entrenamiento siempre era la misma: Se levantaba a las 5,00 corría durante una hora, luego otra hora de gimnasio. Sobre las 8,00 tomaba un desayuno abundante. El resto del día practicaba técnica y veía vídeos de sus contrincantes. Tony Cervera no tenía los problemas de otros boxeadores con el peso. Con los años había subido de weltter a crucero, donde se mantenía gracias a unos hábitos saludables.


No siempre su vida había corrido por aquellos caminos de ejemplaridad. Toda la familia de Tony había nacido en México, pero sus padres emigraron muy jóvenes a los Estados Unidos. Estos, casi nunca estaban en casa. Su infancia y su primera juventud las pasó con sus dos hermanos mayores buscándose la vida como podía  en las duras calles de L.A. Pronto ingresó en una banda y comenzó a delinquir. Sus hermanos terminaron cumpliendo condena en el penal de Leavenworth, donde Ramiro, el más mayor, murió apuñalado en un ajuste de cuentas.


A la edad de quince años, Tony ingresó en un correccional para menores. Allí conoció al “Viejo”. Julius Vernell era  un negro que de joven había sido un buen peso pesado sin demasiada suerte. El Viejo tenía un gimnasio donde entrenaba a chavales salidos de las calles en colaboración con un programa para la rehabilitación de menores delincuentes. Julius enseguida vio el potencial de Tony y lo acogió como a un hijo, inculcando al chaval unos valores que hasta entonces no había conocido: el trabajo, el esfuerzo, el honor, el valor y el amor por el boxeo del que hizo una segunda religión tan fuerte como el catolicismo que aprendió siendo muy pequeño, allá en su México natal.


Primero, Tony Cervera comenzó a competir en campeonatos locales, luego interestatales y nacionales. En aquel momento contaba más de cincuenta combates invicto como profesional y era campeón mundial del peso crucero en las tres principales federaciones internacionales. Le quedaba por conseguir el cinturón de la FFS, una federación menor, cuyo título ostentaba Mahamadú Lumbasi, un púgil africano del que no se sabía demasiado.


Tony echó un gordo filete y un par de huevos a la sartén. Julius ya estaba en la cocina, tomándose un café, viendo un informativo en la televisión. El Viejo miró a su pupilo y sacudió la cabeza en un gesto de desaprobación.


-Dentro de 5 días tienes el pesaje, como sigas papeando de esa manera, no das el peso ni de coña…-


-Tranquilo Viejo, aún puedo engordar unas cuantas libras. Hoy tengo hambre. No he dormido demasiado bien. Ya sabes…. Demasiados días sin meter.- Dijo Tony, echando el filete y los huevos en un plato.


-Nunca he creído en los beneficios de la castidad antes de un combate de boxeo. De hecho algunos de mis mejores combates los hice pegando un buen polvo un poco antes. Recuerdo en el setenta y seis en New York, justo antes de pelear con Rocco Manfredi, un espagueti con un par de puños como sandías, que me enrollé con una camarera rubia a la que conocí en un bareto de Queens. Estuvimos follando como fieras toda la tarde, tanto que casi no llego al combate. Ya estaba a punto el árbitro de dar por vencedor a Manfredi, cuando subí al ring. En el primer asalto me calzó un par de hostias que me dejaron medio grogui. Pero me repuse y en el segundo le envié a la lona con un gancho de derecha directo al mentón. ¡Buen tipo ese Manfredi! Aunque las malas compañías…. ya sabes. Estuvo ejerciendo de matón para unos compatriotas….  hace poco lo encontraron flotando en medio del Hudson.-


Tony sonrió desde detrás del plato.  Le encantaba escuchar las historias del Viejo. De hecho su actual manager, el promotor Sam Duke, quería que entrenase con un entrenador de más renombre, cosa que el púgil mexicano aceptó solamente en apariencia. En su rincón siempre había un par de hombres de su absoluta confianza: El viejo Julius y su hermano Mario. En cualquier caso, había ganado mucha pasta con el boxeo, es posible que demasiada y tenía pensado anunciar su retirada después de ese combate. No se lo había comentado a nadie ni siquiera a Nancy, su mujer. En estos pensamientos andaba cuando sonó el teléfono. Los dos hombres se miraron. Nadie llamaba a Tony Cervera mientras se encontraba en su retiro previo a un combate si no se trataba de algo importante, nadie excepto el promotor Sam Duke.


-¡Dígame…!-  dijo Tony tras descolgar el teléfono.


-Buenos días muchacho ¿Como va tu entrenamiento? Necesito que en un par de horas estés listo para que te hagan unas fotos con el cantante Justin Vender, al que como sabes también represento ¿Algún problema?-


A Tony no le hacían ninguna gracia los teje manejes del promotor. Pero Sam Duke era el puto amo dentro de la élite del boxeo profesional y el boxeador sabía que de momento no le quedaba más remedio que bailarle el agua a aquel tipejo.


-Ningún problema Sam, aquí estaremos- Dijo Tony Cervera, dando a su voz un tono de complacencia que estaba muy lejos de sentir.


-Sam, quisiera que cuando vayamos a las Vegas dentro de cinco días para el pesaje, reservases una suite para que pueda estar con Nancy y las niñas.-


-Está hecho chico. En unas horas nos veremos….-


Los dos hombres se miraron sin cruzar palabra. A Julius le gustaba el promotor tan poco como a su pupilo. Tony vació el resto de comida que quedaba en su plato en el triturador de basura. Se le había pasado el hambre.


-Me largo- dijo Tony cogiendo las llaves del Jeep


-¿Dónde vas? Duke estará aquí en pocas horas…-


-No te preocupes Viejo. Estaré aquí cuando llegue el maldito Sam Duke y su puñetero circo ambulante-


El boxeador condujo su Jeep por el desierto hasta el pie de una colina que se elevaba en medio de la desolada planicie. Luego subió por la falda de la colina y alcanzo una grieta semioculta tras unos matorrales. La grieta daba paso a una oquedad bastante amplia. Allí dentro  olía a excrementos de coyote, pero reinaba un frescor que era muy de agradecer en comparación con la ardiente temperatura del exterior. Tony acostumbró sus ojos a la penumbra reinante y escrutó los rincones de la cueva para asegurarse de que no había escorpiones, serpientes de cascabel, ni ningún otro bichejo indeseable. Luego se entretuvo en contemplar las pinturas que siglos antes habían pintado los indios. Justo encima de él había un gran lagarto de Gila pintado de forma esquemática, a su alrededor serpientes, ciervos y otros animales difíciles de identificar, así como signos cuyo sentido le resultaba desconocido. Se despojó de la camiseta y besó su mano derecha, luego la plantó sobre el Jesús crucificado que tenía tatuado en el pectoral izquierdo. Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y observó largo rato las pinturas. Tal vez por la configuración de la cueva o tal vez por el movimiento de la luz exterior, Tony sentía como que los dibujos giraban alrededor del gran lagarto. Estuvo así un largo rato, pensando en mil cosas y en ninguna a la vez, hasta que se incorporó y salió de la cueva. A lo lejos, un par de zopilotes giraban morosos en el aire con las alas bien abiertas aprovechando las corrientes térmicas ascendentes provocadas por el fuerte calentamiento del suelo del desierto. Junto a la línea del horizonte vio varias bolas luminosas que ascendían  y descendían, tomando direcciones divergentes. Aquella era una zona emblemática para los “cazadores de ovnis”. Lo cierto es que ocurrían cosas extrañas en aquella parte del desierto, ya fuera por los efectos ópticos que generaban fenómenos meteorológicos locales o por las pruebas realizadas en una cercana base militar….


Tony condujo el Jeep de vuelta a la casa. Junto al porche estaba aparcada la gran limusina del promotor y un par de furgonetas oscuras. El boxeador frenó en seco y bajó del coche de un salto. A largas zancadas, cruzó el porche sin prestar atención a los presentes. Entró en la cocina y salió al poco rato con una botella de agua de la que tomó un par de buches para luego escupirlos. Después se echó por encima el resto de la botella.


El gran hombre se encontraba sentado bajo uno de los árboles que sombreaban la entrada de la casa, rodeado por su habitual legión de furcias, chupatintas y lame culos en general. Junto a él, también sentado, un jovenzuelo rubio de aspecto aniñado y por detrás la gran mole de Julius Vernell, cuya mirada pedía a gritos la ayuda de su pupilo. Sam Duke era un negro gordo y corpulento, con unas gruesas gafas con montura de oro macizo. Iba vestido con un indescriptible smoking con solapa de lentejuelas y se adornaba con numerosas cadenas de oro y gruesos anillos. Se levantó de la silla con sorprendente agilidad y plantificó dos besos en las mejillas del boxeador.


-¿Cómo estás muchacho? Ya empezaba a pensar que nos ibas a dar plantón…-


La boca del promotor se abría en una amplia sonrisa que mostraba sus blancos dientes, aunque sus ojos, fríos y escrutadores, no sonreían en absoluto.


Tony aguantó estoicamente el zarandeo de Duke y puso su mejor cara de “estrella del boxeo” aunque no se le pasó por alto la amenaza que subyacía en las palabras de Sam Duke.


-Ven quiero que conozcas al nuevo chico de oro de la canción americana. Tony, éste es Justin Vender. Justin, éste es Tony Cervera, el triple campeón del mundo del peso crucero.- Dijo Sam Duke ejerciendo de maestro de ceremonias. Aquel era el papel que más le gustaba al gordo promotor y allí estaba, en medio del desierto, haciendo las presentaciones, igual que si estuviera en el Caesar Palace de las Vegas. El rubito cantante se levantó de la silla y se quitó las gafas negras con ademán sofisticado. Normalmente la gente que no conocía a Tony se acercaba a él con una mezcla de admiración y temor. No en vano era alguien capaz de mandar al otro barrio de una hostia a cualquier ser humano común, aunque en la distancia corta resultaba un tipo encantador. Pero aquel pisaverde se acercaba a él como un igual ¡Como si fuera el puto Elvis Presley! Estaba claro que a aquel niñato, no se sabe por qué extraño motivo, nunca nadie le había negado nada. Cuando le tendió la blanda manita, tentado estuvo el boxeador de meterle un apretón y romperle varios huesos, pero alguien les dio  oportunamente una copa de champán a cada uno. Luego Sam Duke les rodeó los hombros y el fotógrafo comenzó a disparar su cámara.


Justin Vender se bebió su copa de un trago e inmediatamente se la volvieron a llenar y así varias veces, mientras que el boxeador ni siquiera se mojó los labios. A Tony le parecía escandaloso que el cantante que era prácticamente un niño, soplase de aquella manera.


La sesión fotográfica continuó. Por indicación de Sam Duke, ambos se quitaron la camiseta y posaron en guardia como si estuvieran boxeando. El contraste entre la trabajada musculatura de Tony Cervera y la del alfeñique cantante, era más que evidente. Luego, una modelo morena muy guapa y Justin Vender, posaron sobre el capó de un Mustang del sesenta y ocho propiedad del boxeador que sacaron del garaje sin pedirle permiso. Tony estaba rozando el límite de lo que estaba dispuesto a aguantar. Al final la corte de Duke empezó a recoger los bártulos, pero antes de irse el promotor le dio una última mala noticia a Tony: Justin Vender sostendría uno de los cinturones del púgil y estaría en su esquina durante el combate.


Tony estaba tan cabreado que destrozó un saco con los puños desnudos ¡Cómo se atrevía  aquel tipejo! Aunque mucha gente opinase que el boxeo era una salvajada, en realidad era la única cosa limpia que había encontrado en su vida. Dos hombres con sus solas manos y unas reglas precisas, enfrentándose el uno al otro…. Mientras Julius le aplicaba un antiséptico en los nudillos sangrantes, Tony Cervera le contó sus planes:


-Esta va a ser mi última pelea Viejo. Gane o pierda me retiro. Tengo dinero, tengo negocios. El boxeo me ha dado mucho y ya va siendo hora de que yo le devuelva algo. Llevo mucho tiempo pensando en ello y estoy decidido. Pronto voy a cumplir 40 años y mis hijas se hacen mayores. Julius, quiero estar con ellas y con Nancy. Tengo unas viejas naves cerca del puerto. Son perfectas para montar un gimnasio y me gustaría que tú lo dirigieras.-


El viejo, observaba en silencio a su pupilo, hasta que cachazudo se levantó de la silla  y dio una vuelta por la habitación. Luego rompió su mutismo.


-Tony yo te apoyo en lo que quieras hacer, pero ¿Tú has pensado como se va a tomar Sam Duke tu retirada? No le va a hacer ninguna gracia. Tras su aspecto de payaso se esconde un individuo muy peligroso, un gángster. Acuérdate cómo acabó Mike Tyler, el campeón de los pesados, en la cárcel y acusado de violación….-


-Por suerte o por desgracia llevo toda la vida tratando con gangsters… de hecho, hasta tengo alguno en mi familia. Esto es un negocio y como hombres de negocios lo vamos a solucionar. No te preocupes de nada.- Dijo Tony Cervera completamente sereno después del ataque de furia que le había dejado los nudillos tan maltrechos.


Hasta la fecha del pesaje en las Vegas, el retiro del boxeador transcurrió sin ningún otro contratiempo ni interrupción. En el día señalado Tony y Julius se reunieron con el resto del equipo en el casino propiedad de Duke, donde se pesaba a los púgiles y se presentaba la pelea. Tony se reunió allí con Mario, su hermano mayor y un aparte le puso al día de sus planes.


Por primera vez vieron en persona a Mahamadu Lumbasi. Tenía un aspecto magnífico. Era más alto que Tony, con unos brazos larguísimos, rematados en dos puños terribles. A todas luces iba sobrado de preparación física, pero ¿Sabría boxear? En tres días lo comprobarían.


Finalmente llegó el gran día. En el Caesar Palace no cabía un alfiler. Tony apuraba sus últimos minutos antes de salir al cuadrilátero con su equipo en el vestuario. Una multitud aclamaba al boxeador mexicano que vestía sobriamente de negro, no así su rival que llevaba un albornoz de piel de leopardo, con pantalones y botas a juego. El speaker presentó a  los contendientes y desde sus respectivas esquinas dieron una vuelta al cuadrilátero con los cinturones que acreditaban sus respectivos títulos. Uno de los cinturones del campeón Tony Cervera lo paseaba Justin Vender, para regocijo de una parte del público y disgusto de los aficionados más puristas, que no veían con buenos ojos que un ídolo de jovencitas paseara un trofeo obtenido a fuerza de sangre, sudor y lágrimas. El árbitro recitó las normas, los dos púgiles chocaron sus guantes y dio comienzo el combate.


En el primer asalto los dos boxeadores bailaron sobre el ring tanteándose el uno al otro, buscando un punto débil, un resquicio por donde meter una mano definitiva con la que noquear al su rival. Pero ambos púgiles tenían sus guardias bien cerradas y de momento paraban y esquivaban los ataques del contrario con solvencia. Sonó la campana y cada uno regresó a su esquina.


-Viejo, ese hombre sabe lo que hace. Vamos a tener que arriesgar, no creo que le podamos ganar por físico.- Dijo el mexicano a Julius, mientras este le masajeaba la frente.


-Tal vez Tony, pero recuerda que tú eres el campeón. Es él quien debería arriesgar. Muévete para esquivar los golpes rectos y trabájale bien por debajo con crochets y ganchos a ver si le haces bajar las manos.-


Pasaron varios asaltos y el combate discurrió sin sobresaltos, como muy bien había sabido leer Julius Vernell. El africano lanzaba upper cuts, directos y algún que otro swing que hasta ahora no habían alcanzado al mexicano. Tony Cervera había aplicado mayor castigo al púgil negro, que el que él había recibido, pero Mahamadú Lumbasi era duro, duro de verdad.


En el décimo asalto, el africano empezó aparentemente a dar síntomas de cansancio y Tony consiguió meterle algunas buenas manos que hicieron a Lumbasi trastabillarse. El sonido de la campana impidió que el púgil mexicano terminase lo que había empezado.

-Cuidado Tony, está más entero de lo que parece. Ve despacio que la victoria a los puntos no hay quien te la quite- Dijo Julius mientras le masajeaba las sienes con vaselina


-El Viejo tiene razón, ve con cuidadito hermano, que ese negro pega duro- Le advirtió Mario Cervera, su hermano mayor, poniéndole el protector bucal.


Tras los dos hombres de confianza del campeón mexicano, el cantante adolescente gritaba y se reía en un evidente estado de embriaguez.


-¡Vamos Toooony! Tumba ya a ese puto negro. A ver si voy a tener que ir yo a darle dos hostias a ese mierda… Jajajaja.-


La campana sonó y los dos boxeadores saltaron al centro del cuadrilátero. Tony Cervera esquivó una combinación de golpes de Lumbasi y dando un corto pasito hacia delante, le lanzó un par de golpes bajo el plexo solar. Tony hasta entonces había esquivado con eficacia los golpes largos de su rival, pero en ese momento Mahamadu Lumbasi, lanzó su derecha en un golpe curvo que impactó de lleno en la mandibula inferior del mexicano. Tony conmocionado, bajó en ese momento las manos, recibiendo una terrible andanada de golpes que impactaron en su rostro. Tony se abrazó al africano hasta que el árbitro les separó. Tony Cervera retrocedió hasta las cuerdas aguantando el duro castigo que el púgil negro le estaba infringiendo. Se agarró todas las veces que el rival y el árbitro se lo permitieron, hasta que una combinación de Lumbasi, dio con sus huesos en la lona “10-9-8-7-6…” Permaneció con la rodilla hincada en el suelo hasta la cuenta de 9. De nuevo Lumbasi volvió a la carga y otra vez Tony Cervera retrocedió y se abrazó a su rival en un intento de ganar tiempo, pero éste le colocó de nuevo contra las cuerdas ¡Los puños de aquel tipo eran máquinas de picar carne! Tony volvió a doblar la rodilla. “10-9-8-7 diiing” La campana interrumpió la cuenta atrás.


-Tony, Tony ¿Estás bien? ¿Quieres que tire la toalla? Por favor chico…dime algo…-


-No te levantes de la silla hermano. Ese tipo te va a matar…-


Tony Cervera sentía el aire caliente del desierto sobre su dura piel, veía girar las figuras de la cueva alrededor del monstruoso lagarto de gila y sobre la línea del horizonte varias bolas de luz se elevaban despacio, para luego salir despedidas a toda velocidad en direcciones contrarias. El médico examinaba los cortes de la cara y la pupila del boxeador.


Tony Cervera escuchó una voz miserable que decía detrás de él -Este tío esta acabado ¿Dónde está Sam Duke? No quiero que me vean más con este pelele, es malo para mi imagen-


Tony giró la cabeza y de reojo pudo ver a Justin Vender con una estúpida sonrisa pintada en su rostro lampiño.


-¡Aquí no tira la toalla nadie! Vamos Mario, el protector.- Dijo el campeón levantándose de la silla como un resorte ante el rugido ensordecedor del público.


-Tony Cervera bailó alrededor de Lumbasi con las piernas ligeras como si estuviera en el primer asalto. Esquivó varias combinaciones del africano y devolvió golpe por golpe. Una serie acertada, dio con Mahamadú Lumbasi en la lona. “10-9-8-7-6-5… 2,1, 0” ¡Mahamadu Lumbasi estaba KO! 


El árbitro alzó el brazo derecho de Tony, concediéndole la victoria. Los que unos momentos antes se golpeaban sin piedad, se abrazaron. Había sido un combate formidable y ambos hombres reconocían la valía del contrario. Todos eran “gente del boxeo” una religión, una hermandad. Esa noche nadie salió descontento del Caesar Palace.


Todo el mundo palmeaba las anchas espaldas de Tony Cervera camino del vestuario. Delante de él, como los estandartes de un ejército de la antigüedad, los cuatro cinturones dorados y la bandera de México, con el águila y la serpiente en el centro. En las puertas, esperaban varios tipos morenos con los brazos cubiertos de tatuajes carcelarios, que impidieron el paso al promotor y a sus hombres. Estos protestaron e incluso llegaron a las manos con los desconocidos. Entonces se abrió la puerta y salió Mario Cervera del vestuario con un teléfono móvil.


-Alguien quiere hablar con usted, señor Duke- Le dijo al gordo promotor entregándole el celular y dejándole allí con la palabra en la boca.


-Ya está todo arreglado- Dijo Mario a los presentes en el vestuario con una deslumbrante sonrisa. Al parecer la llamada que había pasado el hermano del púgil a Duke, era de un importante personaje de Tijuana.


-Ufff ha costado, pero al final hemos podido con ese tío mierda- Dijo una voz chillona por detrás de Tony, Mario y Julius, que se habían quedado solos en el vestuario. Cuando se giraron los tres hombres, ahí estaba Justin Vender, el ídolo de las jovencitas con el cinturón de campeón que le habían arrebatado a Mahamadu Lumbasi.


-Tony, si te parece un día podríamos cruzar guantes tú y yo, me ha dicho Sam que soy bueno y que me va a organizar un combate. Me gustaría que me enseñases algunos golpes de los tuyos-


-Claro que sí Justin. Si quieres podemos empezar ahora mismo…-


-Creo que no es buena idea…. debes de estar cansado de tu combate y yo me tengo que ir.- Dijo el pimpollo dejando el cinturón sobre un banco y retrocediendo hacia la puerta, ante la sonrisa lobuna de Tony Cervera. Antes de que se pudiese dar cuenta, Tony le había propinado un gancho de izquierda flojito en el mentón, que hizo que inmediatamente el cantante se desplomara sin sentido en el suelo del vestuario.


-Tony ¡Te has pasado!- Dijo el entrenador con gesto de preocupación.


-Tranquilo Julius, le he dado muy flojo.-


-Pusieron al cantante sobre la camilla de masajes y los tres hombres se le quedaron mirando-


-Es un chico muy guapo- dijo Mario Cervera


–Desde que salí del talego no me he follado ningún culete y no es que sea maricón ni nada de eso… pero lo echo de menos, la verdad-


-¿Qué me decís? ¿Os importa?-


-No Mario, haz lo que quieras. Te debo una.- Dijo el púgil yéndose hacia la ducha.


-A mi tampoco me importa. Es más, creo que yo también voy a catar ese culo famoso, en cuanto tú me lo ensanches un poquito- Dijo Julius Vernell frotándose las manos y guiñándole un ojo a Mario Cervera.


Con Tony duchado y mudado de ropa los tres hombres salieron del vestuario con los cuatro cinturones, ante una nube de fotógrafos y de gente, que quería felicitar al campeón. Allí también estaba Sam Duke tratando de disimular con una sonrisa forzada, la rabia que ardía en sus tripas.


-Hasta mañana Duke. Acuérdate que a las 12,00 es la rueda de prensa... Por cierto, tu chaval está ahí dentro echando una cabezadita. Han sido muchas emociones para un solo día… Dice que boxea bien, tráetelo cualquier día por el gimnasio. Mario y Julius le han cogido bastante cariño…- Dijo Tony Cervera palmeando la espalda del promotor, con su mejor sonrisa de campeón del mundo pintada en la cara.


El campeón se volvió hacia los aficionados, levantó el puño y el cinturón que había ganado esa noche. Luego los tres hombres entraron en un coche que arrancó y se perdió en la noche de las Vegas.









miércoles, 10 de abril de 2013

50 SOMBRAS.... Y LUZ AL FINAL DEL TÚNEL?


Recientemente he comenzado a leer el gran éxito editorial Cincuenta Sombras de Grey. Los motivos que me han llevado a elegir esta lectura han sido: Quiero saber que es lo que pone cachondas a las mujeres y busco las claves para obtener un éxito editorial, que pese a mis enormes meritos, se me resiste.

 

De lo primero apunto a continuación algunas claves: Crystian Grey es joven, guapo, folla bien y además es rico. También tiene un lado oscuro, pero a la vez es tierno y vulnerable. Lo siento pero por mucho que lo intente, no doy el perfil. Así que seguiré intentando ser yo mismo y que sea lo que Dios quiera.

 

En cuanto a la calidad literaria de la novela… la verdad, no me parece nada del otro mundo. Sobre la historia tengo que decir que después de más de media novela, me estoy aburriendo un poco. De momento los protagonistas follan con cariño, ahora parece que van a dar comienzo las perversiones sexuales y entre casquete y casquete, se van a conocer más claves del personaje Crystian Grey y de cuales son realmente sus sentimientos hacia la protagonista. Lo veo un poco, una actualización 3.0 de Corín Tellado, pero con sexo explicito. Les volveré a hablar de esta novela (O no) en futuros post, cuando me la haya terminado.

 

Desde tiempos remotos, los intermediarios entre lo sobrenatural y lo humano, ante la imposibilidad de que la gente abandonara la adoración de los ídolos de la religión anterior, optaban por asimilarlos a la nueva doctrina. Los cristianos asimilaron las imágenes de los dioses del panteón romano-helenístico: Dios padre es Zeus. Un enérgico anciano de luengas barbas cuya cólera temible borro del mapa con ciudad y todo a los impíos y bastante guarretes que habitaban Sodoma y Gomorra. El Buen Pastor como representaban los primeros cristianos a Jesús no es otro que el Orfeo romano y la Virgen María es una transculturación de cualquier diosa-madre de la antigüedad: Afrodita-Venus, Astarté, Isis, etc. Tan buen resultado ha dado esta táctica, que hasta los izquierdosos ateos (Que no se me enfade nadie) la han copiado. Dios Padre no es otro que Carlos Marx. Jesucristo, por supuesto, es Ernesto Che Guevara. El Espíritu Santo, para los cristianos habitualmente representado por una paloma blanca se asemeja mucho a ese pajarito que se le apareció a Nicolás Maduro y que en realidad era el camarada comandante Hugo Chávez (Seguramente, el caudillo venezolano se transmutó en pájaro chogüí, dado el componente indigenista del socialismo bolivariano) La Virgen de la izquierda, también es joven y bella, pero para nada muestra el recato de la de los cristianos. Va con las domingas al aire, enarbola una bandera tricolor y muestra el camino al pueblo a través de las barricadas, como en el cuadro de Delacroix.

 

En la sección de necrológicas tenemos que lamentar tres fallecimientos: Primero el de Jose Luis San Pedro, escritor y humanista. Un gran sabio y un auténtico referente moral. Como suele ocurrir en este país, un perfecto desconocido para la mayoría del personal. También a muerto Sara Montiel, mito erótico de los años cincuenta y personaje infumable (Pese a su gusto por los puros habanos) de la prensa rosa amarillenta muchos años después. Por ultimo, también la ha diñado la Dama de Hierro. Margaret Thatcher alias Margarita Tachuela, era una de las artífices junto a Ronald Reagan de este neo liberalismo salvaje que ha dejado con el culo al aire a tantísima gente. En Inglaterra era amada y odiada a partes iguales. La odiaban todos los que se vieron afectados por sus recortes y la amaban los nostálgicos del imperio británico, del que reverdeció viejos laureles con la guerra para recuperar las Malvinas. Las islas, ocupadas en un intento exaltar un nacionalismo exacerbado, por orden de aquella canalla de militares argentinos. Los mismos que tiraban al mar desde aviones a los disidentes políticos y que se rindieron sin disparar un tiro a los gurkas, nada más poner estos un pie en tierra. Eso si, después de mandar a cientos de pobres soldados de reemplazo, a la muerte. Tanto las reclamaciones territoriales argentinas como las españolas, jamás se lograran por la fuerza de las armas. Si algún día prosperan, será la economía la que lo consiga. El día que  nuestra renta per cápita sea superior a la de los hijos de la Gran Bretaña, ese día volverá a ondear la bandera española en la Roca y la argentina en las islas Malvinas.

 

Urdangarín se nos va a Qatar a entrenar al equipo de balonmano de esta monarquía del Golfo (Monarquía, golfos…. mira que me suena eso) Mientras, desolada e imputada ¡Que putada! (Perdón por estos ripios facilones) la infanta sola en el palacete de Pedralbes, aún a medio pagar. Y es que al final esta maldita crisis no se apiada ni de los aristócratas. Me veo a los duques de Palma, en alguna actuación de la plataforma anti-desahucios o montando un escrache en el portal de alguno de los dirigentes del PP, que antaño concedían generosas dádivas al Instituto Noos.

 

Dice el gobierno que la crisis terminará en el 2014 y es que no hay mal que cien años dure (Ni cuerpo que lo aguante) Esto de las crisis, es igual que los procesos gripales. Una gripe, tomando medicamentos, se cura en catorce días y sin tomar nada, en dos semanas. Vamos, que al final la crisis se va a curar sola. El gobierno solamente ha aportado cuidados paliativos, que básicamente han consistido en repartir el sufrimiento entre los más desfavorecidos. A ver si al menos han tomado nota de que y quienes fueron los que provocaron la crisis y así poder obtener una vacuna que nos sirva para que en el futuro no se vuelva a repetir.

 

Por último, aquí, desde esta caverna mesetaria, poco a poco se va vislumbrando algún rayito de sol que tímidamente asoma entre las nubes. A ver si se concreta ese sol, por que el huerto no tira ni patrás y los espárragos trigueros aún duermen perezosos bajo la tierra húmeda.

 

Ya saben “A primeros de abril, no aligeres el vestir” Sean felices.... si pueden.

 

Dr Miriquituli