viernes, 27 de enero de 2012

UN PAQUETE CONTRA REEMBOLSO

Hace bastantes años, me sacaba unas perras trabajando en una mensajería con una pequeña furgoneta.

Cuando llegaba la campaña de navidad, una gran agencia de transporte, subcontrataba vehículos y conductores a la mensajería para poder atender el incremento en el reparto  que por esas fechas se producía. Era un trabajo extenuante, en el cual la agencia te explotaba al máximo y te endosaba todos los marrones que los conductores de la empresa no querían atender. Con todo la paga era buena y merecía la pena el esfuerzo.

Hacia el 10 de diciembre comenzaba el curro y terminaba el día 31. Llevaba varios días en el reparto y ese año la campaña se vio complicada por una incesante lluvia que vino a dificultar el ya difícil tráfico de Madrid en esas fechas.

Yo cubría varias zonas de la capital, de muy distinto poder adquisitivo, según las necesidades del día.

Una tarde, repartiendo por un barrio bueno del centro, me tocó entregar un paquete contra reembolso en un lujoso inmueble. El portero me intercepto cuando me disponía a subir por el ascensor principal y me ordenó intempestivamente que subiera por el de servicio. No se que tienen algunos porteros de barrio bueno que les encanta putear a cualquiera que consideren que está laboralmente, por debajo de ellos y que a la vez son unos pelotas, serviles hasta la nausea, con los vecinos de la finca. Al llegar al piso me abrió una criada uniformada que al punto avisó a su jefa. Salio una mujer mayor que se alegró mucho al ver el paquete. Según parece era una tarta que les enviaban unos parientes gallegos. Yo con la furgoneta mal aparcada y aún muchas entregas por realizar, le dije a la mujer que por favor me abonara el importe del contra reembolso, que tenía un poco de prisa, a lo que la señora me respondió que tenía que haber un error ya que se trataba de un regalo de unos parientes y ella nunca pagaba nada. Yo le mostré el albarán donde figuraba el importe a pagar a la entrega, pero ella seguía erre que erre, hasta que vino el marido. Este, vestía un batín cruzado de seda y lucía un finísimo bigote estilo “Martínez el Facha” El sujeto me llamó “Sinvergüenza” y sentenció que “Así le iba a España”  Les dejé con la palabra en la boca y me marché con el paquete. Al llegar a la furgoneta lo dejé en la caja y le eché un par de jamones encima.

Al día siguiente el jefe de ruta me preguntó por lo que había pasado, ya que aquellas personas tan finas habían llamado para poner una queja. Le conté lo sucedido y me dio la razón.

Otro día me toco repartir por un barrio de clase obrera. Tenía que entregar un paquete, también, contra reembolso, de una conocida compañía de estructura piramidal que prometía ganancias rápidas a los integrantes de dicha compañía. El piso era un cuarto sin ascensor. En la escalera olía a repollo cocido. Me abrió la puerta un ama de casa en pijama que fumaba un pitillo. Justo cuando yo llegaba, se marchaba el marido con dos niños. Antes de marcharse el hombre y la mujer cruzaron una mirada de inteligencia y ella asintió con la cabeza imperceptiblemente. La mujer me invitó a entrar mientras iba a buscar el dinero. El piso tendría menos de 50 m2, consistía en un salón-comedor, baño, una minúscula cocina y una sola habitación. El ama de casa me llamó desde la habitación, me mostró el dinero que tenía. Faltaba bastante, rebuscó en un bolso dentro del armario, pero sólo encontró unas monedas ¿Cómo podemos arreglarlo? Dijo el ama de casa. No se si fue la manera de decirlo o el morbo de la situación, el caso es que a mi se me puso muy dura y acabé cobrándole el resto en la cama. No fue una situación muy ejemplar, pero la verdad es que eché un polvazo apoteósico. Lo más curioso es que ese día, a pesar del poco poder adquisitivo del barrio, saque mucho más en propinas que ningún otro día y con lo que saqué cubrí el dinero que la mujer no me había pagado.

El jefe de ruta,  ponía todos los días en mi reparto, la tarta destinada al matrimonio que tan mal me había tratado, pero yo no la entregaba, alegando ausencia del destinatario o simplemente que no me había dado tiempo. Tras un par de semanas de idas y venidas con bultos pesados encima, la caja de la tarta era plana y por las esquinas reventadas se salía la crema, verde y mohosa.

Días después, a punto de terminar la jornada, me tocó llevar un montón de cajas de botellas a una pequeña colonia de chalets que hay en el centro, un sitio muy exclusivo. La destinataria era una rubia de muy buen ver, bastante borde. Me ordenó apilar las cajas en unas estanterías que había en el fondo del garaje. Para llegar a las estanterías había que sortear varios coches y numerosos enseres que había por el medio. Mientras trabajaba con todas estas dificultades añadidas, apareció un perro grande, que comenzó a olisquearme el paquete, Traté de apartarle con la pierna pero el bicho se revolvió y me dio un bocado en el muslo. Mas furioso que dolorido le arroje la caja de botellas y le lancé un par de patadas. El chucho huyó, con bastante buen criterio. Estaba muy cabreado, ya me marchaba en busca de la policía para denunciar el atropello del que había sido objeto, cuando la rubia cambiando diametralmente su actitud hacia mí, me pidió mil disculpas y me invitó a pasar al chalet para curarme el mordisco. Buscó un botiquín, me bajó los pantalones y con agua oxigenada y mercromina me desinfectó la herida. La verdad es que no me había mordido muy fuerte, era una dentellada limpia. Luego la rubia me bajo los calzoncillos y me hizo una magnífica felación. Tiempo después me enteré de que aquel chalet era uno de los burdeles más caros y exclusivos de todo Madrid.   

Llegó el día 31 y como en los días anteriores, el jefe de ruta volvió a colocar en mi reparto la dichosa tarta y me dijo “A ver si hoy tenemos suerte y entregamos este paquete” Ese día llevaba pocas entregas y el reparto acababa a la hora de comer. Solamente me quedaba la tarta. Llegué al lujoso inmueble y subí al piso por el ascensor principal ignorando al portero. Dejé la tarta en el descansillo de la escalera, fuera de la vista de la puerta y toque el timbre, Me abrió la criada uniformada que avisó a sus jefes. Salió la pareja de carcamales y les dije lo siguiente:

-Traigo un paquete contra reembolso, son 870 pesetas ¿Lo aceptan ustedes?-

-Si si dénoslo- Contestaron ellos.

-El dinero, por favor-

La mujer me entregó un billete de 1000 pesetas y yo les devolví el cambio.

-No cierren que ahora mismo se lo doy-

Cogí la caja y se la entregué a la pareja. Luego ante su estupor, les deseé un muy feliz año nuevo.

Tras liquidar en la empresa, me dispuse a tomarme unos merecidos días de descanso. ¡No había sido una mala campaña de Navidad!

Dr Miriquituli.




sábado, 14 de enero de 2012

LA PEREGRINACIÓN A MARINALEDA DE CAYETANO


Hace veintitantos años, tenía yo una novia muy guapa natural de Badajoz y de profesión protésica dental. Nos veíamos principalmente los fines de semana. Vivía en la calle del Almendro, una pequeña calle que da a la Cava Baja, en pleno Madrid de los Austrias.

Cuando quedábamos los sábados por la tarde, yo me cepillaba muy bien los dientes, me pasaba la seda y hacia gárgaras con colutorio. Nos gustaba mucho besarnos, también me rasuraba a conciencia. Su piel era muy fina y el roce con mi barba hacia que le salieran granitos. Así, más bonito que un San Luis, le pedía el coche prestado a mi padre e iba a buscarla a su barrio. Merendábamos unos ricos bocatas de calamares en la Plaza Mayor, tomábamos algo por los pubs del centro y finalmente buscábamos un sitio tranquilo donde aparcar el coche y tener un rato de intimidad.

Una tarde de sábado, tras alternar por la zona de Plaza de España, aparcamos, a eso de las 2 ó las 3 de la mañana en un callejón, cerca de Princesa, en una de las puertas del Palacio de Liria, la residencia  en Madrid de la familia Alba. Estaba yo en el coche, realizando una faena de oreja y vuelta al ruedo con la bella pacense, cuando apareció Cayetano Martínez de Irujo y nos echó de la puerta de su palacio, amenazándonos con llamar a la policía. Pero no crean que el Duque de Salvatierra tenía que meter su coche, no ¡Venía andando!

Desde ese incidente la casa de Alba y la casa de Miriquituli son enemigas. Por que sepan que yo también soy noble. Entre mis ilustres ancestros se encuentran: Atila el rey de los hunos, Lola Flores o el Ayatolá Jomeini. Además Cayetano tenía que haberlo sabido al verme con la espada desenvainada. Si en lugar de Cayetano, me hubiera  sorprendido el gran Duque Fernando Álvarez de Toledo, me habría abierto las puertas de su palacio y le habría preguntado a mi novia si tenía una amiga.

Bastantes años después, se produjo mi segundo encuentro con el de Alba. Caminaba yo por la calle de Méndez Álvaro, viniendo de Vallecas, en dirección a la estación Sur para coger el metro, cuando irrumpió el Duque en bicicleta por la acera. Me tuve que apartar para no ser arrollado y en lugar de una disculpa, Cayetano, me dirigió una mirada de desprecio y superioridad que me golpeó en la cara como si de un guantelete ferrado se tratase.

También vi en un par de ocasiones al segundo marido de la Duquesa, me cayó mejor que su hijastro. Se de él que trabajaba de progre, algo que por aquel entonces gozaba de gran predicamento, fumaba mucho e iba en vespino sin casco.

Esta forma de ser, tan vinagre, a acabado pasando factura al Duque de Salvatierra que con el asunto del PER, ha metido la pata hasta el corvejón.  Más le hubiera valido al botarate este, estarse calladito, mas siendo su familia  una de las mayores perceptoras de subsidios de toda la unión europea.

La Duquesa de Alba, podrá ser todo lo esperpéntica que queramos pero en cuanto al dinero, tiene las cosas muy claras. Poco antes de su enlace, aprovechando el tirón mediático del mismo, registró la marca “Casa de Alba” para comercializar los productos de sus fincas.

Tras esta salida de pata de banco, la Duquesa desautorizó al memo de su hijo y le impuso una penitencia. Como no podía ir ni al Jesús del Gran Poder, ni a la Macarena, ni tan siquiera a ver a Curro Romero, que para esas cosas ya está ella. Tenía que ir a ver a uno de los últimos santos laicos que quedan en España, Juan Manuel Sánchez Gordillo, el alcalde de Marinaleda.

El Alcalde Sánchez Gordillo o camarada Juan Manuel que es como más le gusta que le llamen, este pertinaz ocupador de fincas y azote de latifundistas, desde hace cerca de 30 años, recibió al Duque bajo banderas verdiblancas que por escudo, en lugar del Hércules dominador tenían una estrella roja. Así bajo las banderas de sus enemigos, esa chusma plebeya, borracha, perezosa y subsidiada, a la que en otro tiempo hubiera azotado con su fusta desde lo alto del caballo, así cautivo y desarmado, Cayetano Martínez de Irujo, claudicó.

Cayetano: ¿Ves lo que pasa por molestar a las parejas, que están en los coches?

Dr Miriquituli.

miércoles, 11 de enero de 2012

ANNUS MIRABILIS

Si queridos lectores, estoy abrumado por la avalancha de elogios y la gran cantidad de correos con fotos de personas desnudas pidiéndome relaciones sexuales de todo tipo, que  he recibido, tras la publicación de mi último relato, pero no pierdo el Norte. Sigo siendo ese niño, raro, larguirucho y desgarbado que cazaba lagartijas en la valla, ahora convertido en un hombre que a fuerza de años y de hostias, mira las cosas con una cierta distancia y escepticismo.

Ya hemos enterrado el infausto 2011. El final del año tiene un no se que de “paso del ecuador” con sus propósitos de cambio que en su gran mayoría se quedan en eso, en propósitos, no en acciones.

Desde mi “caverna mesetaria” como dirían en esa republica italiana del renacimiento, incrustada en la península que es Cataluña, oteo la parda estepa con mis ojos cansados. En esta época del año el campo dormido, encierra una promesa de vida y primavera que se concretará tras el paso de lo más crudo del invierno.

Mis aspiraciones son modestas, aparte de seguir con la normalidad cotidiana sin grandes sobresaltos, espero, pie en pared, para resistir la difícil situación económica por la que pasa el negocio, del que hasta ahora he vivido. Aspiro a seguir escribiendo, es una de las cosas que más me satisface, escribir mejor e intentarlo con algo más grande.

Para España (Suspiro) pues….Tampoco aspiro a mucho. Tampoco podemos/debemos aspirar a mucho.

Los llamados mercados, como si de un matón de patio de colegio se tratase, nos vapulean inmisericordes. Al igual que el matón, los mercados se alimentan de nuestro miedo. ¿Seremos capaces este año de perder el miedo y plantarles cara?

Varias causas por corrupción se están juzgando en este momento y siguen aflorando nuevos casos ¿Será capaz la manguera de la justicia de limpiar toda esta suciedad, sin componendas ni prescripciones?

Un nuevo gobierno se ha estrenado hace poquito. Tiene una misión urgente que cumplir, que es acabar con el derroche del dinero público y a la vez recolocar a esos casi 5 millones de parados que tenemos. Sin duda es un trabajo ingente.

Antes de pensar que puede hacer España por ti, todos, deberíamos pensar que podemos hacer nosotros por España, con nuestras manos, con nuestras mentes, con nuestros corazones…Por España y por este mundo, que no se sabe hacia donde va.

Mucha gente tiene la desgracia de no importarle nada, más allá de ellos mismos. Si conseguimos cambiar esta manera de pensar, solamente un poco….

Os deseo a todos que el 2012 sea vuestro ANNUS MIRABILIS.


Dr Miriquituli


martes, 3 de enero de 2012

UNAS VACACIONES FUERA DE TEMPORADA

 Era el principio de la primavera y tras una mala experiencia laboral, decidí tomarme unas vacaciones con la indemnización que tras tragar mucha hiel obtuve de unos despiadados empresarios que compraron la empresa donde había trabajado toda la vida

Estaba yo solo con mi perro en un piso que tiene mi familia en la playa. Al ser en unas fechas fuera de la temporada turística, apenas tenía vecinos, solamente una pareja de holandeses maduros en un piso enfrente del mío. Ella era una mujer entrada en carnes con una bonita piel sonrosada. Pasaba largas horas en la cocina, justo enfrente de la terraza de mi piso, el era un hombre alto y lampiño cuya única actividad era ver televisión. Cuando yo salía a la terraza, la rolliza holandesa me dedicaba una blanca y resplandeciente sonrisa.

Una noche, cuando me disponía a acostarme, fui a cerrar la persiana de mi cuarto y vi a la vecina, recién salida de la ducha, secándose en la cocina. Parecía una de las bellas y bien alimentadas mujeres, que Rubens retrató en sus cuadros. Ni corto ni perezoso salí a la terraza, me apoyé en la barandilla y levante mi mano a modo de saludo. La vecina, recatada, cubrió sus generosos pechos con la toalla y sin darse demasiada prisa se perdió en el interior de la casa mostrándome su hermoso culo.

A la mañana siguiente, temprano, cuando me disponía a sacar al perro, ella estaba en la cocina y al bajar a la calle me saludo con gesto un tanto avergonzado, yo le hice señas para que bajase a dar un paseo, ella miro hacia todos los lados, para ver si la veía alguien y finalmente bajó.

Su nombre era Lilian. En aquella época, detrás de la urbanización, se extendían inacabables huertos de naranjos. Paseamos un buen rato conversando de temas intrascendentes. En un momento dado, rodee su cintura con mi brazo y mi mano se deslizo hasta su trasero. Oportunamente, el perro se metió en un huerto que había tras un seto de cipreses. Dentro de aquel “jardín prohibido” nos abrazamos y nos besamos en la boca. Suavemente ella me rechazó, diciendo: “Esto no estag bien, mi marrido  seg  hombrge amable y carriñoso”

No le di demasiada importancia a su rechazo y seguí con mis quehaceres. Por la tarde, tras la siesta, me dispuse a sacar de nuevo al perro. Al final de mi calle comenzaba el camino de las huertas, que era donde normalmente le soltaba de la correa, me disponía a hacerlo, cuando oí que me llamaban. Era Lilian. En silencio nos dirigimos hasta el huerto con el seto de cipreses y en el suelo, sobre nuestras ropas dimos rienda suelta a nuestra pasión.

Cada vez que sacaba al perro (Tres o cuatro veces al día) la ardiente holandesa acudía a las huertas con gran entusiasmo, a practicar sexo, yo ataba al perro a un naranjo para que no se escapara y también, he de decirlo, por que me pareció observar algún cruce de miradas lascivas entre el can y la mujer.

Una llamada con una interesante oferta de trabajo hizo que regresara a Madrid y ya nunca más volví a saber de Lilian.

Dr Miriquituli

domingo, 1 de enero de 2012

UN MAR DE ESPIGAS

5 AÑOS DESPUES DEL FINAL DE LA GUERRA.

Kiri y Uma tomaban el sol juntos sobre una peña que había un poco más arriba del poblado en la falda de la montaña. Uma que se encontraba en avanzado estado de gestación, estaba recostada sobre el cuerpo de su compañero que a su vez apoyaba su espalda sobre una roca. El sol de media mañana calentaba, pero aún no demasiado. Unos metros más abajo, junto al arrollo, la suave brisa mecía las espigas aún verdes. Eran el fruto de sucesivas resiembras, de las semillas que robo Kiri junto al gran poblado. El viento sobre la mies se asemejaba a la superficie del mar cuando la brisa la riza. La observación del campo de trigo barrido por las rachas de viento ejercía un efecto hipnótico sobre la pareja.

Kiri acariciaba la suave barriga de su mujer, absorto en sus pensamientos, sin escuchar los muchos planes que Uma hacía en torno al verano y al próximo nacimiento del hijo de ambos. Viendo que su hombre no la escuchaba, un poquito molesta le preguntó:

-¿Qué te pasa? No estás escuchando nada de lo que te digo ¿En que estas pensando?-

-Pues… Pensaba en los niños que se nos murieron a causa de la escasez y los malos inviernos. Tal vez, con la leche que nos da el ganado y el trigo que este año recogeremos hubieran podido sobrevivir. ¿Te acuerdas de nuestro primer hijo? ¡Era un niño precioso! Ese invierno tan frío las piezas escaseaban, no tenias leche para alimentarle…. Fue el momento más duro de mi vida.-

-Yo aún sueño con él.- Dijo Uma, al tiempo que los ojos se le anegaban de lágrimas.-

-Bueno, no pensemos más en ello. Si nada se tuerce, en una luna, recogeremos una gran cosecha.-

-¡Que grandes cambios en tan poco tiempo! El ganado, con la carne, la leche, la lana, también los cereales y la cerámica ¡La maravillosa cerámica! ¿No te parece Kiri?-

-Si, pero tener tantas posesiones ata. Aunque sigo cazando ya no es como antes. Muchos miembros de la tribu prefieren quedarse cuidando de las ovejas y las cabras y no salen de caza.-

-¿No temes que los enterradores de semillas vuelvan, algún día? Preguntó Uma.

Tras un prolongado silencio, Kiri respondió:

-Creo que nunca se fueron. Los que se quedaron tras la guerra y acataron nuestras normas de convivencia, nos han enseñado muchas cosas, cosas útiles que sirven al bienestar de la gente, pero la mentalidad del clan a cambiado, ahora la gente tiene un sentido de la propiedad que no tenía antes. La caza era un trabajo de todo el clan y el producto de la misma se repartía equitativamente. Últimamente reina el egoísmo. Nadie está de acuerdo con el trabajo de los demás y las discusiones son continuas. Además…. está el asunto de la religión. El viejo Frem nunca dijo que tuviera poderes sobrenaturales. El solamente era un hombre, eso si, muy sabio y sagaz. Pero estos sacerdotes de la religión de los ídolos, afirman que son los intermediarios entre los hombres y lo sobrenatural.-

-Pero Kiri, la religión ha traído esperanza a mucha gente. La vida entera es incertidumbre y la fe en algo ayuda en el día a día y ofrece respuestas ¿Qué daño puede hacer esto?-

-Tal vez tengas razón Uma, pero yo me siento parte de un todo y creo que cuando muera, seguiré siendo parte de ese todo. Obro con rectitud por que considero que obrar así es la única manera de que la raza humana se sobreviva a si misma. Con estas pocas certezas para mi es suficiente, no necesito creer en las enseñanzas de esos charlatanes, además, creo que al final los administradores de la religión no resistirán la tentación de convertir la misma, en una herramienta para el control de la voluntad de la gente.-

Una racha de aire frío vino a interrumpir la conversación de la pareja y un jirón de   nubes cubrió el sol.

-Parece que se avecina una tormenta- Afirmó el cazador al tiempo que empujaba suavemente a su mujer para que se incorporase.

La pareja se dirigió al poblado. En la entrada de valla que habían levantado tras la guerra, esperaba dormitando el perro de Kiri, que al percibir la presencia de la pareja comenzó a mover el rabo. Se incorporó perezoso, se estiró tensando su marcada musculatura y bostezó abriendo mucho la boca, dejando ver sus afilados dientes. Uma se dirigió al fuego donde las mujeres se afanaban en la preparación de la comida y Kiri se acerco a un grupo de hombres que conversaban. Su inseparable compañero de aventuras, le siguió y se acostó junto al grupo con las orejas muy tiesas para no perderse nada de la conversación de los cazadores.

FIN
Alicante 1 de enero de 2012.

Dr Miriquituli.