viernes, 28 de noviembre de 2014

LATROCINIO LEGAL


Las noticias sobre la corrupción, imputaciones, acusaciones, excarcelaciones y escándalos varios siguen su goteo incesante. El penúltimo en saltar a esta bochornosa palestra ha sido el presidente de la junta de Extremadura, el popular Jose Antonio Monago, otrora la “cara amable” del PP y hoy un individuo vilipendiado por propios y extraños ¿Todo porque? Pues nada más y nada menos que por ser un hombre enamorado… Al menos antes lo era, de la muy bella señorita Olga María Enao, natural de Tenerife y correligionaria del líder extremeño.

 

Monago, si yo te entiendo… Por echar un casquete yo he hecho cosas que vosotros no creeríais: Atacar naves en llamas más allá de Orión, etc, etc… cerca de las puertas de Tanhauser… eso si, siempre con mi dinero. Vamos “Monaguillo” que te han “pillao con el carrito del helao” Como dimitir, no vas a dimitir, al menos devuelve la pasta que a todos nos gusta echar una canita al aire de vez en cuando, pero vamos cortos de efectivo en parte por el mucho dinero que nos quitáis los gestores de lo público.

 

Después de este cariñoso tirón de orejas al político vividor-follador del mes, le voy a dar una pasadita a unos verdaderos artistas del choriceo, las multinacionales del sector de la energía, eléctricas, petroleras, etc.

 

Decía un señor que conocía yo “robar no es vergüenza, vergüenza es que te pillen” Frase lapidaria, pero llena de verdad. Estos señores del sector de la energía han encontrado la formula para que no les pillen nunca, al menos legalmente por que ellos son los que dictan las leyes en su sectores respectivos.

 

La luz ha subido más de un 60% en los cinco últimos años y la gasolina un 35% en los últimos tres, incrementos ambos muy superiores a los del precio del petróleo, del carbón, el gas y por supuesto a los costes de producción de las energías renovables, las mismas que estas empresas han monopolizado legalmente, llevando a la ruina a miles de pequeños inversores en fotovoltaica e impidiendo virtualmente por ley la auto-generación energética.

 

Cuando me mudé a mi actual vivienda creo recordar que el gasoil para calefacción andaba por los treinta y tantos céntimos, ahora anda por el euro. Desde estas beneméritas corporaciones nos han presentado todo tipo de caros sistemas de climatización “eficiente” ofreciéndose incluso a generosamente financiárnoslos para luego cambiar las tarifas que tras el cambio, ya no resultaban ni mucho menos tan convenientes.

 

Con los primeros fríos me vienen a la mente las muchas personas que conozco que viven con poco más de 400 € de la ayuda que el gobierno da a quien ha agotado la prestación por desempleo. Yo, sin pasarme mucho encendiendo la calefacción, gasto desde mediados de octubre hasta abril más o menos unos mil litros de gasoil. Vivo en la meseta y tengo una casa relativamente grande en dos plantas, pero soy de andar con ropa en casa, y de dormir tapadito con un buen edredón con los radiadores apagados. Esto parece lo mínimo razonable a estas alturas del siglo XXI. Lo que no parece tan de recibo es tener que hacer la vida en una sola habitación de la casa y tener que irse a la cama con una bolsa de agua caliente como hace cuarenta o cincuenta años hacía la gente y esto, con muy buena voluntad, es a lo que pueden aspirar millones  de personas en este país, que tienen tan cortos recursos económicos como los que describo, ya que al final todos, no tenemos más remedio que recurrir a estos vampiros para calentanos, dar la luz o hacer funcionar nuestros electrodomésticos. Para más INRI, no se si saben que recientemente el gobierno ha denegado la petición solicitada por varias asociaciones benéficas para que las eléctricas no puedan cortar el suministro a las familias más desfavorecidas que no pudiesen pagar su recibo. En fin… ¡Una auténtica vergüenza!

 

Por último, al hilo de lo dicho anteriormente no quiero dejar de hablar del tan traído y llevado tema de las prospecciones petrolíferas en Canarias realizadas por la multinacional Repsol. El otro día oía en una tertulia radiofónica al director del ABC, el periodista Rafael Marhuenda hablar sobre el tema. “Defender a Repsol es defender la marca España” Hay gente que o bien equivoca las cosas o nos quiere hacer comulgar con ruedas de molino. Repsol es una empresa multinacional… con sede en España, pero Repsol no es España ni España es de Repsol aunque a tenor de lo sucedido entre la armada española y los activistas de Green Peace así lo parezca. El caso es que un barco de la organización ecologista trató de impedir los sondeos de la petrolera y una patrullera abordó una lancha hiriendo gravemente a una activista de nacionalidad italiana ¡Que gran imagen para la marca España! Bien es verdad que Green Peace, una organización más interesada en salir en las fotos de los medios de comunicación que en defender efectivamente el medio ambiente, no actúa de igual modo contra las prospecciones marroquíes a tan sólo unas pocas millas marítimas de las españolas, pero la repercusión internacional del caso ha sido enorme.

 

En este asunto, como en todos los relacionados con temas energéticos existe una opacidad informativa total. No se explica el inevitable daño ambiental que produciría la extracción de crudo, ni las repercusiones que para el turismo, la principal actividad económica de las islas, tendría este impacto ambiental. Para la ocasión, la transnacional Repsol se envuelve en la bandera roja y gualda según su conveniencia y lanza una fuerte campaña de intoxicación hacia la opinión pública desde los principales medios de comunicación (Medios que como supondrá cualquiera con dos dedos de frente, son de “la banda”) Tal vez lo que tendrían que hacer en este caso, sería decirle a los canarios y al resto de los españoles: cuanto se va a abaratar el precio de los carburantes si al final se encuentra petróleo bajo el subsuelo marítimo de las Islas Afortunadas, aunque me temo que esa información la conocemos todos sin que Repsol nos diga nada. Pues eso, nada…

 

Desde Dr Miriquituli siempre abogaremos por el medio ambiente y por las energías renovables, aunque de momento no somos partidarios de renunciar a ninguna opción en el tema energético, esto no quita para que como al resto de los ciudadanos, tampoco nos guste que nos tomen por idiotas.

 

Sean todo lo felices que puedan tal y como está el patio.

 

Dr Miriquituli.

domingo, 9 de noviembre de 2014

9-N


Como no soy un político puedo ser políticamente incorrecto y decir las cosas tal y como yo las veo y como creo que también las ven muchas personas normales y corrientes sobre lo que ha ocurrido hoy en Cataluña.

 

Hagamos un ejercicio memorístico y recordemos un poco como ha sido la relación de los sucesivos gobiernos de la España democrática con los nacionalistas catalanes y también con los vascos:

 

Esta relación ha oscilado siempre entre el rechazo de los partidos españoles, siempre cara a la galería, a las tesis nacionalistas y el conchabeo más vergonzoso en cuestiones económicas. Aún tenemos en la retina los besamanos del antaño honorable Jordi Pujol en Vaqueira Vertet con el Rey Juan Carlos o a Jose María Aznar afirmando que “hablaba catalán en privado” al necesitar de los votos nacionalistas para gobernar en las primeras elecciones que ganó el PP por mayoría simple ¡Bochornoso!

 

A los apaños politicos/dinerarios entre los golfos españoles y los catalanes, se ha sumado durante décadas la dejación en manos nacionalistas de un tema tan importante como es la educación. Lo verdaderamente peligroso del nacionalismo no es amar a un determinado territorio, casi todos amamos nuestra tierra, si no sentirse diferente/superior a la gente que habita otros lugares. Nada ha sido más pernicioso para la convivencia edificada con mimo durante siglos entre los catalanes y el resto de españoles que esta cesión. El idioma catalán, al que por supuestísimo hay que proteger y cuidar como el tesoro cultural que es, se ha impuesto como única opción educativa en Cataluña. Este modelo educativo aplicado a una segunda generación de catalanes hijos de la emigración desde el resto de España, ha creado una masa de nacionalistas de nuevo cuño más papistas que el Papa.

 

Unido a lo anterior, la idea que definitivamente más gasolina ha arrojado sobre el fuego nacionalista, ha sido ese slogan simple pero certero orientado hacia los muchos descontentos, que al igual que en el resto de España hay en Cataluña: “España nos roba” ¡Magistral! Ya tenemos el elemento aglutinante que nos faltaba, un enemigo exterior. La crisis les ha venido que ni pintada a los separatistas para culpar a ese ente maligno y represor llamado Madrid de todos los males económicos que aquejan a los catalanes… exactamente los mismos que al resto de los españoles.

 

Nunca creí que llegase a añorar a un tipo como Jose Luis Rodríguez Zapatero, pero visto lo visto, su actuación ante el llamado Plan Ibarreche fue impecable, todo lo contrario de la de Mariano Rajoy y su gobierno ante el referéndum del 9-N. El gobierno autonómico catalán ha conseguido escenificar con un relativo éxito de participación (según sus números, cerca de dos millones de personas, seguramente casi todos incondicionales del independentismo) ante la opinión pública internacional, en un día tan simbólico como el de hoy, veinticinco aniversario de la caída del muro de Berlín, un paisaje de urnas llenas y colas de ciudadanos para votar. Siempre había tenido a Rajoy por un tipo habilidoso, capaz de esquivar las navajas voladoras que propios y extraños arrojaban contra su cabeza, así como de desembarazarse de los rivales capaces de hacerle sombra, pero esta vez no… ¡Artur Mas se la ha clavao doblada!

 

Decía Ortega y Gaset que el problema catalán “no tiene solución” Tal vez esto sea verdad, pero algo que no se ha solucionado en más de quinientos años a lo mejor ha pasado de ser un problema a ser un accidente más en el paisaje de este “país collage”. De momento, hay que neutralizar la ventaja obtenida por los independentistas con esta demostración de fuerza. Cara a un inevitable diálogo, este diálogo ya era inevitable antes del 9-N pese a que el gobierno no lo ha querido ver y ahora se ha vuelto perentorio, habrá que hilar muy fino. A pesar de todo, creo que es más difícil romper lo unido por siglos de relaciones que, que permanezca unido aunque no como hasta ahora. Pero bueno, no se fíen, no hay nada a prueba de idiotas… son/somos muy ingeniosos.

 

Dr Miriquituli

viernes, 7 de noviembre de 2014

DE ARRIBISTAS Y COLETAS.


Al escándalo de las tarjetas “Black” le ha seguido la operación “Púnica” que a sacado a la luz la enésima  trama de corrupción política de los últimos tiempos en España. Y es que digan lo que digan los opinadores “autorizados” que afirman que la mayoría de nuestros políticos son honrados, la impresión que tiene el ciudadano de la calle es de que lo público es un erial poblado por chorizos, trincones, conseguidores, jetas y aprovechados… La desfachatez con la que nos roba esta tropa ha llegado a unos límites insoportables. Los políticos electos, los antaño gurús de la economía y los prohombres entregados a elevadas causas nacionales, se han destapado como unos vulgares saqueadores del dinero público, los ahorros y las ilusiones de la gente humilde que los elevo a tan altas dignidades sin que el castigo ejemplarizante que cabría esperar por sus execrables delitos les llegue al menos de momento. En este contexto, no es extraño que aparezcan personajes como el tal Francisco Nicolás al que los medios de comunicación han bautizado como “el Pequeño Nicolás”

 

A la gente le resulta algo simpatico este individuo con la cara mas dura que el hormigón armado; a mí no me hace ni puta gracia, más allá de lo rocambolesco o esperpéntico que pueda resultar el asunto. Me parece un reflejo del grado de podredumbre al que hemos llegado. Este fachilla de nuevo cuño, heredero de los antiguos JASP. Joven Aunque Sobradamente Preparado, que en estos tiempos inciertos han mutado JASR. Joven Aunque Sobradamente Relacionado (La preparación ha sido substituida por el “arte” de saber dar palmaditas en las chepas adecuadas). Se ha codeado, o al menos ha conseguido dar esa impresión, con casi todos los personajes importantes del PP, destacados empresarios e incluso llegó a colarse en la coronación del mismísimo Felipe VI. Ha conseguido fotografiarse con toda esa gente e introducirse en esos selectos cenáculos como si de un VIP más se tratase ¿Por qué un arribista semejante ha pasado desapercibido en estos círculos? Por que desgraciadamente el pelaje de nuestra clase dirigente no se diferencia mucho, por no decir nada, del del Pequeño Nicolás. Y ya no hablo más de este fulano por que el tema me pudre mogollón.

 

Esta semana ha salido la última encuesta del CIS sobre intención de voto de los españoles, previa filtración de los resultados la semana anterior. No me aventuro a dar un dictamen sobre la intención de dicha filtración ya que no se a quien beneficia o perjudica. El caso es que dicha encuesta vaticina una debacle electoral de los dos grandes partidos tradicionales y la imparable ascensión de Podemos como nueva primera fuerza política. Lo dicho, no se cual es la intencionalidad de la filtración: si movilizar a los votantes desmotivados del PP o aumentar el impulso que los casos de corrupción han dado al partido de Pablo Iglesias, el cual amenaza con fagocitar al resto de fuerzas de la izquierda tradicional. Estas dos razones o una combinación de ambas u otra que a mí se me escapa pueden haber sido los motivos del soplo.

 

Yo, hay días en los que me levanto siendo muy de Podemos… desgraciadamente, en el pasado nos engañaron muchas veces los que enarbolaban la bandera roja y además a este partido y sobre todo a su líder Pablo Iglesias, un potentísimo grupo  mediático les ha hecho la campaña electoral a golpe de aparición en todos los programas de debate habidos y por haber ¿Por qué?

 

Algo en Podemos no acaba de cuadrar y eso obviando melonadas como esas de dar altavoz a los antiguos etarras o su gusto por apolillados militronchos en chándal que llevan muchas décadas jodiendo a su pueblo. Nadie da nada por nada y menos las empresas mediáticas…

 

No se, ya les digo, me debato como muchos conciudadanos: entre las ganas de darle su merecido a la “casta” responsable del saqueo que no cesa, votando a podemos (Es lo que este partido anuncia a bombo y platillo que va a hacer cuando llegue al poder) o no creerme nada y abstenerme de votar en este sistema tramposo, con lo cual todo seguirá igual que hasta ahora. En cualquier caso, espero que siempre me quede el recurso al pataleo, diciendo en este blog como me parece a mí que son las cosas.

 

Lo que en las últimas semanas venía siendo un otoño seco y en exceso caluroso, parece que finalmente retorna a los cauces habituales. Tal vez estemos todavía a tiempo de salvar la temporada del níscalo. Deséenme suerte en mi empeño recolector otoñal y sean tan felices como esta gente molesta de la que les hablo les permita ser.

 

Dr Miriquituli

domingo, 26 de octubre de 2014

CON LA MOSCA DETRÁS DE LA OREJA


Vuelve el puñetero veranillo del membrillo como una maldición para todos los que como Jeanette tenemos “un corazón de poeta” y el oro viejo de las hojas de los árboles otoñales nos provoca una congoja sensiblera propicia al advenimiento de las musas. Un anticiclón se ha hecho fuerte en la Península Ibérica y lleva camino de joder lo que prometía ser un año glorioso en la recolección de setas silvestres. Esperemos que pronto vuelva la lluvia haciendo que el paso del verano al invierno no sea tan abrupto como la experiencia nos dice que es los años de verano interminable.

 

Con el repentino buen tiempo se ha reactivado con fuerza la actividad de los insectos, en especial la de esa familia tan molesta conocida genéricamente como moscas, voy a narrar mi experiencia con algunas de ellas.

 

En el difícil intento de bajar del peso crucero al semipesado, trato de hacer cinco comidas al día. Comer poco pero muchas veces, esa es la regla de oro de la alimentación del deportista de “elite”, por eso me llevo almuerzo al trabajo. Por no tirar la basura todos los días, algunas peladuras de fruta han fermentado en la papelera de mi despacho dando lugar a la eclosión de un enjambre de drosophilas melanogaster  o moscas de la fruta. He retirado y lavado la papelera donde eclosiono la plaga de pequeñas moscas rojitas, pero un creciente número de ellas sigue volando por mi oficina, ajenas a que su final está cada vez más cerca. Cualquier madrugada clara que baje la temperatura por debajo de los cero grados centígrados, serán solo un recuerdo difuso del buen tiempo.

 

El finde pasado por fin pude meter  mano a la finca, que buena falta le hacía... El trozo donde tengo mis animales, unos dos mil metros cuadrados, llevaba sin limpiarse desde el principio del verano, algo más de tres meses. Contando sólo al perro cuyos excrementos con mucho son los más asquerosos de la “granja Miriquituli”, a razón de dos al día por cien días aproximadamente, nos dan la nada despreciable cantidad de unas doscientas cacas de perro. El perro, teniendo espacio, caga todo lo lejos que puede del lugar donde come y bebe, en este caso en una zona  donde aunque seca permanece aún una buena parte de la hierba que creció la pasada primavera. Mi trabajo en la finca el pasado fin de semana ha consistió en retirar esos cientos de excrementos de perro situados en zona difícil. Para este fin me he servido de una especie de escoba-rastrillo de láminas de acero y una pala. Según rastrillaba-barría las cacas, la hierba vieja se desprendía dejando una alfombra rala de hierba nueva, que seguramente no llegara a florecer ni espigar, muriendo con las primeras heladas. El caso es que esa hierba muerta mezclándose con los moñigos hacía algo menos asquerosa mi ingrata labor. Mientras llevaba las carretillas al estercolero que hay justo en el límite del terreno, un enjambre de moscas rabiosas de las variedades musca domestica y chysomya megacephala o “mosca  de los excrementos”  acometía enérgico el montón de zurullos que removidos del suelo se presentaban con renovada jugosidad ante los ojos compuestos de los fastidiosos bichos.

 

Para este fin de semana que se presenta igual de soleado, tengo prevista la limpieza de lo que queda. Esto son palabras mayores ¡Catorce carretillas de estiércol del borrico saqué la última vez! La limpieza de la cuadra y el corral de Homero, tiene algunas ventajas sobre la que llevé a cabo la semana pasada en el terreno donde se alivia mi perro Canelo. La caca está localizada en pocos metros cuadrados y de largo los excrementos de un herbívoro estricto son mucho menos asquerosos que los de los animales que consumen carne de otros animales. Localizada en los establos se encuentra otra insecto conocido como “mosca” es la stomixys calcitrans conocida coloquialmente como “mosca brava o mosca de establo” este verano he sufrido en mis piernas desnudas los mordiscos de este despiadado bicho.

 

Mientras limpio, saco al burro a pastar  algunas plantas que permanecen verdes hasta la llegada del frío. La hierba nueva, algo falta de agua, no parece que a ojos del jumento represente una comida lo suficientemente sustanciosa aún. Al paso que va el otoño, seguramente no lo sea hasta la próxima primavera. Mientras pasta los matorrales antes mencionados, al poco rato observo como cabecea y sacude las orejas con desesperación. Pese a que el interior de sus orejas está lleno de un pelo largo y fino, unas pequeñas mosquitas se introducen dentro, se adhieren a las paredes y le chupan la sangre al pobre Homero. Con un trapo le limpio el interior de las orejas. Cuando saco el trapo este sale lleno de hematobias irritans aplastadas y ahítas de sangre. Si la insectación es muy grande, la sangre podría llegar a chorrearle de las orejas al burro. He probado varios repelentes de insectos, en spray, rollón y collar, todos son poco efectivos. Lo único que parece evitar que estos bichos ataquen al sufrido animal, es untarle el interior de las orejas al borrico con un trapo empapado en aceite. Esto no repele a las mosquitas, pero al menos impide que se le puedan pegar a la pared interior de la oreja para alimentarse de su sangre como minúsculos vampiros.

 

Por último, aunque no voy a cambiar ahora nada ya que es más bien una labor de primavera que de otoño, querría hablarles de cómo combato otra plaga de moscas. El bichejo en cuestión es la bactrocera oleae o “mosca del olivo” que se alimenta de la pulpa de la aceituna afeando su aspecto y calidad. Esta resulta la plaga más grave en términos económicos que afecta a esos chaparros árboles-monumento de dura madera gris. En la agricultura comercial convencional se utilizan profusamente substancias insecticidas que al final acaban en los estómagos de golondrinas, murciélagos y otros muchos animales insectívoros, o lo que es peor, en los nuestros, al consumir el aceite o las aceitunas tratadas con estos nocivos productos. El remedio que utilizo para combatir esta plaga es: colocar cada dos o tres árboles unas botellas de plástico (Las de agua de litro y medio son perfectas) rellenas a la cuarta parte con una mezcla de agua, vinagre y un poco de azúcar.  A las botellas se les pone un trocito de alambre para fijarlas a las ramas y se les hacen tres o cuatro agujeros en el cuello de la botella para que puedan penetrar los insectos atraídos por el olor de la mezcla. En poco tiempo la botella estará llena de moscas, de las del olivo y de otras muchas, así como de algunas avispas y maripositas y es que en cualquier guerra, aún en esta guerra química casera, siempre hay daños colaterales…

 

Dr Miriquituli.

 

 

 

viernes, 10 de octubre de 2014

IMÁGENES DEL OTOÑO


El otoño es pérdida, pero también es esplendor caduco de un verano que nos deja. Como oro viejo, nos regala sus últimos brillos antes de tornarse pardo y plata de escarcha en las madrugadas claras. En los últimos días he sido testigo de algunas estampas bellísimas y con el tosco pincel de la palabra me gustaría intentar retratarlas…

 

Imagen Primera. Las Golondrinas

 

Una ola lejana de nubes barre a las últimas golondrinas. Los ágiles pájaros, como peces en un mar que crece de espuma oscura, retroceden ante el avance implacable del gris. Las nubes momentáneamente se van y dejan paso a un sol templado, pero las golondrinas ya no están ahí. Volverán cuando del oro se empiece a retirar el rasgado velo gris. No quiero pensar en ello, ya para eso todavía queda una eternidad…

 

Imagen Segunda. El Imperio Hormiga

 

Desde los ojos del suelo millones de ojos más pequeños esperan que el gris barra hacia el Sur a las últimas atareadas golondrinas, entonces salen a miles ¡A millones! Las hormigas con alas, lentas y torpes en su vuelo, al fin están a salvo de los picos y las negras alas curvas. Las hormigas extienden su imperio implacable falto de imaginación. Categorización estricta, no hay individuos diferentes, objetivos comunes, es el Imperio Hormiga. Gordas gotas de lluvia revientan contra el suelo y tras la última demostración de fuerza, el Imperio Hormiga se retira a sus dominios subterráneos. Son gente piadosa estas hormigas y no quieren ofender a quien quiera que haya ahí arriba. Aún le quedan al Imperio Hormiga algunas escaramuzas que pelear antes de que el suelo de cristal fino cruja bajo mis botas…

 

Imagen Tercera. La Silla del Gigante.

 

Mirar desde lo alto de una montaña es como sentarse en la silla de un gigante. El velo gris de las nubes se extiende a mis pies brillando bajo la bola de oro del sol. Un ropaje verde de bosque cubre el cuerpo y las piernas del gigante que se hunden más abajo del velo gris luminoso. A lo lejos, sobre otra silla de gigante vacía, un grupo de buitres vuelan morosos dibujando amplios círculos. Creo que son buitres por que realmente no soy un gigante, si no sabría que realmente sólo son moscas…

 

Imagen Cuarta. El bosque.

 

Bajo la luz gris tamizada por las hojas, siguiendo una incierta senda que zigzaguea entre los árboles, desciendo por una empinada ladera alfombrada de verdes helechos. Algunos troncos caídos recuerdan viejas escaramuzas de los gigantes o quizá de las hormigas. De la tierra blanda surgen pequeñas flores delicadas de azafrán silvestre y hongos, hongos casi esféricos, como burbujas. Es como si el suelo del bosque burbujeara a un ritmo lento, como de gigante. Esa noche sueno que ando por el bosque y surgen a cientos las burbujas pardas de los hongos. En su interior encierran el oro y el gris que el bosque ha atrapado hace mucho tiempo bajo el suelo. A lo mejor al final va resultar que si soy un gigante…

 

Imagen Quinta. El Parque tras el Cristal.

 

Los antiguos castaños de indias del parque, comienzan a mudar su ropaje verde por uno de oro viejo. Llueve de manera implacable sobre la ciudad. Un gran número de hombres, hombres-hormiga, se afana en cosas sin importancia de esas que llenan el plato y pagan las facturas. Los hombres hormiga tienen un poco de hormiga y un poco de gigante, pero realmente no saben muy bien a que carta quedarse. Un hombre viejo mira al parque con sus ojos grises tras el cristal de una ventana. Apenas les dedica un vistazo fugaz a esos hombres-hormiga que bregan bajo la lluvia. Él, no hace mucho que fue uno de ellos. Un brazo se le secó por una enfermedad, como si se tratase de la rama seca de un árbol, como esos que ve desde detrás del cristal. Aunque seco, el brazo aún le duele. Se lo acaricia con la mano buena para darle algo de calor y mira de nuevo a los árboles del parque con sus ojos grises. El gris de se funde con el oro viejo de las hojas de los castaños en los ojos del anciano. Tal vez piense en el día, aún lejano, en que vuelvan las negras golondrinas empujando el velo gris que hoy cubre la esfera de oro del sol, o tal vez piense en otra cosa, más inmediata, más prosaica. Tal vez añore el tiempo en el que fue un hombre-hormiga…

martes, 7 de octubre de 2014

POR LA INEPTITUD ENTRA LA PESTE


Nunca es mi intención hacer leña del árbol caído, pero es que en el solar patrio últimamente llueve sobre mojado…

 

Ayer se dio a conocer el primer caso positivo de ébola en Europa, y como no, este se ha producido en España. Seguro que no hay ningún español en las quinielas para los premios Nobel y eso responde a que la academia sueca no entrega ninguno al más inepto o al más gilipollas, si lo hicieran, desgraciadamente, tendríamos un saco de premiados entre los miembros de nuestras clases dirigentes.

 

Yo no conozco la razón por la que trajeron a España a Manuel García Viejo y a Miguel Pajares, los dos médicos religiosos que se infectaron en África ¿Para que estuvieran en su país y con sus familiares en previsión de un fatal desenlace? ¿Para poderlos tratar con más medios sanitarios que en los países donde contrajeron la enfermedad? O siendo un poco maligno ¿Para obtener material con el que investigar sobre la terrible enfermedad?

 

En el primer caso, poco calor humano podrían brindar a los contagiados sus seres queridos, teniendo en cuenta las estrictas medidas de aislamiento en las que debían ser tratados.

 

Tratarlos con más medios sanitarios, bueno… En el actual contexto de recortes, no se si el derroche de medios empleado para repatriar y tratar en España a estas dos personas es lo más coherente y más con tan poca eficacia como los hechos han demostrado.

 

En cuanto al pensamiento malicioso, siempre de mi cosecha, de traérselos para investigar, lo más fácil, barato y menos arriesgado hubiera sido enviar muestras biológicas de estos y otros pacientes para tratar de hallar un remedio a la enfermedad del ébola. Supongo que esto ya se estará haciendo, (O no… como dice nuestro presidente cuando se pone misterioso)

 

La repatriación de los religiosos infectados no es una cuestión de más o menos merecimiento. Los meritos de estos misioneros nadie con dos dedos de frente puede ponerlos en duda. No es esa la cuestión. Cualquier persona, aunque sea un criminal abyecto, merece todos los cuidados médicos que precise para salvar su vida y recuperar la salud, pero las autoridades, las autoridades sanitarias deben ante todo velar por la salud pública y sopesar muy bien los riesgos que se deben correr. Al final creo que con este irresponsable gesto hacia la galería, el gobierno ha querido dar una de cal para compensar la perdida de entusiasmo de sus votantes ultra católicos, ante la retirada de la ley del aborto. Esto por supuesto es otra maldad made in Dr. Miriquituli, que usted querido lector, puede suscribir o no…

 

Ana Mato, esa señora que tenía en su garaje “sin darse cuenta” un Jaguar pagado por el “el Bigotes”, el mismo que pagaba las fiestas de cumpleaños de sus ninios, como ministra de sanidad esta al frente de la gestión del problema. Podemos estar tranquilos.

 

La comunidad de Madrid ha pedido permiso al marido de la enferma para sacrificar a su perro Excálibur. Si el afectado no accede, pedirán una orden judicial para entrar en su casa y matar al chucho. Muerto el perro se acabó la rabia…

 

En este caso, para que la mierda no salpique más arriba, habrá que buscar un chivo expiatorio y quien mejor que la infectada Teresa R R ya que la pobre tiene todas las papeletas para morirse (Esperemos que no) y no podrá defenderse cuando la acusen de extender la enfermedad (También esperemos que no) a causa de su negligencia profesional.

 

Seguramente, que el ébola llegase a España era solamente cuestión de tiempo en este mundo globalizado en el que vivimos, pero el imprudente traslado de estos enfermos y la posterior infección de la auxiliar de enfermería que los atendía, han adelantado esta llegada. La lucha contra el ébola es una lucha contra el tiempo, el tiempo necesario para encontrar la cura y la vacuna. En esta lucha cada minuto cuenta y cada minuto de más supone la muerte de personas, una muerte horrible tras un muro hermético de plástico, sin el calor de un marido, un padre o una madre y en este caso, ni siquiera del perrito Excálibur que te ladre.

 

Esperemos que la enferma pueda reestablecerse y que no se cumplan las peores predicciones con respecto al contagio…

 

Dr Miriquituli.

 

 

viernes, 12 de septiembre de 2014

EL OCASO DEL BOXEO EN ESPAÑA


El boxeo es el deporte de combate por excelencia, tanto por número de aficionados como por los grandes ingresos que genera. Han existido y existen diversas modalidades locales de boxeo: Boxeo francés, boxeo irlandés, boxeo tailandés o muai tai, etc. pero yo me voy a referir al boxeo inglés, de largo la modalidad más popular.

 

Las leyes del boxeo actual fueron establecidas por un lord escocés, el marques de Queenbery. El bueno del marqués, un destacado sportsman en su juventud y un gran bebedor de güisqui en su madurez, además de famoso por poner negro sobre blanco las reglas del noble arte, también lo fue por el sonado pleito que mantuvo con el escritor Oscar Wilde, el cual mantenía una relación homosexual con su hijo primogénito. Bueno, tengamos en cuenta que estamos hablando de la Inglaterra Victoriana y eso de poner mirando a Cuenca al primogénito de un lord, parece ser que no era por aquel entonces cosa demasiado bien vista…

 

En España el boxeo fue un deporte de masas hasta los años 90 del pasado siglo. Desde el mítico Paulino Uzcudun, al que en Módena, en presencia de Musolini y demás gerifaltes del Fascio, birlaron el campeonato mundial de los pesos pesados en su combate con el gigante Primo Carnera, pasando por los malogrados Urtain y Pedro Carrasco, el gran Perico Fernández o Alfredo Evangelista; que perdió a los puntos en un dignísimo combate por el campeonato mundial de los pesos completos con el mismísimo Mohamed Alí. Poli Díaz “el Potro de Vallecas” fue la última gran estrella española del deporte de las doce cuerdas.

 

Policarpo Díaz, un chico del barrio de Palomeras en el distrito de Vallecas, una zona de Madrid muy castigada por la pobreza y la marginalidad, era un púgil rocoso del peso ligero. Con buena técnica y mano pesada, a los 22 años ya era campeón de España y de Europa, títulos que revalidó en numerosas ocasiones. La verdad es que en el continente europeo no había quien le tosiera, lo que pronto hizo que se planteara cruzar el charco y enfrentarse a las estrellas norteamericanas o mexicanas de su mismo peso, donde pensaba que se encontraba su autentico nivel.

 

A decir de las malas lenguas, la trascendental decisión de con quien se pegaba el Potro, se tomó por importantes personajes de este país, frente a una copa de coñac francés en un invernadero lleno de bonsáis. Poli ya tenía su combate por el campeonato del mundo de los ligeros frente a Pernell Whitaker, the Sweet Pea (El Guisante Dulce) un auténtico poeta del ring. Poli Díaz, para nada un deportista disciplinado, era en esa época la estrella de todas las fiestas y saraos de la capital. Llegó pasado de peso y con tan solo diez días para preparar el combate, no tuvo nada que hacer. Whitaker le bailó desde el round 1 al 12, perdiendo a los puntos su asalto al título mundial.

 

Todos los famosos que acudían a sus combates y le reían las gracias, desaparecieron como por ensalmo. La posterior conducta “poco ejemplar” del Potro, con adicciones a drogas y episodios de violencia callejera, así como otros escándalos a nivel internacional, cambiaron la opinión que del boxeo transmitían los grandes medios de comunicación españoles, pasando a considerarlo como algo violento y proscrito, propio de brutos con pocas luces.

 

Después de Policarpo Díaz ha habido y hay grandes púgiles españoles que han alcanzado logros importantísimos a nivel internacional. Las veladas son un éxito de público, así como la transmisión de pago de los combates por parte de Marca TV, el único medio de comunicación importante que sigue apostando por el noble arte en España. Por todas partes surgen gimnasios donde una joven generación de chicos y chicas derrocha ilusión y trabajo. Aún así desde la derrota del Potro, ningún otro púgil ha vuelto a tener la etiqueta de héroe popular que tuvo el de Vallecas, ni el boxeo la consideración de antaño.

sábado, 23 de agosto de 2014

UNA SEMANA EN LA PLAYA día 2

Las camas eran todavía peores de lo que Manolo había imaginado. Además los mosquitos se habían cebado con su familia. Sobre todo con Andreita, a la que su madre en medio de la noche había tenido que untar de repelente todas las partes del cuerpo que el pijama de verano dejaba al descubierto y además suministrarle un antihistamínico por vía oral.

A las 6,30 de la mañana la urbanización dormía. A Manolo le había petado la aplicación del móvil “Running hard on the beach” y con la mierda de cobertura 3G que tenía en aquel lugar era imposible actualizarla. Tras varios intentos infructuosos, finalmente decidió correr a la antigua usanza: Como Filípides entre Maratón y Atenas, pensó. Luego descartó ese pensamiento, ya que el mítico corredor griego la había palmado después de llegar a Atenas y notificar a las autoridades la victoria ateniense sobre los persas… Hizo unos estiramientos antes de entrar en la playa y se puso a correr por la parte dura de la arena. Manolo corrió aproximadamente tres cuartos de hora. Luego hizo unos abdominales y unos estiramientos. En estas estaba cuando tras la duna apareció un gorro blanco inconfundible. Era la Gorda de la Nectarina con una sombrilla y un par de sillas plegables. Manolo se escabulló y observo sin ser visto los movimientos de la mujer. Esta clavo la sombrilla y dejó las dos sillas abiertas tomando posesión de ese sector de la playa. Luego cuando se fue la Gorda, Manolo se acercó a la sombrilla y estudió el terreno. La playa estaba vacía, entonces Manolo Fernández se bajó los pantalones y defecó en ambas sillas, un buen moñigo para cada una…

Tras comprar media docena de porras en un remolque churrería, Manolo, de un humor excelente, preparó una cafetera de café bien negro en la pequeña y ahora limpia cocina del apartamento. Primero Conchi y luego Andreita se despertaron mucho más relajadas que la víspera. Desayunaron todos juntos, luego recogieron la casa y finalmente se fueron a la playa. Allí estaba, con su eterno gorro blanco de “Pinturas Fermín” la Gorda de la Nectarina abroncando al Calvo de Bigotes, el cual sumiso, estaba lavando las sillas en la orilla con un estropajo y Fairi. Había sido un ataque con daños colaterales, pero así es la guerra… La familia Fernández Martínez tomó posiciones una fila por detrás de la gorda. ¿Tanto madrugar para que? Al final daba lo mismo una fila delante o una detrás, pero es que hay gente que es muy agonías…

Andreita hizo amistad con unas niñas de la urbanización. Vino muy contenta hasta la sombrilla donde estaban sus padres a pedirles permiso para quedar con aquellas niñas después de la siesta. Como buena madre, Conchi fue a informarse de quien eran las nuevas amigas de su hija. Para sorpresa de Manolo eran nietas de… Claro que si ¡De la Gorda de la Nectarina! Resulta que la buena mujer se llamaba Dolores y su marido Vicente, ambos naturales de Motilla del Palancar provincia de Cuenca. Manolo exhibió su sonrisa más falsa cuando le presentaron al maduro matrimonio, pero percibió que a la gorda no la podía engañar con sus buenos modales. Aquella mujer era el mismísimo demonio y Manolo sabía que ella sabía que él había sido el autor de la cagada matutina sobre sus sillas de playa. Ambos callaban, pero ambos eran conscientes de la guerra secreta en la que peleaban sin que sus seres queridos se dieran cuenta de la misma.

La familia Fernández Martínez estaba en el apartamento a punto de sentarse a comer macarrones con tomate y chorizo y unas pechuguitas de pollo a la plancha, cuando sonó el timbre. Era una de las nietas de Dolores, la Gorda de la Nectarina, que venía a traerles un plato de croquetas recién hechas. Conchi y Andreita las encontraron deliciosas pero Manolo no quiso ni siquiera probarlas.

-Pero si a ti te encantan las croquetas…- Afirmo Conchi conocedora de los gustos culinarios de su marido.

-Están buenísimas papa. Deberías probarlas-

-No hija. Muchas gracias. El caso es que se me ha quitado el hambre…- Dijo Manolo Fernández con un nudo en el estómago al haber puesto en serio riesgo de envenenamiento a sus dos seres más queridos.

Manolo no pudo pegar ojo a la hora de la siesta atento a cualquier queja de las chicas para salir cagando leches en dirección al hospital ante el más mínimo síntoma de intoxicación o envenenamiento. Pero no sucedió nada. A las cinco en punto como un clavo, el veterano cantaor del bajo comenzó a poner música, ajeno a las quejas que desde algunas terrazas le llegaban. Pero aquel era hombre de convicciones  firmes y consideraba que dormir más tarde de las cinco era cosa de afeminados y gentes de mal vivir. Pese a las muchas quejas sobre lo inapropiado de la hora o sobre el volumen de la música, no hubo nadie en la contornada capaz de apearle del burro.

Tengo que hacerme un rosario
Con tus dientes de marfil
Para que pueda besarlos
Cuando este lejos de ti…

Cantaba rotundo Juanito Valderrama en el radiocasete del tocho del bajo. Manolo nunca había comprendido la sutileza del piropo que encerraban aquellas coplillas. Se imaginaba a un individuo vestido en traje corto cordobés, arrancándole los piños con unos alicates a una bella morena en bata de cola. Como  hombre nacido después de la Revolución Francesa, aquel acto bárbaro le repugnaba, ya fuera por amor, por adoración o por una afición insana a la odontoestomatología con inclinaciones necrófilas. 

Viendo la cosa tranquila, Manolo cogió la puerta y se fue hasta el bar a tomarse un cafetito. En la terraza del bar “Albatros” vio a algunos conocidos. Vicente, el Calvo con Bigote marido de la gorda de la nectarina y Juan “para lo que haga falta”, compartían mesa con un individuo moreno con gafas de sol.

-¡Hombre Manolo! Siéntate con nosotros. Nos falta un jugador para el mus ¿Tu le pegas?- Dijo el socorrista haciendo sonar los hielos de su copa de pacharán.-

-¿Qué si juego al mus? Señores he de informarles de que están ustedes ante uno de los mejores jugadores vivos de mus del mundo… ¡Incluido Villaverde Alto!

Manolo pidió una consumición y una baraja al camarero y los cuatro improvisados amigotes comenzaron el juego. El mus es un gran invento capaz de separar a los avispados de los pardillos y para sorpresa de Manolo y Juan “para lo que haga falta”, que era su pareja en el juego, los avispados eran el calvo de bigotes y su compañero moreno con gafas de sol. Los rivales de Manolo se pasaban las señas con soltura sin ser detectados. Se daban mus ciego y otras virguerias similares,  cosas que para hacerlas bien, uno tiene que haber pasado muchas, muchas horas con las cuatro cartas en la mano. Finalmente, Manolo y el socorrista que perdieron la “vaquita” 6 á 1, tuvieron que pagar las consumiciones. El cuarteto mantenía una alegre tertulia en la terraza del Albatros, cuando de un edificio cercano al bar, surgió un inconfundible gorro blanco. Dolores “la Gorda de la Nectarina”. Visiblemente enfadada al hallar a su marido confraternizando con el enemigo, se puso a llamarle a gritos haciendo ostensibles aspavientos con los brazos.

-VICENTE VICENTE… SUBE AHORA MISMO QUE TE TENGO QUE DECIR UNA COSA.-

El calvo de bigotes, aunque llevaba bastante tiempo en la playa y estaba muy moreno, se puso blanco como una hoja de papel. Masculló una excusa y abandono precipitadamente la mesa para ir corriendo hasta el portal del edificio donde se encontraba su malévola esposa. El compañero de Vicente, el hombre moreno de las gafas de sol, al marcharse su coleguilla, también optó por darse el piro. Así que Juan “para lo que haga falta” y Manolo se quedaron solos apurando el último trago.

-¡Joder! Que miedo tienen algunos a la parienta…- Dijo Manolo Fernández haciendo tintinear los hielos del vaso de tubo.

-Tienen miedo con razón. Llevo algunos años como socorrista en esta playa y te puedo decir que tener miedo a Doña Dolores es una postura inteligente. Todos los años elige un enemigo y cuando este se va de aquí es un autentico guiñapo humano. Es una autentica maestra de la guerra psicológica…-

El autonomo vacacionante medito durante unos instantes ¿Seguro que le interesaba a él buscarse problemas con semejante mujer para siete días que iba a pasar allí? Pues no, la verdad… Manolo Fernández pensó que por su parte ya estaba bien, que a partir de entonces iba a tener la fiesta en paz. Al fin y al cabo Doña Dolores había tenido la gentileza de mandarles un plato de croquetas, que a decir de su mujer y su hija estaban exquisitas.

Manolo vio pasar a Andreita con las nietas de Doña Dolores y las saludó con la mano. Estas se acercaron hasta debajo de la terraza de su abuela y la llamaron. Informaron a la Gorda de la Nectarina de donde iban a estar y luego se marcharon con Andreita. Doña Dolores siguió con la mirada a las tres niñas mientras se alejaban, luego volvió la vista hacia la terraza del Albatros. Manolo levantó la mano en gesto amistoso. La Gorda de la Nectarina le observó fríamente y luego se metió dentro de casa sin devolver el saludo.

-¡Madre mía Manolo! Tú eres su victima de este año… Yo que tú liaba el petate y me marchaba a casa cuanto antes. ¡Esa mujer es implacable!-

-¿Por qué me voy a ir? Yo no le he hecho nada…-

El socorrista le dedicó una mirada a su amigo como de “A mí no me cuentes cuentos que ya llevo mucha playa”

-Vale si… Me cagué en sus sillas pero ella se me coló en el supermercado y además estoy casi seguro de que fue ella la que me jodió el intermitente del coche en el parking.-

-Mira Manolo, me caes simpático y ya sabes que puedes contar conmigo “para lo que haga falta” pero te has metido en un lío de los buenos. Te voy a contar brevemente la historia de la familia Peláez:

-Hace cuatro o cinco años, ya no lo recuerdo, vino a pasar sus vacaciones una pareja encantadora con un par de niños. Los Peláez venían llenos de ilusiones. Querían descansar, hacer un poco de deporte, comer bien… en definitiva, hacer durante unos pocos días las cosas que durante el año no podían hacer. Un incidente playero de poca importancia y varios encuentros desafortunados en establecimientos de la zona hicieron saltar la enemistad entre Dolores y el padre de la familia Peláez. Cuando las cosas tomaron un cariz chungo, Julio Peláez se quiso echar atrás, pero ya era demasiado tarde… Doña Dolores hizo su trabajo de minado de moral, día a día, como la gota que cae sobre la piedra y finalmente acaba horadándola. El caso es que el bueno de Julio, el último día de vacaciones, alquiló un patinete y desapareció en el mar. El patinete apareció unos días más tarde pero de Julio Peláez no se ha vuelto a saber nada.

-Me estás acojonando… ¿Qué es esa tía? ¿Una comando israelita? ¿Una psicópata? ¿Tiburón 3?-

Viendo que le había metido el miedo en el cuerpo a su reciente amigo, Juan “para lo que haga falta” comenzó a reírse sonoramente.

-¡Que maricón! Por un momento me lo había tragado…- Dijo Manolo Fernández aliviado.

-Bueno, lo de los Peláez no llegó a ese punto. Doña Dolores tiene una mala ostia de flipar, pero no es tan buena nadadora como para hacer desaparecer a nadie en el mar. Lo que si es verdad es que aquel año, los Peláez habían comprado un apartamento. En cuanto que se terminaron sus vacaciones, pusieron el piso a la venta y por aquí no han vuelto a venir. –

Pidieron la cuenta, que generoso, abonó Manolo. Luego cada uno siguió su camino. Al llegar a casa, el autónomo, se encontró a Conchi viendo un programa de despelleje en “tu cadena amiga”. Su mujer le comunicó que: esa noche cenaban fuera. Manolo cogió su libro y se salió a la terraza. Acompañado por los grandes éxitos de Lola Flores procedentes del radiocasete de él del bajo, leyó hasta que Andreita, muy ilusionada por los magníficos planes nocturnos que había hecho con su recién adquirida pandilla vino a pedirle permiso tras el “lo que diga tu padre” de Conchi. Se hacen mayores a toda leche, pensó.

Cónchi se puso un vestido corto que con la piel bronceada por el sol playero le sentaba de maravilla. La verdad es que estaba muy guapa, pensó Manolo. Tal vez esa noche después de la cena, cuando Andreita se durmiera… Manolo Fernández se puso el pantalón y el polo que su mujer le había dejado sobre la cama y en cuanto estuvieron listos, los Fernández Martínez salieron a cenar.

En el paseó marítimo de la urbanización Playamar los Naranjos la oferta para cenar era amplia: El Rincón del Pescador, la Cueva de Alí y los Cuarenta Pinchitos, Arrocería el Barco de Chanquete, Taberna los Siete Niños de Écija y un largo etcétera de restaurantes, bares y chiringuitos más o menos arreglados. Conchi se decantó por cenar en “Taberna el Pirata Pata Palo” un local donde un mulato de muy buen ver, les mostró amablemente la carta mientras les invitaba a un vasito de sangría.

-¿A ti que te parece?- Preguntó Conchi a su marido ante la profesional mirada del exótico relaciones públicas. Manolo que estaba hasta los cojones de deambular sin rumbo por el paseo, aunque no le gustaban un pelo ni el restaurante, ni el untuoso captador de clientes, aceptó sentarse a la mesa a matar el hambre que ya a esas horas, como un lobo, le roía las tripas.

Pidieron una ensalada, varios entrantes, una botella de rosado y un Nestea para Andreita que lo que quería es salir pitando de allí para reunirse con sus amigos. El servicio era pésimo y la comida aún peor. Cuando pidieron la cuenta, les soplaron 120 pavos del ala. Tentado estuvo Manolo Fernández de liarla parda ante el precio abusivo de aquella cena tan mediocre, pero su mujer le contuvo. Pagaron resignados y Andreita se esfumó como por ensalmo tras sacarles 10 pavos más a sus padres “para un helado”, con la promesa de a la una en punto estar en el chiringuito playero donde ya, de perdidos al río, sus padres pensaban tomarse un gintonic.

Por dos gintonics con poco hielo y servidos en unos sospechosos vasos de plástico, Manolo soltó otros 18 eurazos. La música infame y un público casi en su totalidad formado por jovenzuelos con altísimos niveles de hormonas, atronaban los oídos de la pareja. Al menos tenían delante la hermosa estampa del Mediterráneo con una gran luna amarilla emergiendo tras la línea del horizonte. La verdad es que a ciertas edades uno se conforma con poca cosa…

A la una y media tuvieron que ir a buscar a Andreita, a la que encontraron en compañía de las nietas de la Gorda de la Nectarina y unos chavales más mayores con cortes de pelo tipo escoba. A regañadientes tuvieron que consentir en dejar a la niña “media hora más” y volver ella a casa en compañía las hijas de Doña Dolores a las que “dejaban hasta las dos”. Resignado, el matrimonio Fernández Martínez regresó al pequeño apartamento de vacaciones, donde ambos se desvistieron, cogieron sus respectivos libros y comenzaron a leer en la terraza, esperando el regreso de Andreita.

A las dos y cuarto volvió la niña. Ella y su madre se acostaron y Manolo estiró un poco más el tiempo de lectura. Cuando consideró que su hija podía estar dormida, se dirigió al dormitorio conyugal. Se tumbó sobre el colchón lleno de chichones. Abrazó a su mujer y cariñoso comenzó a besarle el cuello.

-Para Manolo que no tengo ganas y además me va a bajar-

¡Cojonudo! El último mes, con el estrés del trabajo no se había comido un rosco y por lo que parecía, tampoco se lo iba a comer allí en la playa. Se fue a la nevera, cogió una cervecita fresca y se tumbó en la hamaca. Venidos desde la cercana depuradora, una nube de mosquitos zumbaba a su alrededor. Desde algún apartamento cercano le llegó el sonido inconfundible de una pareja haciendo el amor. Manolo apuró la lata y fue a tumbarse a la cama, donde su mujer roncaba sonoramente.










viernes, 15 de agosto de 2014

UNA SEMANA EN LA PLAYA día 1

El mes de julio en Madrid había acabado siendo  insoportable. Como el trabajo está tan mal… De repente un apretón y las jornadas laborales de un autónomo pasan de ser el asumido “ganaras el pan con el sudor de tu frente” a un “ganaras el pan a costa de sufrir un golpe de calor o cualquier otro tipo de episodio fatal de fallo multiorgánico”. Pero por fin lo había conseguido ¡Una semana de vacaciones en una localidad costera mediterránea! Las vacaciones, el sueño de la clase obrera española desde la década de los setenta del siglo pasado que se materializaba de nuevo, por fin, tras la dura crisis de los años anteriores ¡UNA SEMANA EN LA PLAYA! Una semanita para hacer tantas cosas: running, leer, pasear, tomar helados, beber cerveza, observar discretamente tras unas gafas de sol a las chavalas en topless…

El coche atestado de maletas y bolsas llegó por fin al peaje. Una larga caravana de coches aguardaba pacientemente bajo el duro sol su turno para pagar el precio abusivo por usar la autovía de pago. La alternativa a la autovía era una carretera deficientemente asfaltada, con obras que se remontaban a tiempos lejanos y sin visos de finalización de las mismas a corto o medio plazo. Para más recochineo, un luminoso un poco antes de de la entrada de la autovía, exhibía el siguiente mensaje sospechoso “SI QUIERES EVITAR LAS OBRAS UTILIZA LA AUTOVIA AP-27” Viendo la gestión honesta que de lo público se hace por parte de las autoridades patrias, a Manolo Fernández no le cabía ninguna duda de que allí había gato encerrado. Seguramente la empresa concesionaria de las obras era la misma que la de la autovía de peaje, la cual, con esta lentitud de ejecución obtenía pingües beneficios, sobre todo durante el periodo vacacional. En una carretera por la que en circunstancias normales apenas circulaban 50 vehículos al día, un primero de agosto con obras en la nacional, circularían miles. Para más INRI la AP-27 había sido pagada con el dinero de todos los contribuyentes que ahora volvían a pagar.

Por fin le llegó el turno al monovolumen de Manolo. Introdujo el ticket en la ranura correspondiente e inmediatamente este le fue devuelto por la máquina con el críptico mensaje de “Ticket ilegible” Lo intentó en un par de ocasiones más con el mismo resultado. Los conductores tras el coche de Manolo Fernández comenzaron a impacientarse y a hacer sonar sus bocinas. Conchi, la mujer de Manolo y también su hija Andrea se unieron al coro de imprecaciones que llegaba desde los coches que seguían al monovolumen de la familia Fernández Martínez.

-Avisa por el interfono al empleado del peaje ¡Estás molestando a todo el mundo!-

Manolo Fernández introducía frenético el ticket en la ranura lectora y todas las veces le era devuelto con el mismo mensaje de rechazo. Al mismo tiempo, pulsaba todos los botones que tenía aquella dichosa maquinita. Las maquinas hacía ya bastante tiempo habían sustituido al ser humano sin una contraprestación económica que beneficiase al usuario de las mismas. El botón del interfono, o no existía o Manolo no daba con él. Así que optó por hacer las cosas como toda la vida: bajarse del coche y avisar a un empleado para que le cobrase y abriese la barrera, pero como los peajes automáticos de las autovías están concebidos para que solamente un gigante o una persona con los brazos proporcionalmente tan largos al cuerpo como los de un orangután pueda llegar a introducir el ticket y la tarjeta de crédito en las ranuras correspondientes, Manolo había arrimado mucho el vehículo al muro de hormigón y no podía abrir la puerta del coche.

-¿A que estás esperando? Llama de una puñetera vez por el interfono y que venga empleado del peaje-

-Papa ¿Pasas ya? Quiero llegar al apartamento de una vez que me estoy haciendo pis…

Los pitidos iban in crescendo. Algunos de los conductores de los vehículos que seguían al monovolumen de los Fernández, mostraban amenazadores los puños por las ventanillas abiertas.

Para Manolo Fernández, un tipo habitualmente templado, en ese momento se acabaron de desbordar todos los diques que separan al hombre civilizado del macarra más visceral.

-¡ABRE TÚ LA PUTA PUERTA Y AVISA AL DEL PEAJE! ¿No ves que no puedo abrir gilipollas y que no funciona la mierda del interfono?- Dijo dirigiéndose a su mujer que blanca como el papel asistía atónita a la transformación de su marido. Al mismo tiempo, Manolo sacaba casi medio cuerpo por la ventanilla y se dirigía a los conductores de los vehículos más cercanos en términos tales como:

-¡ME CAGO EN TODOS TUS MUERTOS!- o -¡COMO BAJE TE VOY A DAR UNA OSTIA QUE TE VAS A CAGAR!- A lo que los conductores más próximos reaccionaron cerrando las ventanillas y haciéndose los longuis, en previsión de que aquel cafre pudiese bajar del coche e ir a por ellos.

Tras la intervención de un diligente empleado del peaje, que también se llevó su correspondiente bronca por parte de Manolo Fernández, el coche siguió andando entre la marea de vehículos que salían de la autopista en dirección al mar.

-Mama papa ¿Estáis enfadados?- Pregunta a la que los dos progenitores de Olguita pasaron de contestar enfrascados en una discursión de que si:

-Estoy harta de ti. En cuanto llegue me vuelvo a Madrid-

-Pues ya estas tardando. Si quieres me doy la vuelta ahora mismo…-

-¡Abrase visto! Hablarme así delante de todo el mundo…

Tras un rato de imprecaciones similares, el coche de la familia Fernández Martínez cogió el desvío que conducía a la urbanización Playamar los Naranjos. El GPS indicó que habían llegado a su destino. No había un puñetero sitio para aparcar, así que optaron por parar el coche en una pequeña replacita para descargar el equipaje. Manolo y Conchi bajaron en primer lugar una gran jaula donde transportaban a la mascota de la familia, una enorme coneja de raza belier de cinco años que el dueño de la tienda de animales les había asegurado que “apenas crecía”. Andreita no paraba de dar la lata con que quería un hermanito y como la pareja no estaba por la labor… vino a casa Lulú que así es como se llamaba la susodicha coneja. A la espera de que el roedor no fuese demasiado longevo y después de que royese cables, zapatos, patas de sillas y cuanto quedaba al alcance de sus afilados incisivos, la familia había optado por instalarla en la terraza azotea del dúplex sito en una localidad cercana a Madrid donde se hallaba la vivienda familiar de los Fernández Martínez. La coneja desde hacia años vivía allí, apartada de los seres humanos, cual monstruo de Frankenstein inconsciente de su propia condición monstruosa y expuesta a los duros vaivenes climáticos de la Meseta Ibérica. Tras la coneja, descargaron el resto de bultos, no sin antes tener que mover el coche por que quería salir un matrimonio de franceses maduros, que imperiosos comenzaron a tocar la bocina aunque en el vehículo solamente estaba Andreita. Como no hay mal que por bien no venga y en vista del magnífico lugar de estacionamiento que dejaban libre los gabachos, Manolo, bastante más relajado les pidió disculpas con amabilidad y retiró el monovolumen para acto seguido aparcar él.

Bastaba un simple vistazo para comprobar que la presencia de la escoba y la fregona en el apartamento alquilado, era meramente testimonial. Por doquier había mierda para aburrir. Una gran cucaracha marrón movía sus largas antenas en el pequeño recibidor a modo de bienvenida. Un dedo de grasa con abundantes insectos muertos yacía virtualmente impenetrable sobre los fogones y encimera de la cocina. El resto de la casa mostraba un aspecto igual de lamentable. Nada que ver con las fotos que la agencia que les había alquilado el piso exponía en su Web. Al revisar las camas, comprobaron que bajo los vetustos colchones, el vencido somier había sido rellenado por tablas desiguales y cajas de cartón. Las sabanas, además de desgarrones y quemaduras de cigarro, mostraban ostentosos manchurrones de antiguas coyundas y meadas nocturnas de infantes o ancianos incontinentes ¡Y todo por el módico precio de 600 pavos a la semana!

-¡VAYA MIERDA DE SITIO! El año que viene me voy como una señora al hotel en Benidorm al que va mi hermana Jeni como había dicho yo que hiciéramos…- Sentenció Conchi Martínez, igual de culpable que su marido por la elección de aquella cochiquera a la que los espabilados de la agencia habían llamado “apartamento”.

Resuelta a la vez que resignada, Conchi extrajo de una bolsa un arsenal de productos de limpieza y mandó a Manolo y a Andreita a la playa a darse un baño. Padre e hija tras ponerse sus respectivos bañadores, cogieron los kits de buceo compuestos por gafas, aletas y tubo marca Decathlón de 19,99 € y se encaminaron a la playa.

Primero un trecho largo de arena ardiente, luego una tupida selva de sombrillas y sillas plegables, finalmente, un poco más allá la gran lámina de plata batida bajo los rayos del sol del mar Mediterráneo. Padre e hija se hicieron un hueco por delante de las sombrillas, ante las recriminaciones de los moradores del contiguo campamento beduino, los cuales consideraban una violación flagrante a su derecho exclusivo de paso por ese sector de la playa, la extensión delante suyo de las toallas de Manolo y Andreita. Manolo, les dedico una mirada recuperada de las brasas que aún ardían en su interior tras el berrinche del peaje avivadas hacía poco por el timo del apartamento a los reñidores de la sombrilla hostil, los cuales al punto se callaron.

-¡Que tío más antipático!- Le dijo por lo bajini una mujer mayor,  gorda con un gorro blanco de pintor y una nectarina mordida en la mano a un calvo con bigote que seguramente era su marido ya que gruñó y no le hizo ni puto caso.

Padre e hija se metieron en el agua y se equiparon con sus respectivos equipos de buceo.  Sortearon las piernas de los bañistas a los que les llegaba el agua por la cintura y llegaron a una zona despejada. En la inmensidad azulada que tenían delante se vislumbraban pocos signos de vida, apenas algunos pequeños pececillos que se alimentaban de los gusanitos y otros pequeños seres que las pisadas de los bañistas desenterraban. Nadaron un trecho en paralelo a la playa sin ver nada más que arena hasta que Andreita descubrió algo que se deslizaba por el fondo marino. Se trataba de un torpedo o raya eléctrica de unos treinta y tantos centímetros de largo, que se movía lentamente sabedor de que las descargas eléctricas que emitía su cuerpo le hacían invulnerable al ataque de los humanos y los depredadores marinos. Durante un rato siguieron al pez hasta que este se adentró en aguas más profundas y lo perdieron de vista. Salieron muy contentos después de haber presenciado ese prodigio marino. Andreita, excitadísima, quería irse a casa cuanto antes a contárselo a su madre. Manolo se había quitado las aletas y caminaba hacia la playa sonriendo, contagiado por el entusiasmo de la niña, cuando de repente sintió un pinchazo como de una esquirla de cristal en el dedo gordo del pie. A los pocos segundos un dolor intenso y palpitante se extendió por toda la extremidad. Cojeando salió del agua y tiró aletas y gafas sobre la toalla, ante la mirada de los vecinos de sombrilla que sonreían jocosos al verle tan jodido.

Apoyado en el hombro de su hija, Manolo Fernández se dirigió con la mayor dignidad de la que pudo hacer acopio, al cercano puesto de la cruz roja. Nunca había sentido demasiada simpatía por los socorristas playeros. En general contrataban para este trabajo a niñatos de musculatura hipertrofiada, más pendientes de lucirse ante las chavalitas que de atender las emergencias de los bañistas. En este caso, los temores de Manolo eran infundados. El socorrista que le atendió era un tío de más de treinta años, con una alopecia incipiente y ligera barriguita cervecera, el cual le informó de que había sido picado por un pez araña.

-Lo mejor que se puede hacer es meter el pie en la arena caliente. El calor hace que baje la hinchazón producida por el veneno del pez. Luego cuando llegues a casa te lavas con vinagre caliente rebajado con agua si te sigue doliendo. Te podría poner una pomada que tenemos en el botiquín, pero no es más que un placebo para los niños y la gente que viene con un ataque de histeria…- Explico con franqueza a Manolo Fernández el talludo socorrista.

A Manolo todo aquello de meter el pie en la arena caliente y el vinagre, le parecía medicina del medioevo, pero… ¿Que podía hacer? El pie le dolía mogollón, así que optó por seguir las indicaciones recibidas y cojeando, él sólo se fue hasta la parte trasera de la playa. Con un estoicismo rayano en el fakirismo, aguanto las arenas ardientes en sus pies ante las miradas suplicantes de Andreita, a la que una cuadrilla de niños asalvajados, emparentados con la gorda de la nectarina arrojaban bolas de arena húmeda El sol inmisericorde del mes de agosto picaba en sus hombros y caía como plomo fundido sobre su cabeza descubierta. Al final la cosa no fue tan dura. En menos de diez minutos el dolor de la picadura había desaparecido. Manolo Fernández rescató a su hija de los ataques de aquellos niños tan cabrones. Recogió los bártulos y tras despedirse del socorrista, el cual se presentó como “Juan para lo que haga falta” emprendió contento el camino de vuelta al apartamento. Había vivido una experiencia marina interesante. También había superado con éxito el ataque de una criatura ponzoñosa sin quejarse lo más mínimo y además tenía un aliado en ese medio inhóspito que es la costa española en temporada alta.

En el apartamento olía a lejía y fregajuelos. Conchi, de una mala ostia importante, estaba tendiendo una lavadora de sábanas. Enseguida puso a Manolo a fregar la nevera y todos los cacharros de los cajones, que la verdad, se quedaban pegados a la mano al cogerlos. A Andreita le mandó hacer “deberes de inglés” Padre e hija optaron por seguir las ordenes recibidas sin rechistar. Poco a poco se comenzó a ver algo de luz en aquel pozo de mugre. Luego Manolo Fernández se fue a la calle con el encargo de comprar algunos víveres imprescindibles para la preparación de la comida, tortilla de patata y algo de embutido, a falta de hacer una compra grande en un supermercado del pueblo vecino.

Cerca del apartamento, había un localucho abarrotado de gente de nombre “la Paraeta” donde había un poco de todo a triple precio que en una gran superficie. Tras coger las cosas de la lista, Manolo se puso a la cola para pagar. Coincidencias de la vida… justo antes que él estaba la gorda de la nectarina en pareo pero con el mismo gorro blanco con forma de tiesto que llevaba en la playa. La buena señora estaba pidiéndole fruta al dependiente que a la vez que cobraba despachaba fruta y verdura en la misma caja.

-¿Qué tal son los melocotones?- Preguntaba la mujer.

A lo que el dependiente respondía –Buenísimos señora. Ayer mismo estaban aún en el árbol-

-No se… El otro día me llevé un melón que tú me aseguraste que estaba bueno y hubo que tirarlo por que estaba medio pocho. Dame un kilo de ciruelas y también unos tomates, pero que no sean muy grandes… ¡Ese no que está madurísimo!

-¿No tiene usted un billete más pequeño señora? Espere un momento que voy a por cambio…- Dijo el dependiente abandonando momentáneamente la caja.

En este tira y afloja andaban dependiente y clienta, mientras Manolo Fernández, asadito de calor en aquel local sin ventilación, reprimía las ganas que sentía de partirle en las narices a la gorda del gorro, la barra de pan (Bastante dura al tacto por cierto) que blandía en la mano izquierda. Por fin llegó el dependiente con el cambio y la mujer se marchó con la compra, dedicándole antes a Manolo una fría mirada de odio. Tenía una enemiga. Pues muy bien… no iba a permitir que eso le arruinase su semana de vacaciones.     

Ya en casa, metió las cosas en la nevera y ayudo a Conchi a terminar la limpieza. Tras la comida, Manolo Fernández se dispuso a echar una siesta ligera en una butaca reclinable que había en la pequeña terracita del apartamento. Comenzó a leer un best seller escrito por un conocido autor judeo-americano. Al poco rato el libro se le cayó de las manos. Dobló una esquina de la última página que había leído y dejó el libro y las gafas de ver en una mesita baja que había al lado. Tapándose la barriga con una toalla del Real Madrid, se dispuso a echar una merecida siestecita. Manolo dobló inmediatamente, alcanzando esa fase en la que la mente comienza a soñar a toda pastilla. Nuestro heroico autónomo se veía a si mismo patroneando un magnifico yate rodeado de macizas en pelotas y brindando con champán con su colega playero “Juan para lo que haga falta”, pero un fuerte sonido inesperado vino a interrumpir su sueño.

Mi perrito lucero fue mi alegría
El mejor compañero que yo tenía.
A mi niño a la escuela le acompañabaaa
Y con cuanto cariño con él jugaba
Alma de tirano…

Era el gran Rafael Farina desde el radiocasete del vecino del bajo. Manolo se asomó por la barandilla y vio a un individuo viejo, bastante corpulento con una gruesa cadena de oro al cuello, bermudas de vivos colores y un pequeño sombrero de paja en la cabeza. Aquel señor cantaba con mucho sentimiento y a la vez acompañaba la música con un temblor de su mano izquierda caída junto a una pernera de las bermudas. Manolo, que se había formado como aprendiz en un taller donde siempre sonaban por la radio los grandes del cante hondo: Farina, Antonio Molina, Juanito Valderrama, Pepe Pinto… miraba fascinado el arte del tipo del sombrero.

-¡A VER SI DEJAMOS DE DAR POR CULO CON EL LOLAILO A LA HORA DE LA SIESTA!- Sonó una voz desde una de las terrazas cercanas.

El cantaor de las bermudas, taciturno, apagó el radiocasete y se tumbó en una hamaca. Manolo intentó retomar su placentero sueño sin conseguirlo. Al poco rato Conchi vino a despertarle para que fueran al supermercado.

El cartel del parking de “su supermercado de confianza” indicaba que en el mismo quedaban plazas libres. Manolo introdujo el monovolumen y dio una vuelta. Solamente quedaba libre una plaza reservada a minusválidos y otra tan estrecha que si metía hasta el fondo el vehículo, ninguno de los ocupantes del mismo podía salir por las puertas. Manolo eligió la segunda opción, dejando fuera el morro del coche para que se pudieran abrir las puertas delanteras. El supermercado estaba llenísimo. La familia tardo un horror en hacer la compra. Finalmente se situaron en la cola para pagar de la única caja abierta. Un par de clientes por detrás de la familia Fernández Martínez se situó la gorda de la nectarina y su marido con un carro repleto de compra. De repente una cajera recién llegada abrió otra caja y rauda como una centella la gorda se puso la primera en la nueva caja. Manolo, verde de rabia, optó por no decir nada ya que nadie se quejaba de que aquella tipeja se hubiera colado. La gorda con su marido el calvo ya habían pagado, mientras que Manolo y Conchi aún estaban en la caja. Al encaminarse hacia el parking, la gorda de la nectarina dedicó a Manolo Fernández una venenosa sonrisa de triunfo. La familia salió con el carro repleto y al llegar al parking recibieron una desagradable sorpresa. El monovolumen tenía un vistoso arañazo y uno de los intermitentes delanteros reventado por un golpe.

-¡Papa, la culpa es tuya por haber aparcado mal!-

-Teníamos que haber aparcado fuera ¡Siempre estás metiendo la pata! ¿A ver como arreglamos esto ahora?-

El pobre Manolo, sin comerlo ni beberlo, recibía un chaparrón de críticas por parte de la madre y la hija que aguantaba estoico. Él sabía quien era la culpable de aquel desaguisado y palabra de Fernández García que lo pagaría caro… ¡La gorda de la nectarina se iba a cagar!

Sacaron unas fotos del siniestro para dar un parte on line a la compañía de seguros y regresaron al apartamento. La tarde transcurrió sin grandes sobresaltos. El cantaor del bajo les ofreció a todo volumen una antología del cante hondo y más tarde para rematar, los mejores chistes de gangosos del gran humorista Arévalo. Cenaron unos San Jacobos congelados y una ensaladita compuesta por: insípida lechuga iceberg, tomate de plástico procedente de Almería y atún en “aceite de oliva”. Después de cenar se vistieron y se marcharon a tomar un helado en “la Ilicitana”, una heladería situada en la zona de bares de la urbanización. Mientras Manolo daba buena cuenta de su cucurucho de tutifruti, enfundado en su polo Ralph Lauren de mercadillo, paso la gorda con su marido y una buena ristra de niños de entre trece y cinco o seis años, los cuales a todas luces eran nietos de la pareja. Seguramente los padres los habían dejado aparcados con los abuelos durante las vacaciones. Manolo casi sintió pena de su archienemiga la gorda de la nectarina.

Ya con sus chicas acostadas, Manolo se demoró un poco con el libro antes de ir a la cama. De la cercana depuradora le vino una ráfaga de aire con olor a mierda. Le pegó un sorbo a su mahou verde y acarició la cabeza peluda de la coneja Lulu que ya se había hecho dueña de la terraza. Al menos la cerveza estaba fría. Había sido un día difícil, pero habían sobrevivido…

¡Los Fernández Martínez eran gente de una raza fuerte!



lunes, 30 de junio de 2014

EL MAYOR LADRÓN DE ESPAÑA SE VISTIÓ DE COLORADO


Poco a poco, el cuerpo se va acostrumbrando a los rigores veraniegos a la espera de las merecidas y anheladas vacaciones. Los horarios de actividad de la gente en una tierra calurosa como esta varían. Durante las horas más calurosas del día, el personal hace la siesta y retoma su actividad cotidiana cuando los rayos del astro rey declinan y permiten deambular confortablemente por calles y campos. Estas noches claras y perfumadas invitan a sacarse la sillita al fresco para conversar con otros noctámbulos u observar y ser observado por los millones de ojos del firmamento, testigos mudos de todos nuestros actos y a los que normalmente no tenemos en cuenta, salvo en estas cortas noches de verano.

 

La siesta y la vida nocturna son dos costumbres muy españolas, por las que somos criticados y envidiados a partes iguales, pero que en mi opinión son necesidad y consecuencia respectivamente de las circunstancias climáticas antes descritas.

 

Otras costumbres españolas, si criticadas pero nada envidiadas, se repiten cíclicamente y pese ser consideradas por el común de los mortales como hechos calamitosos, siguen y siguen produciéndose en nuestros días sin que sepamos muy bien como hemos llegado a un grado de podredumbre semejante.
 
 
 
Tengo que decir que ni mucho menos, estas malas costumbres no son privativas de los españoles, pero en nuestro país se dan y se toleran más que en otros países a los que nos queremos parecer, haciendo que en el español de a pie se desarrolle un cierto complejo de inferioridad en lo social con respecto dichos países.

 

Voy a contar brevemente la “versión Dr Miriquituli” de una historia que sucedió hace algunos siglos cuando aún en la “Marca España” “Jamás se ponía el sol” no como ahora que es algo con bastantes más sombras que claros en mi modesta opinión.

 

Felipe II (Un rey al que sin ninguna duda hay que reconocerle que cada minuto de su vida lo dedicó a trabajar en pos de una idea que, equivocada o no, él tenía de España) agonizaba con el final del siglo en el monasterio de San Lorenzo del Escorial. Al “rey Prudente” le sucedió su hijo Felipe III “el Piadoso”, menos dotado para el trabajo que su difunto padre y mas interesado en los asuntos de alcoba y sacristía que en los de gobierno.

 

Desde joven, el nuevo rey había tenido como amigo a un noble relativamente poco importante, el marqués de Denia, posteriormente nombrado por este Duque de Lerma, un descendiente lejano de los duques de Gandia y por ende de Alejandro VI Borgia, el number one de los papas mediáticos del renacimiento.

 

Personas del entorno del rey vieron la influencia que el duque de Lerma tenía sobre este y trataron de evitarla. Primero su tía María de Austria y más tarde su mujer Margarita.

 

Para evitar la influencia negativa hacia los intereses de Lerma, que ejercía sobre el rey su tía María, recluida en las Descalzas Reales de Madrid, el duque en 1601, convenció al rey para trasladar la corte a Valladolid. Previamente había comprado numerosas propiedades en la ciudad castellana, que al pasar a ser la capital del reino, se revalorizaron enormemente. Algunos inmuebles se los vendió el duque a la corona fijando él mismo el precio, como por ejemplo el Palacio de Francisco de los Cobos que se convirtió en palacio real. A parte de este pelotazo inmobiliario, obtenido manejando información privilegiada, el Duque de Lerma les saco una jugosa comisión a los vallisoletanos por el traslado de la corte a su ciudad. El año 1603 repitió la jugada con mayor éxito si cabe, haciendo volver la corte a Madrid.

 

No quiero ni imaginar todo el bien que este habilidosísimo político hubiera podido hacer si en lugar de obrar en beneficio propio y de su camarilla, lo hubiera hecho en beneficio de su país… El caso es que, ya viejo, el duque perdió su influencia a favor de nuevos validos reales como el Conde-Duque de los Olivares y se vio acosado por las acusaciones de corrupción que afectaron a sus más allegados, como Rodrigo Calderón de Aranda, conocido como “el Valido del Valido” que fue decapitado en la Plaza Mayor de Madrid.

 

Para evitar una posible condena, el viejo duque en 1618, obtuvo del Papa el capelo cardenalicio. Ser miembro de la Iglesia suponía quedar fuera del alcance de la justicia real, ya que la Iglesia tenía su propio fuero y a Lerma cardenal, solamente le podía juzgar el Romano Pontífice, al cual había untado con regia generosidad. Esta maniobra del Duque, provocó que en el reino circularan estas coplillas atribuidas a Francisco de Quevedo:

 

El mayor ladrón de España

Para evitar ser ahorcado

Se vistió de colorado…

 

Francisco de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma, acabó sus días en el “pequeño Escorial” (El monasterio de San Lorenzo del Escorial era el símbolo por antonomasia del poder imperial español y con la construcción del palacio ducal, su propietario quería dejar bien claro quien era el que de verdad mandaba) que con su gran fortuna se había construido en la capital de su ducado, la burgalesa villa de Lerma y que hoy es parador nacional de turismo.

 

España es un país con un número aproximado de aforados (Personas que disfrutan de un fuero especial y que a priori, no pueden ser enjuiciados por la justicia ordinaria) cercano a los diez mil. Este hecho es piedra de escándalo dentro y fuera de nuestras fronteras. Estos aforados, ante casi cualquier delito que puedan cometer, dilatan aún más la ya de por sí lenta acción de la justicia española, lo que en la inmensa mayoría de los casos les permite irse de rositas, después de habernos dejado a todos en el chasis y con cara de gilipollas.

 

Recomiendo a cualquier lector de este blog  partidario de “vestir de colorado” a algún hombre poderoso de este país que haya abdicado de su cargo, que se de una vuelta por el Museo del Prado de Madrid y ante el magnífico retrato ecuestre que Pedro Pablo Rubens pintó del Duque de Lerma, contemple el desprecio hacia sus semejantes que se refleja en los incisivos ojos de aquel otrora altivo personaje.

 

Dr Miriquituli.

viernes, 20 de junio de 2014

¡TE QUIERO MUÑECA!


¿Fetichista? No lo se,  posiblemente. El diccionario define el fetichismo como un gusto sexual poco convencional hacia objetos prendas, partes del cuerpo, etc. Yo, de toda la vida, me he excitado con las muñecas, pero para mí las muñecas no son solamente un mero vehículo de excitación ¡Yo amo a las muñecas!

 

Cuando apenas era un tierno infante, mi madre me dejaba en casa de la vecina de vez en cuando para ir a la compra o realizar algún recado. El caso es que aquella vecina, Pepita, tenía una hija un tanto repipi que tenía su habitación repleta de muñecas. Desde la cama y desde las estanterías, decenas de fijos ojos vitrificados me miraban incitadores. Un día doña Pepita y su hija me sorprendieron en cueros, con el pito muy tieso, tumbado en la cama con una muñeca de exuberantes y rubios tirabuzones a la que había despojado de su vestido de pastorcilla, sombrero y cayado incluido.

 

-¿PERO QUE HACES JORGITO?- Dijo doña Pepita visiblemente azorada al sorprenderme en tan comprometida situación.

 

Yo, con la espontaneidad propia de mis pocos años  le conteste –Hago lo que papa y mama hacen por las noches en la cama, porque quiero a esta muñeca pastorcilla y me voy casar con ella cuando seamos mayores.-

 

Bien por su natural bondadoso o bien por que en su casa con un marido borracho y putero y una hija mayor a la que se beneficiaba cualquier macarra que le diese una vuelta en moto, incluso si la moza estaba de buenas, se la pasaban por la piedra los que venían andando; doña Pepita tenía motivos bastantes para callar. La que nunca me perdonó aquello fue Susanita, la hija menor de los vecinos. Cada vez que me veía, me miraba como a un apestado y nunca más permitió que volviera a entrar en su cuarto, el cual recuerdo como un paraíso perdido.

 

Andando ya en la preadolescencia, exploraba otros modos de relación con los seres de plástico. La aparición de los Madelman y más delante de los Geyperman hicieron que durante un tiempo me desviase de mi estricta heterosexualidad. Pero esa momentánea incursión en sexo gay, básicamente era un asunto de voyeurismo. Me gustaba ver como el cazador de montaña le bajaba los pantalones y le desabrochaba la guerrera al oficial de la Wergmach, mientras el buceador de combate hacia cabriolas sobre el tanque con un soldado del Ejercito Rojo. Al final las aguas volvieron a su cauce y en mis juegos con los muñecos de acción tomaba parte Barbie, a la que los susodichos aguerridos militares ponían mirando a Cuenca y a otros muchos lugares igualmente dignos de ser admirados.

 

Durante la transición, mis amigos del cole andaban matándose a pajas con las películas del destape y las fotos del Interviú, yo estaba tranquilo. Pero entonces llegaba la Navidad y toda mi aparente calma se derrumbaba como un frágil castillo de naipes. Aún resuena machaconamente en mi cabeza esa musiquilla insidiosa…

 

Las muñecas de Famosa se dirigen al portal

Para hacer llegar al Niño su cariño y amistad…

 

¡Dios! Era (Y aún es) ver aquellas muñecas fabricadas en la industriosa localidad alicantina de Ibi caminando hacia el portal de Belén y ponerme palote en el acto.

 

Ya en mi juventud, había citas sexuales obligadas. Cuando el Corte Inglés anunciaba con bastante tiempo el cambio de una estación a otra “YA ES PRIMAVERA EN EL CORTE INGLÉS”, el menda estaba allí el primero a ver como los escaparatistas desnudaban a los maniquíes para ponerles la ropa de la nueva temporada. Lo malo es que al percatarse de mi presencia, los operarios de los grandes almacenes, cubrían con papel de envolver los escaparates y si veían que seguía merodeando por la zona, llamaban a la policía. No fueron pocas las tardes que pasé en comisaría, pero al no poder acusarme de nada concreto, no les quedaba más remedio que soltarme.

 

Muchos han sido los amores que he tenido desde que alcancé la edad adulta. Primero muñecas hinchables de poco precio y más tarde, caras maniquís de látex, que incluso hablan cochinadas y tienen movimientos succionadores en sus orificios, pero de todas, más tarde o más temprano me he acabado cansando.

 

Ya resignado a un pasar yermo y sin amor por este valle de lágrimas, iba tirando como tantos españoles tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, ganándome la vida como podía con trabajillos de poco más o menos. Como madrugaba mucho, a eso de las once de la mañana, todos los días almorzaba en un bar del polígono industrial. Unas ricas porras mojadas en café con leche me hacían olvidar durante un rato mi triste existencia, pero luego, al retomar mis labores, sentía como que estaba perdiendo mi vida, como si esta se me estuviera yendo por el desagüe sin cuajar en nada productivo. Este era mi sentir hasta que la vi a ella…

 

Como todos los días, a las once en punto como un clavo, estaba yo mojando la porra, cuando se abrió la puerta del bar. Me percaté de ello por que era invierno y en la calle hacía un frió pelón de acojonar. Con movimientos renqueantes, una figura femenina se situó a mi lado en la barra. La mujer dio educadamente los buenos días a los que contesté con un gruñido y seguí a lo mío. Cuando acabé de almorzar, extendí mi brazo para coger una servilleta y entonces ocurrió algo… Sin querer roce la mano de la mujer que se había sentado a mi lado y sentí un tacto inconfundible ¡ERA DE PLASTICO! Aquella mujer tenía un brazo ortopédico ¡Un brazo como de muñeca!  Un latigazo de electricidad erizó todo el vello de mi cuerpo. Alce la vista y me tope con dos ojos azules de desigual mirada; uno recorría mi anatomía de arriba abajo y otro permanecía fijo en el infinito, una mirada que yo conocía bien; la misma que tenían las muñecas del cuarto de Susanita…

 

Carraspeé, me armé de valor y comencé a hablar –Buenos días señorita. Disculpe que la importune, pero no he podido por menos que fijarme en sus hermosos ojos azules y si no tiene inconveniente cuando salga del trabajo me gustaría invitarle a una Fanta o a una lata de berberechos o a lo que usted guste, porque sepa usted que me parece preciosa…

 

Ante mi alarde de verbosidad, la mermada dama, al principio pareció acojonarse, pero viendo que mi interés por ella era genuino, finalmente accedió a mi petición y quedamos en ese mismo sitio para cuando los dos saliésemos del trabajo.

 

Yo esperaba impaciente en el bar con una rosa envuelta en celofán comprada en los chinos. Al poco rato llegó ella con su andar renqueante. Pedimos unas consumiciones y ocupamos una mesa en una esquina del local. Mari Ángeles que así es como se llama, me contó que hacia ya bastantes años, siendo casi una niña, había sufrido un accidente de tráfico muy grave en el que había perecido toda su familia y ella había perdido un brazo, una pierna y un ojo. En la actualidad estaba trabajando como telefonista en una empresa de transporte y mensajería, lo cual complementado por una pensión de invalidez, le permitía ir viviendo de una manera desahogada. La velada transcurrió de forma amena y cuando terminamos la cena a base de tapas, yo caballero, me ofrecí a acompañarla hasta el vehículo adaptado que le había subvencionado la ONCE. Aquella noche no quería venirse a mi casa, pero yo conseguí echando mano de un poco de persuasión, que cambiase de parecer. Desde entonces vive conmigo, la cuido y me ocupo de que no le falte de nada.

 

¡Que feliz soy! Mari Ángeles es una mujer extraordinaria: Luchadora, comprensiva, educada y en la cama… ¡Como es en la cama! Siempre está dispuesta a satisfacer cualquiera de mis fantasías sexuales. El otro día se vistió de muñeca legionaria sólo para mí.

 

Se que esta noche me reserva algo especial. Sospecho lo que es y ardo en deseos de estar junto a ella, por eso queridos lectores de este blog os voy a dejar. Mi amada me espera…

 

Un individuo más cercano a los cincuenta que a los cuarenta, abandona una desangelada habitación, en la que tan solo hay: una silla de oficina vieja de mala calidad y una mesa con cuatro patas metálicas que hace bastante tiempo han mudado el revestimiento cromado por óxido. Sobre la mesa un ordenador portátil aún encendido. El hombre recorre la vivienda en dirección a una puerta cerrada al fondo de un pasillo. Todo está sucio y desordenado. Abre la puerta y pulsa un interruptor. Una vieja bombilla de filamento ilumina la estancia abarrotada de trastos: cajas de las que sobresalen brazos y piernas de maniquís, estanterías con muñecas de todo tipo vestidas y desnudas, varias muñecas hinchables y de látex con exuberantes atributos sexuales apoyadas en las paredes y finalmente un pequeño catre sobre el que hay una caja de cartón y plástico transparente como las que suelen contener juguetes sólo que de gran tamaño.

 

Algo se agita dentro de la caja. Al acercarse, el hombre observa durante un instante a la mujer que atada con bridas de plástico y amordazada con cinta adhesiva, yace desnuda dentro del embalaje.

 

-Hola mi amor. He venido a jugar contigo…-

 

El hombre llamado Jorge, saca de un armario un disfraz de pastorcita pulcramente planchado y colgado de una percha, junto con un cayado blanco de madera. Deposita estos objetos al lado de la cama y sale de la habitación. Tras unos minutos vuelve, pero esta vez va ataviado con una vestimenta peluda de color marrón. En sus manos lleva una toalla pequeña y un frasco de cloroformo.

 

-Hoy vamos a jugar a la bella pastorcita y el lobo.-

 

Con dedos temblorosos, Jorge abre la caja que contiene desde hace aproximadamente un mes a Mari Ángeles Sempere, luego vierte un generoso chorro de cloroformo sobre la toallita y lo acerca al rostro de la aterrorizada mujer, la cual, tras el inicial forcejeo finalmente queda inconsciente y relaja todo su cuerpo. Los parpados del ojo bueno se le cierran y el ojo de cristal permanece abierto, como mirando a los ojos de su raptor. Una lágrima resbala por la mejilla de Jorge Fernández, que exclama:

 

-¡TE QUIERO MUÑECA!-

 

Dr Miriquituli.