martes, 18 de diciembre de 2012

¡MI TESORO!


Llega la navidad con sabor a mazapán, a nueces y champán…. Este año poco, que esta la cosa muy jodida ¡Mira que bien! Una cosa buena que tiene la crisis, seguramente este año las comilonas serán algo más frugales y no ganaremos tantos kilos como en años anteriores…. El que no se consuela es por que no quiere.

 

El sábado fui al cine a ver el Hobbit, la que seguramente va a ser la película más taquillera de estas navidades. Hace treinta y tantos años que yo leí toda la saga de la Tierra Media de Tolkien. Me gustó muchísimo. El Señor de los Anillos me lo ley de una sentada y eso que es un libro bastante tocho. También me leí el Hobit que es como se dice ahora una precuela del Señor de los Anillos y el Silmarilion que es una pre-precuela.
 
 
 
En 1978 se hizo una preciosa película de dibujos animados, que quedó huérfana de una segunda parte que relatara el final de la historia de Frodo y el destino del maligno anillo, ese que forjo el señor oscuro y que servía “para dominarlos a todos y atarlos a todos en las tinieblas, en la tierra de Mordor donde se extienden las sombras….”

 

Las actuales superproducciones están a años luz de aquella producción artesanal de los años 70. A años luz, por supuesto técnicamente y a años luz en fidelidad a la obra original de Tolkien. Yo, un friki fan seguidor de la saga, me sentí estafado por la trilogía del Señor de los anillos. Holiwood retuerce la historia hasta casi dejarla irreconocible. En ella que se otorga una gran importancia a personajes que en la obra literaria se mencionan tan solo de pasada o directamente no existen, todo con una intención clara de vender los productos de merchandising.

 

Volvamos al Hobbit: Tras sacar las entradas (Hora y media antes de la peli solamente quedaban de primera fila para castigo de mis cervicales) fui a comprar palomitas y refrescos. Me quede de una pieza cuando por 5 pavos me ofrecieron un combo que incluía: Cubo de palomitas, refresco mediano y muñequito de la película. Si la anterior trilogía, se pasaba por el forro el libro, lo de esta ya es de traca. Ya he dicho que me ley el libro hace más de treinta años tendría que refrescar mi memoria, pero por lo que recuerdo esta historia no tiene a penas nada que ver con el original. Por lo demás la película es todo un alarde de efectos especiales. Es del tipo de películas de acción que se hacen ahora, de esas en las que los protagonistas están dotados de unas facultades increíbles y todo transcurre a un ritmo trepidante que produce taquicardia en el espectador. Si les gusta este tipo de cine comercial de efectos especiales, palomitas y muñequitos; esta es su película. Si lo que les gusta es la buena literatura fantástica, lean al viejo profesor de Oxford.

 

¡Mi tesoro! Exclamaba el Golum pensando en el anillo mágico que era su más preciada posesión y que el vivales del hobbit  Bilbo le afanó, en la cueva donde transcurría su existencia triste y depravada, entre excrementos de orco. Igual que ese pobre (Que no bueno) Golum, igualitos estamos los españoles: escuálidos, pelones y con pocos dientes; desesperados por ese tesoro que un día tuvimos y que nos hacía sentirnos importantes. Superábamos (De una manera ficticia)  según nos decían, a otros países que llevan muchos más años que nosotros trabajando con ahínco por su economía. Lo malo es que a nosotros no nos ha robado el anillo Bilbo Bolsón un tipo vivaracho y de buen corazón, nos lo han robado aquellos que prometieron defendernos de los ladrones.

 

Dentro de unos días asistiremos al “Retorno del Rey” con su tostonero discurso de cada año por Navidad. Ardo en deseos de oír que nos dirá Juan Carlos Borbón. Como nos pedirá esfuerzos y sacrificios (Que él y los suyos por supuesto no harán) para superar este trance en el que se encuentra esta “Tierra Media” llamada España.

 

Dr Miriquituli.

lunes, 10 de diciembre de 2012

¡VAYA AÑO DE MIERDA!


Vaya año de mierda que llevamos: Sube el desempleo, aumenta la presión impositiva sobre los ciudadanos y las empresas, desafíos nacionalistas a la unidad de España, los precios de la energía por las nubes y para colmo de males…. ¡El Real Madrid a 11 puntos del Barça! Sólo faltaba que las profecías de los putos mayas esos fueran verdad y que en este 2012 se acabe el mundo. Con la de cosas que me quedan aún por hacer (Todavía no he enganchado a mi burro, Homer, al carro que me compré este verano en Zamora)


La semana pasada salto a los medios de comunicación la detención por alzamiento de bienes y  blanqueo de capitales, de Gerardo Díaz Ferrán y su testaferro Manuel Cabo. Este último, un desaprensivo con un largo historial en la compra de empresas en quiebra para luego revender los activos a sus antiguos dueños y así evitar el embargo de los mismos por la administración concursal. El ex propietario de Viajes Marsans, antaño espejo de virtudes empresariales, hoy se ve vituperado desde numerosos ámbitos: políticos, sociales y empresariales ¿Como se le ocurre a este hombre ponerse a robar así, a calzón quitao? No es de la realeza.  No tiene carné de ninguno de los dos grandes partidos y tampoco era gestor de ningún gran banco ni de ninguna empresa del IBEX ¡Cuánto atrevimiento Gerardo! Con todo, el tío llegó lejos, nada menos que a presidente de la patronal. Desde aquel alto púlpito pontificaba “Para salir de esta crisis, los españoles tienen que trabajar más y ganar menos” A lo mejor tenía un poquitito de razón, pero lo que es seguro, es que saldríamos mucho antes si los chorizos como él, nos devolvieran todo lo que nos han robado.


Creo que voy a dedicarle un parrafito cada vez que escriba un post de opinión, a las salidas de pata de banco de tanto gilipollas como hay, que va en coche oficial. Mi párrafo se va a llamar “Vidas Ejemplares” e inaugura la sección la excelentísima Doña María del Corral, secretaria general de inmigración y emigración. Esta señora, recientemente ha afirmado lo siguiente: “Los jóvenes españoles no se van al extranjero por la crisis, si no por su impulso aventurero” ¡Cago en to! ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta antes y habíamos evitado esta sangría de capital humano? Lo que hay que hacer es proporcionarle aventura a estos investigadores, licenciados varios y profesionales cualificados que cada día cogen las de Villadiego y nos dejan aquí, en esta tierra ingrata compuestos y sin novia. Propongo soltar serpientes venenosas, arañas, escorpiones y toda clase de bichos carentes de habilidades sociales, en centros de investigación, hospitales o universidades, para que estos talentos con vocación de pirarse, se puedan sentir cada día como Fran de la Jungla, pero sin salir de su lugar de residencia.


Sin otro particular y siempre con mis mejores deseos, les sugiero que se vayan abrigando, que el ya próximo invierno, se anuncia duro y más a palo seco como lo van a tener que pasar muchos miles de personas.


Dr Miriquituli.




martes, 20 de noviembre de 2012

CUESTIONES ARCANAS


Parafraseando al Marques de Bradomín, el alter ego de Don Ramón del Valle-Inclán, “hay dos cuestiones que para mi siempre han permanecido arcanas: El extraño amor que se profesan los efebos y la música de ese teutón llamado Wagner” En mi caso, más arcana que la música del autor del Anillo de los Nibelungos, me resulta la de ese cubano trajeado, que ni canta, ni baila, ni está bueno, ni na de na; llamado Pitbull. El menda en cuestión, se mueve menos que un pescaito frito. No canta, habla con un supuesto gracejo caribeño (Así mami, ya tú sabes mi amol) En sus videos muestra una actitud rijosa, palpando y arrimando cebolleta a alguna lobaza aparente excitada, que ya se pone a mil cuando Pitbull se baja las gafas y la mira por encima de ellas. Arcano, pero arcano de cojones, me resulta el como semejante gachó ha llegado a lo más alto de las listas de éxitos “musicales”. En cuanto a Wagner, yo no soy tan ambicioso como Woody Allen y al escucharlo no “siento ganas de invadir Polonia” me conformo con comerme un par de mandarinas, que ahora son muy buenas y baratas.

 

Parece que nuestros abnegados gobernantes siguen la senda marcada por el ínclito ZP en cuanto a las ocurrencias y a los globos sondas se refiere. Recientemente, el secretario de estado de comercio Jaime Legaz, a apuntado la posibilidad de una reforma en la ley de extranjería, concediendo el permiso de residencia a ciudadanos extranjeros que compren una vivienda en España por un valor mínimo de 160 000 euros. A bote pronto, la medida puede no ser mala y suponer una válvula de escape para el gran stock de vivienda vacía que ha quedado tras el derrumbe del sector inmobiliario. Lo que yo critico es la forma de tratar este tema, trasladando a la opinión pública una idea sin concretar, en lugar de un plan más elaborado en el que se recojan todas las condiciones para la concesión de este permiso. Esta política de comunicación, polariza la opinión pública entre los que están a favor siempre “Que venga quien quiera pero que traiga pasta” y los que están en contra siempre “Se nos va a llenar España de mafiosos rusos y chinos blanqueando su dinero sucio” Al parecer esta fórmula ya existe en otros países, variando la cuantía de la inversión y añadiendo otros ingredientes a la receta, como concesión del permiso de residencia a cambio de crear y mantener un determinado número de puestos de trabajo o comprar deuda pública del país en cuestión a un bajo tipo de interés. Ya se lo que me va a decir usted, querido lector de ideología progresista “Esto es poner en venta los permisos de residencia” Pues si, no le quepa la menor duda. Todo está en venta, siempre lo estuvo. Pero si tiene usted a bien quitarse la pancarta de la cara, podrá ver las evidentes ventajas para nuestra maltrecha economía de aplicar estas políticas. Eso si, meditando y estudiando muy bien la propuesta.

 

Ya por último, quiero expresar mi consternación por los trágicos sucesos acaecidos en la Franja de Gaza, de los que nos han llegado imágenes aterradoras de niños de corta edad muertos en los bombardeos del ejército israelita. Esta es una guerra intermitente que se recrudece cada cierto tiempo desde hace más de 60 años. Para mí, siempre será una cuestión arcana, el que no se lleguen a entender los judíos y los palestinos, más cuando ambos pueblos tienen tanto que aportarse el uno al otro.

 

Dr Miriquituli.

martes, 13 de noviembre de 2012

14 N HUELGA GENERAL


A principios del siglo XIX en Inglaterra, durante la primera revolución industrial, surgieron las Trade Unions y el Movimiento Cartista. Aquellas primitivas asociaciones de trabajadores reivindicaban cosas tales como: la supresión del trabajo en las minas de carbón de los niños menores de 8 años, jornadas de 14 horas o descanso un día a la semana. Los avances sociales conseguidos en aquella centuria revolucionaria, costaron no poca sangre y sufrimiento, siempre hablando del mundo occidental. Hay una gran mayoría de la raza humana que se ha quedado fuera de esos avances sociales.

En el caso español, el sindicalismo fue más tardío, igual que la industrialización. Hasta 1888 no hizo su aparición el primer sindicato, la Unión General de Trabajadores, que nació de la mano del Partido Socialista. Los sindicatos españoles de izquierdas, fueron ilegales durante la dictadura y durante la transición gozaron de un merecido prestigio en gran parte debido a  lideres carismáticos como Marcelino Camacho de CC. OO, que estuvo encarcelado e incluso llegó a estar condenado a muerte por un tribunal militar en los últimos años del dictador Franco. Todo aquel prestigio ha sido dilapidado en los últimos tiempos.

Numerosos escándalos económicos y un apoltronamiento dentro del estabilishmen de los que parten el bacalao en esta raída piel de toro, han provocado el desafecto de la ciudadanía en general, que ve a los sindicalistas y a sus lideres como unos parásitos sociales.

Para mañana día 14 de noviembre, las centrales sindicales convocan una jornada de huelga general en asociación con el PSOE y otras fuerzas sociales ¿Está justificada esta jornada de huelga? Mi opinión personal es que no. La huelga se hace como protesta por los recortes del gobierno, recortes que no tiene más remedio que hacer. Otra cosa es discutir de donde se está recortando.

¿Se acuerdan vdes. de cuando éramos ricos? O al menos eso creíamos. Aquella España de mamotretos y rotondas, de subvenciones y billetes de 500 €. Hemos descubierto dolorosamente que casi todo era un espejismo. Si en vez de gastarnos la renta 14 años de vacas gordas en gilipolleces, hubiésemos invertido entonces, en investigación, en formación de nuestros trabajadores, en expansión hacia mercados exteriores…. Seguramente a estas alturas, otro gallo nos cataría.

Este es un país de picaros y bribones como lo ha sido toda la vida. Desde el mendigo que se hace el cojo en la puerta de la iglesia para llamar a la compasión e invocar la ayuda pública, hasta el aristocrata engolado que viste de terciopelo y muy digno, con la mano izquierda escamotea caudales de las arcas publicas (Disculpen este refrito del Siglo de Oro) Ambos son inmorales, lo que pasa es que como en todos los ordenes de la vida unos humanos aventajan a otros por posición, diligencia o inteligencia.

Mañana voy a ir a trabajar, a trabajar con rabia, para levantar la ruina que pesa sobre mí, sobre nosotros. Alguno de ustedes, gentiles lectores, pensará “este Miriquituli es un facha asqueroso” Se equivocan, en lo social estoy a favor de cualquier avance que derribe barreras entre los seres humanos, pero el trabajo y el esfuerzo no tienen atajos. Intento predicar con el ejemplo. Exijo esfuerzo por que también me esfuerzo yo. Así que me parece que el que pueda trabajar mañana debe de hacerlo. El trabajo con ilusión nos hace mejores como individuos y también como sociedad. Es mi modesta opinión, por supuesto vdes. pueden pensar de otra manera.

Dr Miriquituli.

jueves, 8 de noviembre de 2012

5 SEMANAS EN GLOBO


Una vieja canción de los primeros tiempos de Radio Futura, antes de que se convirtieran a ese galimatías de música “étnica” con poca credibilidad que supuso el final de la banda madrileña, tenía un estribillo que decía: 5 semanas en globo y sin ganas de volver… pues eso “y sin ganas de volver” Hoy voy a darle una pasadita a la actualidad, aunque la verdad, no tengo ni puñeteras ganas.

 

Mañana tras mañana, cuando desayuno, la sempiterna máquina de hacer billetes sigue presente en el telediario. Seguramente debe tratarse de la crisis económica esa que todavía continúa.

 

UPyD y la asociación “Manos Limpias”, hace algún tiempo, se personaron como acusación particular en el caso Bankia ¡Que bien le ha salido la jugada a Rosa Díez y su partido! Al ser los últimos en llegar a la escena política española pueden sacar pecho de que ellos no han estado en el consejo de administración de Bankia ni de la antigua Caja Madrid. A mi esa mujer sigue sin convencerme. Rosa Díez apesta lo mismo que los otros políticos,  encima es una rencorosa y una chaquetera. Por lo demás me parece muy bien si es que de verdad le meten mano a esos sinvergüenzas que han saqueado la banca española, máxime con las trágicas noticias sobre desahucios de familias, que tanto se repiten en los últimos tiempos. El asunto es terrible. Los bancos te prestan un dinero para que compres una vivienda según una valoración que ellos mismos hacen, tú les pagas mensualmente por ese préstamo y si un día no puedes pagar, se quedan con tu vivienda, con lo que les has pagado y encima les sigues debiendo mucho dinero. Vale que sean empresas y que estén para ganar pasta, pero hombre…. ¡A robar a Sierra Morena! No olvidemos que a cada español le va ha costar de su bolsillo más de 1000 € “rescatar a la banca” (50 mil millones entre 45 millones de españoles).

 

El nacionalismo catalán sigue con su letanía de “Cataluña nación independiente dentro de la UE” Parece que dentro de la UE, de momento no. El “honorable president” nos da una de cal y una de arena: Primero habla de dialogo y dice que su objetivo es una Cataluña plenamente independiente para el 2020 ¡Muy largo me lo fías, Arturo! Perdón, Artur (No sea que se mosquee como Josep Lluis Carod Rovira) Luego, se erige en embajador plenipotenciario de todos los catalanes y se va a Moscú, donde según creo, la única autoridad que ha recibido al honorable, ha sido la momia de Lenin (Algunas fuentes desmienten incluso este extremo) A todo esto ¿Que hacen los grandes partidos nacionales? El PSOE y su franquicia catalana el PSC mantienen esa política rara de “que si, que no, que si la abuela fuma” Proponen que se conceda al gobierno catalán la potestad de convocar un referéndum de autodeterminación, pero dicen oponerse a la independencia ¿En que quedamos? Esto es como si yo digo que soy favorable a permitir portar armas, pero me opongo a que disparen a nadie. En cuanto al PP, su postura también resulta absolutamente impresentable. Pretenden erigirse en los únicos garantes de la unidad de España y sus ataques más virulentos no van dirigidos contra CIU si no contra el PSOE al cual pretenden pegar un buen bocado de votos en estas elecciones. Si yo fuera una persona malpensada, diría que CIU y el PP tienen un pacto secreto para repartirse el pastel.

 

También quiero hacerme eco de la tragedia acaecida la noche de halloween en la instalación deportiva propiedad del ayuntamiento de Madrid, conocida como Madrid Arena, con el resultado de cuatro chicas jóvenes muertas, una de ellas menor de edad. Al parecer la empresa vendió alrededor de 24000 entradas cuando había solicitado permiso para poco más de 10000. A las muchas irregularidades cometidas por la empresa organizadora, hay que sumar las carencias de las instalaciones donde se celebró el evento. Tanto los organizadores como el ayuntamiento, han tratado de culpar de la desgracia a unos descerebrados que tiraron bengalas en un momento de la fiesta. No es que sea una conducta muy edificante esa de tirar bengalas en un local abarrotado, pero si a unos jóvenes en una fiesta se les da facilidades para que hagan el gamberro, no duden que lo van a hacer. El asunto huele que tira para atrás a enjuague y chanchullo entre el ayuntamiento y la empresa organizadora del evento para llevárselo calentito, pero como es habitual, aquí no dimite nadie. Ya buscarán a algún pringao al que echarle la culpa de la muerte de las 4 chicas y si es preciso hasta de la del mismísimo Manolete.

 

Por último, quisiera poner una nota de optimismo ante el mal tiempo reinante y la menguante luz de estos días otoñales. Hemos pasado 2 años de agudísima crisis económica que han coincidido con dos años especialmente secos en este país. Aunque creamos que no influye en nuestras economías del altivo primer mundo, seguimos siendo enormemente dependientes del medio natural. Estas copiosas lluvias que ahora tanto nos incomodan, son una promesa de prosperidad a la vuelta de unos meses. Verán ustedes como esta vez sí que veremos dentro de poco tiempo los famosos “brotes verdes”.

 

Dr. Miriquituli

 

 

martes, 30 de octubre de 2012

LA SOMBRA


Aquella urbanización parecía un lugar agradable para vivir. Chalets con una buena parcela en un recinto privado, centro social, colegio para sus futuros niños…. Además con la crisis el banco daba un precio y unas condiciones espectaculares, a personas solventes como la pareja que formaban Julio y Elena. Julio era militar de carrera. Tras ingresar en el ejército, había seguido estudiando y se había convertido en un experto en telecomunicaciones. Ostentaba el grado de teniente de la escala técnica en una base de la OTAN a más o menos media hora del chalet. Elena era diseñadora grafica y trabajaba desde casa como free lance para varias agencias publicitarias. En aquella casa podría montar un estudio como Dios manda y en un tiempo, tal vez…. plantearse el ampliar la familia.

 

El agente inmobiliario trajo el contrato de arras y Julio y Elena hicieron entrega de la cantidad acordada como señal. En el plazo de un mes se volverían a ver en el notario para escriturar el chalet.

 

El tiempo pasa volando. Cuando la pareja se quiso dar cuenta, era la víspera de firma de las escrituras. A última hora de la mañana quedaron en la notaría. Firmaron y recibieron las llaves de la nueva casa. Pasaron por su antiguo piso a recoger a Tula su perrita, el único miembro de la familia que no conocía la nueva vivienda. Aún iban a tardar un par de meses en habitar el chalet. Pintura, algunas reformas menores y la mudanza que pensaban hacer de manera escalonada. Lo primero que trasladarían serían las cosas de trabajo de Elena, así podría controlar la obra mientras seguía con su actividad. Cuando llegaron al chalet, Tula muy contenta comenzó a recorrer el jardín moviendo su corto rabito hasta que llegó a la puerta de acceso al sótano. La perrita olisqueó con detenimiento, emitió un gemido y comenzó a gruñir y a ladrar a la puerta cerrada.

 

-Seguramente tenemos ratas- Dijo Julio abriendo la puerta con la llave para echar un vistazo.

 

El sótano parecía limpio y vacío, como cuando lo habían visto con el agente inmobiliario, pero algo olía mal, una mezcla extraña de podredumbre y humedad.

 

-No hay cagadas, pero es posible que algún bicho se haya muerto aquí dentro y esté pudriéndose en el falso techo o una bajante. Dejaré la puerta abierta para que se ventile-

 

A la mañana siguiente Julio se fue al cuartel y Elena preparó unas cuantas cajas de papeles para llevárselas al chalet. Las montó en el coche grande, cogió a Tula y se marchó para la urbanización. El campo estaba muy bonito tras las copiosas lluvias de las semanas anteriores. El monte cercano era todo un espectáculo de colores, una paleta con todos los tonos de verde y marrón. Elena comenzó a descargar las cajas, con Tula correteando a su lado. Para su estudio había elegido una amplia habitación con un par de ventanas que daban a la piscina. La sensación desagradable que había tenido la tarde anterior cuando Julio había abierto el sótano era sólo un recuerdo. Recorrió toda la casa, sótano incluido y no percibió en ningún momento aquel nauseabundo olor. Por la tarde llegó Julio con más trastos. Estuvieron limpiando y colocando hasta que comenzó a anochecer. Hacía muchísimo frió. Ya sabían que la zona era fría, pero aquello era demasiado para finales del mes de octubre. La corta tarde otoñal comenzó a extender un manto de sombras sobre la casa dejando a la pareja sumida en un pozo de tristeza y desaliento, que no desapareció hasta que estuvieron juntos en el antiguo piso.

 

Las obras avanzaron a buen ritmo. En menos de un mes el chalet reunía las condiciones necesarias para que Elena y Julio se mudasen. Aprovecharon un día entre semana en el que Julio libraba y acometieron el traslado. Terminaron bien entrada la tarde. Despidieron a los de la mudanza y encendieron la chimenea. Las llamas calentaron aquel esqueleto de hormigón y ladrillos. Pronto la casa casi parecía un hogar ¡Su hogar! Tomaron una cena sencilla en la mesita baja del salón: Una ensalada, un poco de queso, fruta… Julio abrió una botella de buen vino tinto. Tras la cena, hicieron el amor en el sofá mientras se consumía el último leño de la chimenea, luego se marcharon a la cama, ya que Julio tenía que madrugar bastante al día siguiente.

 

En un momento de la noche, Tula salto sobre la cama despertando a la pareja. De la lumbre no quedaba ni el más mínimo rescoldo y en la casa reinaba un frío intenso. La perrita estaba bien educada y siempre dormía en su cesta. Tal vez fuese por que extrañaba la casa o por el frío, el caso es que Julio bajo hasta el salón y subió la cesta de Tula hasta la habitación. Cuando la estaba colocando a los pies de la cama, oyeron un ruido procedente del sótano o del garaje, no lo sabían muy bien. Encendieron las luces y bajaron juntos. Según iban descendiendo, aquel olor que habían percibido el primer día se iba haciendo cada vez más intenso. En el garaje parecía todo en orden, sin embargo en el sótano un par de cajas que habían colocado en una estantería estaban caídas y su contenido desparramado por el suelo. Ambos convinieron que aquello sin duda se debía a una infestación de ratas, aunque en su fuero interno no lo tenían tan claro. Regresaron a la cama, pero ninguno de los dos pudo pegar ojo el resto de la noche.

 

Al día siguiente los operarios de una empresa de desratización inspeccionaron la casa y dejaron unas cuantas bolsitas de veneno en el sótano y el garaje.

 

Desde la noche en la que cayeron las cajas del sótano, la perrita nunca se separaba de la pareja mientras estaban en el chalet. Cuando Julio y Elena la tenían que dejar sola prefería quedarse en el jardín.

 

Aquel día llovía copiosamente sobre la urbanización, por lo que Elena y Tula no dieron su habitual paseo por el monte. Elena estaba trabajando en su estudio, cuando la perrita, que estaba tumbada en la alfombra, comenzó a gruñir en dirección la ventana. Elena primero miró a su mascota y luego al objeto de sus gruñidos. Un latigazo de electricidad recorrió su columna al observar como unas huellas de manos y un rostro se dibujaban sobre el cristal empañado. Cuando Julio volvió, su mujer le contó lo sucedido. Ambos eran personas modernas y preparadas y se resistían a creer en fenómenos paranormales o casas encantadas, pero que allí sucedían cosas extraordinarias nadie lo podía negar.

Aunque no practicantes, los dos eran católicos y pensaron que tal vez fuese la solución (Por lo menos no empeoraría el problema) pedirle al párroco del pueblo que bendijese la casa. Era una costumbre antigua, ya casi caída en desuso pero que no creían que al cura le sorprendiera demasiado. Esa noche volvieron a moverse objetos en varios puntos de la casa, incluso llegaron a ver una sombra que se movía por la cocina y que se disipó cuando encendieron las luces. El cura del pueblo, un hombre mayor de aspecto bondadoso, accedió a ir hasta el chalet y rezar unas oraciones junto con sus moradores. Las oraciones no obtuvieron respuesta ninguna. Los extraños fenómenos continuaron e incluso aumentaron. El mal olor se había extendido de manera permanente como una sabana pegajosa. Se movían los objetos delante de sus narices, las luces se encendían y apagaban solas y al caer la tarde la siniestra sombra crecía y se movía a sus anchas por toda la casa. Sólo parecía detenerla el fuego que permanentemente tenían encendido

 

Julio no era ni mucho menos una persona miedosa. Había servido en Bosnia y en Afganistán, pero en ambos sitios sabía a quien se enfrentaba. Ahí estaba el quid de la cuestión “a quien” o a que  se estaba enfrentando, claramente este problema le rebasaba. Él no era ni mucho menos quien peor lo estaba pasando. Elena apenas dormía ni comía. Se estaba consumiendo a ojos vista. Además habían sabido recientemente que esperaban un bebé.

 

Recurrieron a los servicios de parapsicólogos, exorcistas y otros de charlatanes que les sacaron el dinero y no obtuvieron resultados. Es más, cuando se marchaban, la sombra, el ente o lo que fuera que habitaba la casa junto a ellos redoblaba su actividad impidiendo el descanso y la paz en aquella morada. De buena gana hubieran abandonado el chalet y vuelto a su antiguo piso, pero habían tenido que alquilarlo para poder afrontar la hipoteca.

 

Las cosas llegaron a un punto insostenible. Elena enfermó a causa de su estado de nervios y tuvo que recibir asistencia hospitalaria ante el deterioro de su salud y el riesgo que corría el bebé. La noche que la ingresaron su madre se quedo con ella en el hospital ya que Julio tenía que trabajar al día siguiente y estaba completamente agotado. Ya en el coche, se planteó la disyuntiva: Irse a un hotel o volver a casa. Optó por lo segundo.

 

El chalet se encontraba completamente a oscuras. Tula se había quedado en el jardín pese al tremendo frío reinante. Julio entró y advirtió aquel hedor tan característico. Al fondo, la sombra, que cada vez era más grande, más rotunda, se movía despacio entre las habitaciones. Fue encendiendo luces según iba entrando en la casa.

 

-¿Quién eres y que quieres de nosotros?- Preguntó mientras se dirigía hacia la habitación.

 

La sombra pareció agitarse y varios objetos cayeron al suelo. Julio abrió el armario y saco de su funda la pistola reglamentaria.

 

-¿Qué quieres de esta familia?- Preguntó Julio al tiempo que avanzaba hacia aquel ente.

 

Las luces parecían haberse vuelto locas, las puertas se abrían y se cerraban y los objetos caían por doquier.

 

-NO VAS A CONSEGUIR QUE NOS VAYAMOS ¡ESTA ES NUESTRA CASA!-

 

La sombra retrocedía cada vez más ante los decididos pasos del hombre. Finalmente llegaron al garaje y la puerta del trastero se cerró detras de aquella cosa. Julio giro lentamente el picaporte y encendió la única bombilla que iluminaba la abarrotada estancia. Ahí estaba la sombra, en un rincón al fondo del sótano. Parecía más pequeña y difusa. Julio levantó su arma y exclamó:

 

QUIERO QUE TE VAYAS AHORA MISMO DE ESTA CASA Y QUE NO VUELVAS MÁS ¡ESTA ES NUESTRA CASA!

 

Julio no supo si aquella cosa había gritado realmente, el caso es que la bombilla del sótano explotó y un vendaval de objetos impactó contra él. Al día siguiente, nueve balazos adornaban la pared.

 

Elena salió del hospital pocos días después. Era una mañana soleada en la que casi se podía sentir ya la cercana primavera.

 

-¿De verdad que no ha vuelto a suceder nada desde aquella noche?- Preguntó Elena a las puertas del chalet.

 

-No, nada, además ha desaparecido completamente aquel mal olor. No se que era aquello, tal vez era algo… algo oscuro que estaba en nuestro interior. No se…-

 

Elena sintió un escalofrío por la espalda y se tocó el vientre que ya comenzaba a abultarse. Sin mediar más palabras los dos entraron en el chalet seguidos de la perrita que se paro en la entrada y olisqueó el aire.

 

Doctor Miriquituli.

 

sábado, 13 de octubre de 2012

ZONA CHILL OUT, TENDENCIAS DECORATIVAS Y OTRAS ELUCUBRACIONES


Hace no mucho tiempo, fui con unos amigos a comer a un nuevo restaurante que han abierto cerca de donde vivo. De entrada todo bien, decoración moderna, sencilla pero de buen gusto y unos amplios ventanales que dan a unas lagunas muy bonitas. Un maitre impecable nos preguntó ¿Van a comer en el comedor o van a picar algo en la zona chill out? Al escuchar estas palabras, supe que algo andaba mal. La habíamos cagao y además no teníamos escapatoria. No fui el único que se percató del asunto, pude ver como a un amiguete que en estas cosas del papeo piensa como yo, se le ponían las orejas tiesas como a un podenco. Las mujeres, el resto de family y el muro de fría cortesía que los empleados levantaron a nuestras espaldas, impidieron que saliéramos por patas de aquel sitio tan fisno aún a riesgo de quedar como unos catetos y unos pelafustanes.

Elegimos la opción “comedor” que para lo que habíamos venido parecía lo menos raro. Ya sentados, pudimos comprobar que la carta era cara de cojones. Aún me quedaba la esperanza de comer opíparamente, ya que inevitablemente, me iba a tener que rascar el bolsillo. No tardaron en defraudarme, bueno si tardaron, el servicio era manifiestamente mejorable. Las raciones eran muy escasitas y la comida tampoco era para echar cohetes. Dos horas y pico más tarde me encontraba en mi casa con mucho menos dinero, comiéndome un bocata de chorizo.

Me gustan los bares y restaurantes que son fieles a su estilo, aunque para la pitanza, en general prefiero lo patrio. Unas cabezas de toro en las paredes me sugieren un gordo y sangriento entrecot en el plato. La cestería de mimbre, las labores en humilde esparto o los aperos de labranza, me hablan de pan candeal de densa miga apretada y corteza dorada. Unas piezas de cerámica, de cucharas humeantes rebosantes de legumbres y matanza en invierno y de fresca ensalada o gazpacho en verano. Unas redes o unos aparejos marineros son promesa de un arroz a banda o un jugoso besugo a la espalda. Como decía la canción “Que le voy a hacer si me gusta el buen comer y no hay nada mejor que una buena cazuela. Porrón pon pon Manuela” No sólo me gusta la comida tradicional española, me gusta en general la buena comida, pero en un restaurante pago por comer no por ver un sitio, para ver, me voy a un museo (Existe la combinación restaurante-museo en la cadena Museo del Jamón, la decoración aunque simple es contundente, consiste en chorizos y jamones)

En los últimos tiempos se ha impuesto una tendencia en la decoración hacia el lejano oriente. Un lejano oriente que al final es un tótum revolútum de la India a Japón pasando por Indonesia y China. El denominado estilo zen se puede aplicar con criterio y hasta incluso con elegancia, pero lo que yo no acabo de ver es la fusión de lo zen con lo carpetovetónico. Por ejemplo: No queda nada bien, tener una liebre disecada, disfrazada de cazador y al lado un altarcillo de Buda sobre unos cantos rodados con unos palitos apestosos de esos que se queman para dar “buen olor” (Creo que no quedan bien ni por separado).

La decoración del hogar ha dado pasos atrás desde que aparecieron las televisiones de pantalla plana. Recuerdo las televisiones de mi infancia, aquellos robustos armatostes que por si solos llenaban media sala de estar y donde sobre un tapete de ganchillo inmaculadamente blanco, galopaba un torito negro zaino, tocaba la corneta una muñeca vestida de legionario o descansaba sobre un pequeño caballete un platito de cerámica “Recuerdo de Mazarrón”. En los actuales aparatos solo cabría un funambulista y eso suponiendo que en la parte de arriba del televisor no esté el sensor de la wii.

Que bonitos aquellos cuadros de bosques, ciervos, cabañas de madera o montañas nevadas frente a la mesa camilla bajo cuyos faldones  nos calentábamos las piernas al amor del brasero y comíamos castañas cuando llegaban los primeros fríos.

Hoy todo aquello resulta viejuno y “de modé” Hemos sustituido el papel pintado por paredes de colores imposibles que no transmiten ningún sentimiento. El cuadro de la cabaña ya no está y en su lugar hay un vaso grande de cristal con cuatro palos de bambú colocados de modo casual. La vitrina con las copas de los días de fiesta y el juego de café “bueno” y las demás porcelanas, han dejado lugar a una mesa lisa con unos cuencos. Todo muy minimalista, simple y elegante, pero sin alma.

Me acuerdo de aquellas tardes luminosas de domingo cuando aún era un niño. Recuerdo que me gustaba sentarme en el suelo y mirar como la luz que entraba por la ventana iluminaba diminutas motitas de polvo y estas bailaban cuando yo soplaba. Nada que hacer, nada de que preocuparse. Posiblemente la felicidad si existe se parezca bastante a aquello.

Disculpen mis desvaríos y lo inconexo de este relato. Pero es lo que ahora mismo me sale. No tengo ninguna historia que contarles y la actualidad está enquistada en las mismas noticias sobre las que ya se ha dicho todo lo que se tenía que decir. Además cumplo años y eso me pone un poco tontorrón.

Esperemos que en los próximos días llueva y este año sí, podamos coger setas.

 

Dr. Miriquituli.

viernes, 5 de octubre de 2012

Un brindis por el primer aniversario del Dr Miriquituli


 

Parece mentira cómo pasa el tiempo, pero ya hace 1 AÑO desde que me enteré de quién era ese inquietante dr Miriquituli, sempiternamente visto en su SEAT 1430 de color azul y de que se me pusiera la piel de gallina tras leer esa terrorífica frase final con la que concluía la entrada: “¡Que no os alcance el dr Miriquituli!”, digno de Stephen King o de un comentario del guardián de la cripta. Un poco menos de un año desde que me enganché definitivamente a este grandioso blog gracias al divertidísimo-entretenidísimo-pornográfico serial “Tapper sex”, con su descarado final-plagio kafkiano, uno de mis autores favoritos.

Desde entonces, he tenido ocasión de disfrutar de relatos eróticamente sugerentes como “La mujer junto a la ventana”, de opiniones personales sobre actualidad política y social como “España: cementerio de elefantes”, de cálidas descripciones de experiencias personales como “Santa Eulalia disfrute íntimo” y de que se me quede el cuerpo de un terrible mal rollo con el relato “El espejo”; ejemplos que demuestran que este es un blog ecléctico, variado, original. Que es un blog impredecible, dinámico. Y ya, para la guinda del pastel, todavía no se me ha cerrado la boca de la sorpresa que me estoy llevando, entrega tras entrega, con el serial-tesoro-patrimonio de la humanidad “Un año y poco más”; cada continuará… supone una tortura por la espera hasta la siguiente entrega.

Eso en cuanto al contenido. En cuanto al continente, no es menos versátil, porque el autor de las entradas es capaz de combinar palabras guarrillas, malsonantes, jergas, frases gamberras…con términos técnicos, fechas y datos históricos buscados y contrastados con máximo rigor de diversas fuentes, por igual facilidad.

Luego está la cuestión de las colaboraciones: no sólo el autor del blog está abiertamente abierto a ellas, sino que no conoce la palabra CENSURA. Nos deja (servidora está contentísima de incluirse) publicar cualquier cosa por muy polémica o absurda que sea: no conoce censura política, religiosa, diplomática o cultural, de hecho, creo que le gusta promoverlo y todo…Muestras de ello son “Cuando muera quiero ir al infierno” y “Parodia de una monarquía”.

Y finalmente, qué demonios, espero que no vaya a cambiar de costumbres y me censure lo que voy a escribir a continuación, pero…sus descripciones sobre cosas guarretas…están de PUTA MADRE.

Siendo totalmente consciente de que quedan casi tres meses para el nuevo año y que es aún mucho tiempo para que la vida me depare más sorpresas inesperadas, y al más puro estilo del “Alta fidelidad” de Nick Hornby, me voy a atrever a decir una lista de los top ten (no five) de cosas favoritas confesables al público que me han sucedido este año (SIN ORDEN DE PREFERENCIA), el que los mayas han predicho que será el último:

  1. Colaborar con el mismísimo dr Miriquituli con entradas propias y su serial “Un año y poco más”
  2. Ir a ver a mi queridísima amiga búlgara a su tierra natal y hacer puenting en Varna
  3. Leerme el “Ulises” de Joyce y su mega biografía escrita por Richard Ellmann
  4. El ecce homo de Borja y “Gangnam style” en cuanto a temas de actualidad
  5. Las películas “Moonrise kingdom” y “Prometheus” en el cine y en casita los geniales e imprescindibles descubrimientos de “Hacia rutas salvajes”(Into the wild) y “El refugio de mi padre”(In my father’s den)
  6. Recorrido a los 25 álbumes de estudio de Bowie (Quedándome, con un top five de discos fetiche: 1)Station to station, 2)Low, 3) Heroes, 4) Scary monsters (and supercreeps), 5)Diamond dogs)
  7. Una visita fugaz pero deslumbrante a Berlín
  8. El programa “Quién quiere casarse con mi hijo”
  9. Un regalazo cumpleañero: los dos tomos de cuentos de Lovecraft de la editorial Valdemar y de hecho, tras un intento de 8 años, ir por fin a la librería Opar
  10. Y el más estrambótico: mi reconciliación con la fruta. Me diréis, ¡está loca! (ya he dado pruebas suficientes de ello de todos modos), pero no sabéis cómo y cuántos años me ha costado regularizar el consumo de fruta…Qué pereza me daba…pero ahora, me angustia no tener mi chute diario de vitamina C en forma de zumo de naranja o mitad cucharadeada de kiwi, o que pase mucho tiempo sin tomar algo de fruta roja-granada, fresa, mora, cereza- para coger antioxidantes y me sienta como el culo terminar una comida sin un trozo de fruta…

Para terminar quiero añadir que espero que este blog dure muchos años más y que el año que viene, servidora dé otro discursito cursi y solemne para celebrar, si este año 3000 visitas, pues el próximo 30000.

¡GRACIAS POR EXISTIR, INTRÉPIDO Dr MIRIQUITULI!

YU KYOUNG RYU

 

domingo, 30 de septiembre de 2012

YO TRABAJÉ CON MISTER 35cm


Max aparcó el viejo coche junto a la valla de los estudios Pink Visual. Movió su gran humanidad hasta la puerta y entró en el hall. Una recepcionista fea, pero a la que parecía no escapársele ni una, le indicó con la vista unos asientos donde una rubia excesivamente maquillada mascaba chicle y ojeaba el último número de Pink Affaire. Pink Visual era una de las productoras porno más importantes del valle. Producía películas, revistas y gestionaba varios portales en Internet que le rendían cuantiosos beneficios. Max saludó con una inclinación de cabeza pero la rubia ni siquiera levantó la mirada de la revista ¡Que le importaba a él la rubia! En realidad hacía mucho tiempo que le habían dejado de importar las mujeres ¡Bastante había tenido ya con sus dos matrimonios!

 

A su primera mujer hacia por lo menos veinte años que no la veía. Tenía una hija con ella allá en su pueblo, White River Alabama. Mientras “papa dinero” estuvo presente, Max recibía cartas y de vez en cuando alguna visita de Rose, que así es como se llamaba su hija. Cuando las cosas comenzaron a marcharle mal, no volvió a tener noticias. Un tatuaje en su brazo izquierdo era todo lo que conservaba de su perdida familia.

 

Su segundo matrimonio seguía siendo como un grano pustulento en el ojete. Victoria era también del oficio. Habían estado juntos casi 10 años. Se conocieron a finales de los 70. Era la época dorada del porno y Max estaba considerado el John Holmes del porno interracial, incluso había trabajado con “Mister 35cm” en “Tarzán y la Tribu de las Lesbianas Ardientes” aunque los productores se habían cuidado muy mucho de sacarlos juntos en ninguna escena ya que la lanza de Max superaba considerablemente a la de la estrella blanca. En aquel mundillo se consumían todo tipo de drogas, principalmente cocaína durante los rodajes y también en las fiestas salvajes que daban las productoras. El video, los DVD y finalmente Internet acabaron con las grandes producciones. Él y Victoria anduvieron una temporada follando en vivo en clubes de mala muerte. Lo poco que conseguían, Victoria se lo metía por la tocha. Finalmente le dejó y poco después hacia la calle para un chulo colombiano que le proporcionaba polvos más placenteros que los suyos.

 

Gracias a la iglesia metodista, Max había sustituido el consumo de drogas por la fe. Allí conoció al reverendo Robert. Aquel ministro de Dios, ayudaba a sobrevivir a la gente de los guetos, pero para eso necesitaba mucha pasta. Max le habló de su pasado como actor porno y le propuso volver a trabajar, para con sus ingresos ayudar al sostenimiento de la obra del reverendo. Robert que era un hombre grande ¡Tan grande como Max! No podía permitir que su discípulo caminara solo por el oscuro camino del pecado y decidió acompañarlo. Juntos pecarían contra el sexto mandamiento, pero sería en pos de una buena causa ¡Seguro que Dios les podría perdonar!

 

Crearon un “dúo artístico” y se hacían llamar “Los Hermanos Polla Enferma” Tenían mucho éxito en Internet. Follaban siempre enmascarados, con mascaras como esas que llevan los luchadores mexicanos, así el reverendo mantenía en secreto su identidad.  Sus partenaires eran chicas blancas de aspecto frágil, a las que los hermanos introducían sus monstruosas vergas por todos los agujeros practicables de su cuerpo.

 

-Mr. Maxwell, le están esperando en el estudio 8. Esta señorita es Alice Young, la actriz que va a rodar la escena de hoy con el reverendo Robert y con usted- Dijo la recepcionista en cuanto terminó de hablar por teléfono.

 

Max estrecho la mano de la rubia y caballerosamente, le franqueo el paso hacia la sala de grabación. En un amplio pasillo había una docena de puertas. Alice Young empujo la que tenía el número 8 encima. En el interior estaban rodando una escena sadomasoquista en la que participaban una pareja, ambos vestidos de cuero negro y una mujer de avanzada edad que estaba atada con cuerdas a una mecedora. Un asistente les indicó la puerta del fondo de la sala donde se encontraban los vestuarios. Allí estaba el reverendo Robert que acababa de salir de la ducha y se disponía a ponerse el atuendo de trabajo, unos escuetos calzoncillos de cuero con tachuelas, la mascara de luchador y unas botas de media caña. El clérigo les estrechó la mano y una blanca sonrisa brillo bajo su fino bigote. Max fue a darse una ducha y la rubia a ponerse un enema. En el plató varios operarios se afanaban en recoger el decorado de la escena sadomasoquista y traer un sofá.

 

Finalmente salieron los tres. A la rubia le dieron un corto guión con preguntas y respuestas tales como: -¿Tu culo sigue siendo virgen? Si, lo he estado reservando para los Hermanos Polla Enferma que son los reyes del anal ¿Cuál es tu fantasía sexual favorita? Que dos monstruosas pollas negras penetren todos los agujeros de mi cuerpo y al final su leche se derrame en mi boca, en mi cara, en mis tetas…. - Una prueba de luz, unos retoques de maquillaje y comenzaron a rodar la escena.

 

Alice Young recitó su dialogo y los dos hombres se sentaron en el sofá y comenzaron a acariciarla. Pronto la actriz porno estaba de rodillas chupando alternativamente las dos vergas. La excitación de Max creció cuando su glande se juntó con el del reverendo dentro de la boca de la mujer, que hacia verdaderos esfuerzos para que le cupieran las dos grandes boas negras. Se la habían chupado cientos… miles de veces, pero al sentir la polla de su mentor junto a la suya en la boca de la actriz, tuvo que reunir toda su experiencia profesional para no correrse en ese momento. Luego comenzó el folleteo. Alice follaba con uno y se la chupaba al otro, adoptando diferentes posturas. Se fueron cambiando, hasta que a Max le tocó atacar por la retaguardia. Normalmente no la podía meter a la primera, pero aquella chica tragaba carros y carretas ¡Era una gran profesional! La menuda actriz porno, cabalgaba el miembro de Max con los pies sobre sus muslos y las manos apoyadas en la cintura del hombre negro esperando recibir al reverendo por delante. En la doble penetración la parte trasera de los penes y los testículos se frotaban y chocaban rítmicamente. Las manazas de Max agarraron el duro culo del reverendo Robert y lo apretaron contra la rubia. Cambiaron un par de veces de posición y finalmente, ambos eyacularon sobre el careto de Alice Young. Le restregaron las pollas por la cara y las restregaron una contra otra hasta que el maquillaje de la rubia se tornó una máscara pegajosa y grotesca.

 

Una ducha y los tres participantes en la escena porno pasaron por caja a recoger sus respectivos cheques. Los dos hombres se despidieron de Alice Young en el hall de los estudios Pink Visual y luego salieron juntos a la calle.

 

-He venido en autobús ¿Me puedes acercar hasta la parroquia?-

 

-Claro que si reverendo Robert- (Yo a ti te acompañaría hasta el mismísimo infierno si tú me lo pidieras)

 

La parroquia estaba en un gueto negro en las afueras de los Ángeles. Por el camino, el reverendo fue hablando sobre las buenas obras que iba a hacer con el dinero que habían ganado esa tarde. Cuando llegaron, Susan, la esposa de Robert estaba arreglando los parterres de rosas que había junto a la entrada de la parroquia, mientras los dos hijos de la pareja jugaban al basket en una canasta que había colgada de la fachada.

 

-¡Que sorpresa Max! ¿Pasas a tomar un vaso de limonada fría?- Dijo la mujer del clérigo

 

Max les dio una excusa poco convincente y se despidió de la pareja. Camino de su casa, paro en una licorería. Compró una botella de güisqui barato y un paquete de latas de cerveza. Cuando llegó a su deprimente vivienda, sacó algo de comida china que quedaba en el frigorífico y abrió una cerveza. En la televisión había poco que ver. Max dejó un canal por el que estaban pasando un partido de béisbol y comenzó a comerse la comida china fría. Al poco tiempo sonó el telefonillo del portal. Max se acercó un poco a la ventana y vio a su ex mujer Victoria que apretaba el botón del portero automático con furia. Parecía que aquella arpía tuviera un sexto sentido que detectara cuando Max tenía pasta. Arrancó los cables del telefonillo, abrió la botella de güisqui y echo un largo trago a morro y cogió una nueva cerveza.

 

Abajo en la calle Victoria gritaba: - ¡ABRE HIJO DE PUTA SE QUE ESTAS AHÍ! EMPEZAMOS JUNTOS EN ESTO, NO ME PUEDES DEJAR TIRADA…

 

Es verdad habían empezado juntos en aquel negocio, pero Max era una estrella. ÉL HABIA TRABAJADO CON MISTER 35 cm. En la calle los gritos de Victoria seguían. Ya se cansará o los vecinos llamarán a la policía pensó. Max echó otro trago de la botella y se sentó en el sillón. Se sacó su enorme polla de los calzoncillos y comenzó a meneársela despacio pensando en la sonrisa blanca bajo el fino y bien cortado bigote del reverendo Robert.  Mientras en la calle, su ex mujer seguía gritando y una sirena de los maderos sonaba lejana.
 
 
Doctor Miriquituli.

lunes, 24 de septiembre de 2012

AL CABO, NADA OS DEBO


Por fin llegó el otoño y parece que también las tan esperadas lluvias. Este ha sido el verano más caluroso y seco de los últimos 50 años ¡Adiós verano! Seguro que te echaremos de menos, pero ahora de momento no. De todas maneras nos espera un otoño caliente, al menos en lo que a lo político y lo social se refiere.

 
Este mes de octubre nos enfrentamos a un más que seguro rescate de nuestra economía y por tanto a una nueva batería de “ajustes” en el gasto público. ¿Como se sustanciara esta ayuda? Es la única duda que nos queda. Será en un préstamo directo al estado español o bien en la compra masiva de deuda por parte del banco central europeo para que nos podamos financiar a un precio razonable. En cualquiera de los dos casos, los recortes en las prestaciones que el estado ofrece a los ciudadanos y las nuevas cargas impositivas sobre los menguados ingresos de la gente, están a la vuelta de la esquina.

 
Tras la Diada del pasado 11 de septiembre se plantea un nuevo problema a los problemas económicos antes mencionados. Desde que se instauró el actual régimen de democracia parlamentaria, venimos asistiendo periódicamente al chantaje de los partidos nacionalistas, que gracias a nuestro injusto sistema electoral con una cantidad relativamente pequeña de votos se convierten en el fiel de la balanza bipartidista y obtienen en el parlamento español mucho más poder del que por número de electores les debía corresponder. En definitiva, que vale más el voto de un catalán nacionalista que el de un castellano, asturiano, andaluz o cualquier otro ciudadano de una comunidad autónoma sin tradición nacionalista. El órdago independentista catalán, llega en el peor momento posible. Como hemos dicho antes, el gobierno va a tener que meter la tijera a fondo en las cuentas públicas, lo cual inevitablemente va a exacerbar aún más los ánimos entre la ciudadanía, ya de por si muy jodida. Sacar en este momento las reivindicaciones independentistas por parte de CIU manipulando el descontento popular y volviéndolo contra los “colonialistas españoles que no dejan que Cataluña se desarrolle como nación y prospere económicamente” es un mensaje que cala en las masas descontentas, a pesar de que los caciques seculares de Convergencia y Unió y el anterior gobierno tripartito sean los principales responsables del saqueo de las arcas públicas en la comunidad autónoma catalana.

 
La independencia de Cataluña es una quimera y además es sumamente irresponsable por parte de los nacionalistas plantearla ahora mismo. En el escenario más favorable a sus tesis, habría una relación independentistas-no independentistas en torno a un 60%-40%. Para una población de 7,5 millones de habitantes, supone dejar con el culo al aire a 3 millones de personas, sin el concurso de las cuales la prosperidad catalana (Mas pasada que presente) no hubiera sido posible ¿Qué hacemos con estos ciudadanos, con estos compatriotas? Tal vez Artur Mas o Carod Rovira o Joan Laporta se planteen deportarlos o algo peor. A las grandes empresas catalanas mentarles la independencia es como mentarles a la bicha, ya que aunque venden mucho fuera, su principal mercado sigue siendo el español. Incluso el Barça, “ese ejercito catalán sin armas”, cuyo presidente, Sandro Rosell fue a la manifestación del día 11 “a titulo particular” ha dicho que ante una supuesta independencia de Cataluña, ellos quieren seguir jugando en la liga española “la pela es la pela” La última ocurrencia que he oído hoy es que quieren ser un “estado libre asociado” como Puerto Rico es para con los Estados unidos. Quizá entonces, Albert Pla o Raimon sean la versión catalana de Ricky Martin, pero sin salir del armario ¡En fin..!

 
Parece evidente que el modelo autonomista está más que agotado y hay ponerse manos a la obra para redefinir la estructura del estado español, a ser posible con menos aparato burocrático. España no es “una grande y libre” ni “el imperio donde jamás se pone el sol” pero, pese a todo lo malo que actualmente nos ocurre, es una entidad de una cierta importancia en el contexto internacional y a estas “nacionalidades históricas” que jamás fueron una nación independiente, no les ha ido tan mal, en lo social y en lo económico, unidas a este ya viejo país. Nuestros pecados también han sido los pecados de catalanes y vascos y la penitencia por los mismos la tendremos que afrontar juntos como es de justicia. Cuando escampe se planteará lo que ellos quieran, pero no antes y con unas reglas del juego que no dejen en la indefensión a amplios grupos de ciudadanos que además de catalanes o vascos también se sienten españoles.

 
A los nacionalistas que piensan que a mi o a el resto de españoles nos están dando algo, les recuerdo los versos de Antonio Machado, aquel hombre bueno que murió en el exilio y que una vez soñó una España de prosperidad y concordia que entonces no pudo ser.

 
Al cabo, nada os debo. Me debéis cuanto escribo.

A mi trabajo acudo. Con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho en  donde yago…

 
Tengan el paraguas cerca y por las mañanas pónganse una chaquetita fina.

 

Dr Miriquituli

 

 

 

 

viernes, 21 de septiembre de 2012

Un año y un poco más -El Calafate-


Santiago y María estuvieron juntos todo el tiempo que pudieron durante los días que el madrileño permaneció en Melilla antes de partir a su segundo destacamento en Vélez. Cuando salían, primero iban a la playa y al final siempre terminaban en el piso de Juan. La renta del piso era muy pequeña, por lo que Santiago Reche se quedó con las llaves del mismo, ahora que el cocinero se licenciaba. Tener aquellas llaves era tener un espacio de intimidad dentro de una cosa como era el servicio militar, donde todo el mundo lo sabía casi todo de los demás.

 

La pareja no quería que llegase la separación, pero como suele pasar, cuando no queremos que algo suceda, el tiempo pasa volando Finalmente llegó el día de la partida de los marineros con destino a los destacamentos. Esta vez no iban Vela ni Luna y no se produjo ninguna suma ni resta en las cajas de los pertrechos. Las Marías abuela y nieta estaban en la estación del ferry para despedirse de Santiago. El marinero, pidió permiso al cabo Blanco para despedirse de las dos mujeres.

 

-Por mi haz lo que quieras, pero como ya te dije, vas a tener un problema cuando te vean hablando con ellas, sobre todo con la vieja.-

 

Santiago hizo caso omiso de las palabras del cabo y se separó un poco del grupo para hablar con las dos mujeres. Todos los miembros de la cia mar observaban, unos con envidia y otros con curiosidad, el trato familiar que la abuela y la nieta dispensaban al madrileño. Los mandos tampoco se perdían detalle. Cuando finalmente dieron permiso para embarcar en el ferry, Santiago y María se dieron un largo beso que fue sonoramente ovacionado por el resto de marineros, tanto los que iban a los destacamentos como los que se licenciaban.

 

-¡Vaya vaya con el madriles! Por lo menos sabemos que maricón no eres- Dijo el sargento Cabello, que al ser de Ceuta no sabía de la enemistad de los Vela y los Luna hacia doña María.

 

Durante el viaje, como en esta ocasión no pesaba sobre la tropa ningún arresto, se permitió el acceso a la discoteca. Angelito pronto se hizo el amo de la pista junto con Moisés, el mariquita que también iba a Vélez y que resulto un bailón sorprendente pese a sus kilos de más Santiago no tenía ningunas ganas de discoteca y melancólico se subió solo a la cubierta del barco. Lo más seguro es que no volviera a ver a María al menos en 4 meses, el tiempo que le quedaba para licenciarse. Hacía una noche muy buena. El mar estaba completamente en calma y reflejaba la luz de la luna casi llena. Parecía como que el reflejo lunar moviese la gran mole de acero por el espejo que era la superficie del mar en aquella noche clara Pensando estas cosas se encontraba el madrileño, cuando apareció por cubierta el cabo Navarro fumando un gran porro de oloroso polen. El de Melilla se acodó en la barandilla justo al lado de Santiago.

 

-Qué Madriles ¿Pensando en tu novia? La falta de tías es lo más duro de las islas, pero con buen rumai  el mes se pasa rápido ¿Quieres pegarle una calada?-

 

Santiago no se fiaba en absoluto de aquel tipejo y rechazó la invitación. La verdad es que el tiempo que había pasado con María apenas había fumado alguna calada por las noches en la cueva. Tampoco había comprado, de hecho sólo llevaba un par de chinas que le había dado Juan del hachís que se llevaba para la Península.

-¿Tú sabías que la abuela de tu novia denunció a la Compañía de Mar hace muchos años por la desaparición de su novio, uno que desertó durante la guerra, el muy hijo de puta? Me parece que vas a tener que responder a algunas preguntas cuando vuelvas a Melilla-

 

-A la orden mi cabo. No tengo ni idea de lo que me está hablando. Con su permiso me voy a la cama-

 

Santiago se había dado perfecta cuenta del tono de amenaza de las últimas palabras del cabo y pensó que a su vuelta debía de estar especialmente alerta sobre todo con Vela y Luna. Sabía de lo que esas familias habían sido capaces en el pasado y tenía fundadas sospechas de sus turbios manejos con las drogas en la actualidad.

 

Por la mañana, el Ciudad de Palma atracó en el puerto de Málaga. Santiago y sus compañeros se despidieron del reemplazo que se licenciaba. El madrileño dejaba atrás algunos buenos amigos: Milco, Corbacho y sobre todo Juan el cocinero, que había entregado su uniforme mugriento y ahora lucía impecable vestido de civil. Juan había sido un apoyo en los primeros y más difíciles meses del servicio militar. Sin su ayuda muchas de las cosas que en la vida civil resultaban lo más natural del mundo pero que estando en un cuartel eran impensables, las había podido realizar gracias al apoyo de Juan. Se despidieron con un abrazo. Los camiones de la Legión esperaban para trasladarlos al Campamento Benítez.

 

En esta ocasión, como los marineros no partían para las islas hasta el día siguiente, tenían permiso para salir de paseo esa tarde. Desde la misma entrada de Campamento Benítez, se cogía un autobús con destino a Torremolinos. En los años 80 Torremolinos era junto a Benidorm, uno de los pilares del turismo “canalla” de sol y paella. Salir por la ciudad malagueña en temporada alta, era para unos chavales de 20 años una promesa de diversión.

 

Todos, vestidos de blanco impoluto, cogieron el autobús que iba lleno de lejías con el mismo destino que ellos. Los militares se dirigieron en masa a una zona de pubs frecuentada por guiris de nacionalidad inglesa sobre todo. Pasaron la tarde bebiendo y bailando. Alguno volvió malo por el exceso de bebida consumida en muy poco tiempo. Los marineros se encontraban en la parada a la hora convenida, todos menos Angelito Moraleda al que habían perdido de vista a primera hora. Pidieron al conductor del autobús que esperase cinco minutos al de Albacete, pero transcurrido este tiempo, Ángel no había regresado y el autobús tuvo que partir sin él. Cuando llegaron a Campamento, llegaba al mismo tiempo Angelito moraleda, en un coche descapotable  conducido por una guiri de edad más cercana a los setenta que a los sesenta de la que se despidió repasándole todos los empastes con la lengua.

 

-¡Coño Ángel! No nos habías dicho nada de que tu abuela viviera en Torremolinos- Le dijo el  cabo Blanco

 

-Sí sí abuela, mira como me ha dejado la polla- Dijo Ángel Moraleda que llevaba una borrachera gloriosa, enseñándole la picha al cabo.

 

-Angelito Angelito, estás echando por tierra el prestigio de la Compañía de Mar de Melilla-

 

El de Hellín, muy borracho, respondió encogiéndose de hombros – ¡En peores plazas hemos toreao!-

 

Al día siguiente, con la resaca del alcohol martilleando sus sienes, los camiones de la Legión condujeron a los miembros de la cia mar hasta el aeropuerto, donde embarcaron en los Chinooks con el resto de los componentes de los distintos destacamentos. El grueso de las tropas que se dirigían a las islas, pertenecían a una compañía de operaciones especiales (COE) con base cerca de Oviedo. El viaje fue menos agitado que la última vez, el viento apenas se movía y el helicóptero pudo aterrizar con facilidad en la coronación de la roca.

 

Todo el personal de la isla dedicó el resto del día a instalarse en los distintos alojamientos. Los miembros de la cia mar de Ceuta habían instalado en el plantón donde los marineros hacían las guardias, un toldo improvisado con unas tuberías y una gran malla verde de rafia. Regando un poco el suelo se conseguía que la temperatura de aquella terraza fuese tolerable bajo el duro sol del verano norteafricano. Se repartieron los turnos de guardia y antes de la cena el teniente de las coes dirigió una charla a los miembros del destacamento. Resumiendo, el mensaje de la arenga era “No me toquéis los cojones a mí y yo no os los tocaré a vosotros”. Santiago echó de menos a alguien muy importante que estaba en Vélez la última vez, Pluto, el perro del mecánico naval. Al parecer el can había traspasado las “líneas enemigas” en una de sus correrías nocturnas y los mehaznis le habían trincado y le habían ahorcado para que no delatase más con sus ladridos el comercio que estos se traían con los militares españoles. Aunque un poco veleta y chivato, Santiago había llegado a querer a aquel chucho, que por otra parte prestaba un servicio impagable en las guardias, poniendo sus agudos sentidos al servicio de los marineros.

 

Tanto chupetín como Blanco eran zorros viejos de las islas y no se pensaban dejar liar fácilmente en las actividades de los coes.

 

Chupetín preguntó -¿Alguno de vosotros le pega a “la submarina”?

 

El sargento quería conseguir todos los pulpos pequeños que fueran posibles. Siempre que Fresno iba a la isla tendía cordeles con sedales y anzuelos en la punta. En cada gran anzuelo ponía un pulpito de menos de un kilo. Con este arte de pesca pretendía capturar alguno de los grandes meros, por los que el Peñón era famoso. Santiago y Ángel se echaron al agua con gafas aletas y unos afilados ganchos. En un par de horas tenían una decena de cefalópodos de varios tamaños. Unos moros que tomaban su té en una patacha de 2 filas de remos se estuvieron descojonando del sargento.

 

-En la puta vida ha pescado nada de esta forma, pero lleva años y años insistiendo- Aclaró a los marineros el cabo Blanco.

 

Tras la comida volvieron a salir con el chinchorro a levantar los sedales. Los peces se habían comido la mayoría de los pulpos. Repusieron los cebos y volvieron a fondear los aparejos para recogerlos a la mañana siguiente.

 

A Santiago le correspondió el turno de guardia de 6 á 8 de la mañana. Un poco antes de terminar su servicio, apareció en la playa un moro. Era un hombre viejo pero de aspecto imponente. Descalzo sobre la arena, vestía unos calzones abombachados de color negro que dejaban ver unas pantorrillas aún poderosas. Pese al calor llevaba camiseta interior de tirantes y sobre ésta una blanquísima camisa de hilo,  cubriéndole la cabeza un gran gorro de paja del tipo rifeño. Estos gorros de paja que en el Norte de Marruecos llevan los hombres y mujeres del campo, tienen un cierto parecido en su forma con el sombrero calañés de los andaluces (El sombrero puntiagudo de los bandoleros, sólo que de paja)

 

-Buenos días marinero ¿Puedes avisar a tus mandos? Diles que “el Sevilla” quiere hablar con ellos.- Dijo el viejo moro en un perfecto castellano.

 

Santiago llamó al  cabo Blanco que intercambió con el moro unas palabras en tamazing  y se fue a avisar al sargento Fresno.

 

-¿Qué, pesca muchos meros vuestro sargento?- Les dijo el Sevilla  con sorna a los marineros que estaban asomados al plantón.

 

Chupetín, dejó a medias su desayuno y bajó a la playa a hablar con el moro. Conversaron por espacio de unos minutos y finalmente cada uno se volvió por donde había venido. El sargento corrió peñón arriba para informar al teniente de la conversación mantenida. De camino al comedor de la tropa, Blanco les contó a los marineros brevemente la historia del Sevilla. Tenía cerca de noventa años y era como una especie de alcalde de la dispersa población del valle que se habría hacia levante. Había servido en los regulares durante la guerra civil y luego había pasado bastantes años trabajando en España, de ahí le venía el apodo de “Sevilla”. Tras desayunar, el teniente informó del mensaje que el anciano había venido a traer: En los próximos días soldados y funcionarios marroquíes iban a montar un gran campamento, donde pensaba pasar sus vacaciones la hermana del rey de Marruecos Hassan II. Se prohibía navegar hacia la Puntilla y debían mantener un comportamiento educado y amistoso para con las embarcaciones de recreo que pudieran recalar en las inmediaciones de la roca. Todo esto en aras de unas buenas relaciones con el reino alahuita.

 

Durante los siguientes días una actividad febril tuvo lugar en el valle muy cerca de la playa. Pronto grandes jaimas de  tela se levantaron frente al peñón y la llegada de camiones militares cargados con gente y enseres era constante. Tres días después de la visita del anciano moro, un yate de gran tamaño y una patrullera de la marina de guerra marroquí fondearon en la bahía entre el peñón y la Puntilla. Esa misma noche en el campamento hubo una fiesta con música y fuegos artificiales para recibir a la princesa, hasta altas horas de la noche.

 

Los coes, como en el anterior destacamento, trataban de presionar a los marineros para que les pasasen grifa, pero los miembros de la cia mar no disponían de unas reservas abundantes, solamente el cabo Blanco se había traído algo de costo que racionaba con tacañería y compartía en parte con Santiago y con Manolito que le pegaba alguna que otra calada, más que nada para estar cerca del cabo del que a todas luces estaba locamente enamorado. Lo que no faltaba era el güisqui; en la cia mar les habían dado permiso para traerse de Melilla un par de cajas de “Los Viejos Monjes”. Desde el destacamento, los marineros enseñaban a los mehaznis tetrabricks de vino y les hacían el signo de “fumar” poniendo 2 dedos sobre los labios, pero de momento, estos respondían señalando al campamento de la princesa marroquí y negando con la cabeza.

 

Chupetín seguía erre que erre con los cabos alrededor del peñón. Cada mañana, tozudamente levantaba las líneas y reponía los cebos. Santiago y el resto de los marineros, se estaban cansando de pescar pulpos y no probarlos. Por lo menos con las cañas tenían más suerte. Con las sardinas que les regalaban los moros de la playa, en un bajo a más de 50 metros de profundidad, pescaron una decena de bonitas caballas, azules como de metal. También pescaban desde el peñón abundante pescado de roca: Gordos sargos de más de un kilo, bigotudos y sabrosos salmonetes, que freían rebozados en harina, largas brótolas de suave piel que guisaban con patatas o con arroz y un sinfín de peces cuyos nombres desconocían pero que igualmente terminaban en las ollas o sartenes del destacamento. Un día de especial calma chicha, Chupetín les llevó hasta unas rocas hendidas por el mar, entre cuyas grietas, con la marea baja, se podían recolectar unos magníficos percebes, gordos rematados en una uña roja.

 

Los días pasaban largos e indolentes en la heroica plaza norteafricana. El sol de agosto hacía que incluso los coes, siempre activos con su entrenamiento militar, permanecieran a la sombra dormitando mientras los sargentos o el teniente peroraban sobre táctica militar. Los marineros pasaban las horas de actividad sesteando a bordo de los chinchorros en la parte del peñón donde en ese momento hubiese sombra. El calor era difícil de soportar, pero lo peor eran las moscas. En Peñón de Vélez incluso en invierno hay moscas y en verano hay millones de ellas. Después de comer, para echarse la imprescindible siesta de una hora, había que taparse con una sábana -inclusive la cabeza- porque si no, a uno se lo comían aquellos feroces insectos. Sin embargo los moros las soportaban con sorprendente estoicismo, se podía ver cómo varias moscas les corrían por la cara y solamente hacían un leve gesto de espantarlas cuando en un alarde de osadía, los bichos se les metían en la boca o los ojos.

 

Un hecho vino a romper la monotonía del destacamento. Una mañana muy temprano apareció en la bahía el barco aljibe para hacer la aguada. Una vez fondeado el buque, Santiago y Ángel como marineros  más veteranos, se dirigieron al aljibe para tender las estachas con las que el personal de tierra tenía que jalar los gruesos manguerotes por los que se trasegaba el agua. La estacha era tan gruesa que no se podía abarcar con una sola mano.  Los 2 marineros la adujaron en amplios ochos a la popa de la pequeña embarcación, de manera que al navegar hacia tierra, el grueso cabo se fuese extendiendo. Se sentaron en la estrecha bancada y cada uno con un remo comenzaron a bogar en la dirección donde les esperaban el resto de los miembros del destacamento. La estacha pesaba tanto que tenían que remar con todas sus fuerzas para que ésta fuese saliendo del chinchorro. Al poco rato estaban empapados en sudor y les dolían los brazos y la espalda. Finalmente consiguieron hacer llegar el chicote del cabo a los que estaban en tierra, que al punto comenzaron a tirar de él hasta traerse la gruesa manguera a la boca del depósito. Chupetín ordenó a Santiago y a Ángel que se abarloasen en el aljibe para ayudar en la maniobra de recogida del manguerote. Tras subir al barco, un marinero les llevó a la cocina, donde el cocinero les preparó un potente desayuno con tostadas, unas ricas tortillas francesas y una cafetera de café recién hecho muy cargado. La aguada duró cerca de 2 horas y en ese tiempo la cubierta del aljibe se elevó casi cinco metros sobre la superficie del mar, por lo que para descender hasta el bote, los marineros tuvieron que utilizar una escala de gato. Desde el barco recogieron la maniobra utilizando un cabirón, simplemente pasándole un par de vueltas de la estacha por la gruesa polea, la máquina hacía sin esfuerzo el trabajo que poco antes habían tenido que hacer 20 hombres.

 

Tras zarpar el aljibe, se dio libre la mañana a aquellos que no tuviesen servicio, Fernandito se quedó en el plantón, el cabo Blanco se marchó a la cala del cementerio con la excusa de pescar para fumarse un par de porros y el resto de marineros se fueron en uno de los chinchorros a darse un baño. Los dos bichos que acompañaron a Santiago y a Ángel aquella ocasión, eran unos tipos singulares. Dimas “El diablo” era un chaval de un pequeño pueblo de la provincia de Cáceres cercano a Plasencia. Le habían apodado así por que era muy moreno de un moreno cobrizo, casi rojo. Era feo de cara, tenía la boca con los dientes desigualados y puntiagudos a la sombra de un bigote fino muy negro y crespo. Aunque no muy alto era tremendamente fibroso, fruto sin duda de andar todo el día por el campo detrás de las cabras. Pese a su apodo, el cacereño era muy buen chaval. Había ido lo justo al colegio, pero no carecía en absoluto de inteligencia y saber estar. Lorenzo “Orejas Bambi” también era de pueblo, de cerca de Ponferrada en León, pero a diferencia del diablo, aunque más alto, era de constitución algo enclenque. Su familia era de clase acomodada, tenían un almacén de maquinaria agrícola y él jamás había trabajado con las manos. Tenía facciones agradables y sería un chico guapo si no fuera por las enormes orejas despegadas de la cabeza que le daban un aspecto como de cervatillo. Llevaba muy mal el apodo que le habían puesto en la compañía, ya que a todas luces, el ser así de orejón le creaba un tremendo complejo. Su casi exclusivo tema de conversación era su novia, una rubia guapita pero de una guapura sin chicha, como la de esas modelos de revista de moda, donde lo importante no es la chica si no la ropa que de ésta cuelga. Se había llevado al peñón un álbum enorme con fotos de su novia haciendo esto o lo otro, o en tal o cual sitio. En las fotos en las que la pareja salía junta, siempre estaba detrás de los dos la madre de Orejas, una mujer de cara ancha y ojos incisivos, que daba la impresión de ser una especie de titiritera que manejaba a la pareja como si de unas marionetas se tratase.

 

El Diablo apenas sabía nadar y Orejas Bambi tampoco es que fuese Johny Weismuller, pero el cacereño tenía una habilidad que en el último cuarto del siglo XX resultaba muy notable. Con un trozo de cuero y un cordel, se había hecho una onda y con ella lanzaba piedras a varios cientos de metros con bastante precisión. Viendo al diablo manejar la onda, Santiago comprendía el temor que en la antigüedad suscitaban los onderos de las islas Baleares al servicio de los romanos, capaces estos de descabalgar a un jinete o herir gravemente a un enemigo a gran distancia con un arma tan sencilla y económica como aquella. Diablo se había llevado al chinchorro la onda y un montón de piedras y trataba de enseñar al madrileño y al de Albacete el manejo de la misma, pero estos no conseguían los espectaculares resultados del extremeño. Mientras tanto Orejas, con una sonrisa de suficiencia, criticaba la actividad de sus compañeros.

 

-Parecéis unos críos jugando con piedrecillas-

 

-No es ningún juego, me sirve para arrear el ganao por el campo y más de una liebre me he comido cazada con la honda- Dijo el diablo que trataba de inculcar con ahínco ese retazo de ciencia rústica a sus compañeros.

 

-Dudo mucho que seas capaz de matar nada con eso. Lo dicho, una chiquillada.-

 

-Mira bichín, el abuelo no hace chiquilladas. Dentro de poco, cuando yo me marche a la “peni” y tú te quedes aquí, mucho tiempo aún, me voy a pasar por tu pueblo y le voy a follar “tol chocho y tol culo” a tu novia para que sepa lo que es un hombre de verdad. Cuando vuelvas de la mili vas a tener tantos cuernos, que van a tener que poner tu cabeza colgada encima de la chimenea- Le dijo Angelito que últimamente se había erigido en castigador de bichos.

 

Concentrado en lo que hacía, el diablo cargó una piedra en el cuero de la onda y comenzó a voltearla. Un par de palomas levantaron el vuelo en la rocosa pared de la isla, el marinero las siguió con la vista y en un momento dado soltó uno de los cordeles. La piedra salio disparada a gran velocidad e impactó contra uno de los dos pájaros que rebotó en la pared y cayo inerte al mar. Todavía, antes de volver, el cacereño abatió un par de palomas más que habrían de ser la cena de los marineros esa noche, ante el regocijo de Santiago y Angelito, que no paraban de felicitarle y palmotearle  la espalda. Orejas Bambi bogaba mohíno, vivamente ofendido por las palabras del de Hellín a las que no había sido capaz de dar una adecuada contestación.

 

Pasaron por la cala del cementerio y el cabo Blanco les hizo señas con los brazos para que se acercasen, embarcó y pusieron rumbo de vuelta al destacamento para relevar a Moises y subir a por el rancho. Al doblar la punta vieron una lujosa lancha motora con un hombre al timón y tres mujeres en topless. La más mayor de las tres, una cincuentona entrada en carnes con una gruesa cabellera negra que le caía por la espalda, levantó el brazo a modo de saludo. Los marineros devolvieron el saludo y Angelito Moraleda se bajó el pantalón y ni corto ni perezoso les enseñó el rabo a las ocupantes de la lancha. Las otras dos mujeres bastante más jóvenes que la gorda cincuentona se incorporaron y comenzaron a saludar también, mientras el patrón permanecía impertérrito. Santiago, el cabo y el diablo no tardaron en imitar a su compañero, mientras Orejas Bambi permanecía taciturno con el pantalón subido, sentado en la bancada de los remos, pensando sin duda en su novia, a la que el albaceteño había prometido vaquetear duramente tras su licencia. Cuando llegaron les estaba esperando Chupetín, le enseñaron las palomas que Dimas “el Diablo” había cazado y el sargento les contó que había estado por los alrededores del peñón abordo de una lancha, la princesa hermana de Hassan II. Tácitamente, todos callaron sobre el encuentro que habían tenido un rato antes al otro lado de la roca, solamente Lorenzo “Orejas Bambi” parecía que quería abrir la boca, pero optó por callarse ante las miradas asesinas que le dedicaron el resto de marineros.

 

Un par de días después los moros comenzaron a desmontar el gran campamento donde la princesa había pasado sus vacaciones estivales. Al poco la calma volvió al valle frente al peñón. Los lugareños retomaron sus actividades cotidianas y volvieron a sus misérrimas casas de adobe bajo el destacamento de los mehaznis. En las noches de guardia ya no se oía música hasta altas horas, sólo a veces el lejano aullido de los chacales desde las pardas montañas.

 

No tardaron los gendarmes marroquíes en tratar de reestablecer el comercio que desde la muerte de Pluto habían mantenido con los de la cia mar de Ceuta. Esa misma noche un mehazni se acercó hasta los botes. En el plantón se encontraba de guardia Orejas Bambi que comenzó a llamar al cabo Blanco a gritos con un evidente ataque de pánico.

 

-¿Qué cojones pasa?- Preguntó Blanco subiendo a la carrera al plantón.

 

Orejas señaló una figura semioculta entre el lanchón y el bote mixto cuya cara se iluminaba a intervalos por la brasa de un cigarro.

 

-¡Joder tío! Cierra esa bocaza que nos vas a joder el business- Dijo el cabo, bajando rápidamente al destacamento.

 

-¡Moi larga un cabo por la ventana! ¡Madriles, coge un par de cartones de vino y vente conmigo! Tú quédate en la puerta por si viene alguien- Dijo el cabo dirigiéndose finalmente al diablo.

 

El cabo y el madrileño, descendieron hasta la playa ayudándose con la cuerda que Moisés había amarrado a las camas. Deprisa, llegaron hasta donde se encontraba el marroquí, que les tendió la mano. Era un individuo cetrino, con un bigote poco poblado. Le faltaban numerosos dientes, tantos que en la parte de arriba solamente se le veían los incisivos, lo cual unido a una mirada astuta de rufián, conferían al tipo el aspecto de una gran rata. Blanco chapurreaba algo de tamazing el dialecto árabe que se habla en el norte de Marruecos y hablaba bastante bien francés, por lo que fue él el que llevaba la voz cantante en la negociación. El gendarme sacó una bolsa de kifi y llenó la cazoleta de una pequeña pipa de barro, le introdujo una cañita larga y fina por el orificio más pequeño y se la ofreció al cabo que a su vez abrió un tetrabrick del infame vino de las cocinas y tras echarse un traguito al coleto, se lo paso al moro haciendo ostensibles gestos de placer como si estuviese degustando un caldo exquisito. El mehazni cogió el cartón de morapio con avidez y se pegó un largo trago. A Santiago le parecía todo aquello como sacado de una película de indios y vaqueros (Los vaqueros eran ellos que ofrecían al jefe indio el “agua de fuego” y este a su vez, en gesto de buena fe, les pasaba la “pipa de la paz”) Según lo que Santiago entendía de la conversación, éste, quería una botella de güisqui a cambio de la bolsa de kifi, sin duda una petición desorbitada en aquel lugar remoto (Jefe indio hablar con lengua de serpiente a hombre blanco). Finalmente se cerró el trato en 2 cartones de vino más el empezado y de regalo, un par de latas de albóndigas de los menús de supervivencia que les habían dado en Campamento Benítez.

 

Cuando tras el trapicheo se acercaron a la ventana del destacamento, observaron con estupor el cabo en el suelo de la playa. Alguien lo había desamarrado de las camas y lo había echado fuera. Muy pegados a la roca que había bajo la ventana, escucharon conversar a Moisés con el sargento Chupetín.

 

-¿Dónde están el cabo Blanco y el Madriles? Os tengo que explicar a todos el ejercicio que vamos a hacer mañana junto con los coes.

 

- A la orden mi sargento. Creo que habían subido a la cocina para pedir harina para freír los sargos que hemos pescado esta tarde.-

 

-Bueno, esperaré aquí a que vuelvan.-

 

Al menos Fresno no había visto la cuerda que habían tendido para descolgarse hasta la playa, pero tenían un serio problema, el sargento estaba en el destacamento y el único punto de acceso al peñón a esas horas era la ventana del mismo ¡Estaban jodidos!

 

-Solamente tenemos una entrada, la reja de hierro que da acceso a los túneles. ¡Esperemos que se pueda abrir!- Dijo el cabo Blanco.

 

Santiago recordó que Jorge Fuster mencionaba los túneles con frecuencia en su diario. Llegaron a la reja que se encontraba cerca del charcón y con una piedra gorda golpearon varias veces el herrumbroso candado que finalmente cedió. Abrieron la reja lo suficiente como para poder entrar y la cerraron tras de sí dejando el candado roto por dentro de la reja, de manera que se tardase tiempo en descubrir que aquella entrada había sido forzada. Por suerte habían cogido una linterna de petaca y podían ver qué terreno pisaban. El cabo había entrado en los túneles en varias ocasiones y más o menos sabía por dónde andaba en aquel laberinto. Subieron y luego giraron hacia la izquierda, pasaron por una pequeña sala en la que había numerosos huesos de seres humanos mezclados con cal en nichos excavados en las paredes. Eran las víctimas de una epidemia acaecida en el siglo XVIII que había diezmado la población de la roca. Finalmente el túnel perdió altura y sobre su cabeza pudieron ver una losa de piedra de buen tamaño. Con gran esfuerzo lograron mover la losa para salir al pañol que había junto a la entrada del peñón. Estaban completamente cubiertos de telarañas. Se quitaron la ropa y la sacudieron. Cuando consideraron que estaban listos, cogieron una bolsita y la llenaron de yeso para que pareciese que traían la harina y se fueron al destacamento.

 

-¡Ya era hora! Pensé que habíais ido a Melilla a por la harina.- El sargento Fresno explicó brevemente el ejercicio del día siguiente en el que tenían que apoyar desde el mar a los coes y finalmente se retiró a su apartamento.

 

Una vez solos los marineros, Santiago y el cabo explicaron al resto como habían tenido que entrar a la roca y el camino por los túneles con descripción de la sala de los huesos incluida. También les mostraron la bolsa que habían obtenido de los mehaznis en la que había una considerable cantidad de marihuana, suficiente si se administraban bien para acabar el destacamento.

 

Pasaron los días de forma indolente, igual que durante todo aquel mes de agosto. Quedaba ya muy poco para la vuelta a Melilla y como cada día desde que habían llegado a primeros de mes, se fueron con Chupetín a levantar los aparejos a ver si habían conseguido pescar algo. Santiago observó cómo los enjambres de  pececillos que vivían junto a las verticales paredes submarinas, aquel día se encontraban muy próximos a la superficie y le pregunto al sargento el porqué de aquel cambio en las costumbres de los peces.

 

-Va a haber pronto un temporal- Contestó Chupetín con absoluta seguridad, aunque no se veía ni una sola nube en el horizonte y el mar estaba liso como un plato.

 

Los primeros cebos como de costumbre estaban comidos por los peces pero en uno de los cordeles junto a la punta un gran pez había arrancado de cuajo el nailon y el anzuelo del aparejo. En el siguiente cordel, que distaba del anterior una cincuentena de metros había algo enganchado. Debía de ser muy grande por que pegó un tirón que obligo a los marineros a soltar el cordel. Fueron poco a poco acortando la línea afirmándola en una cornamusa. Fresno cortó el cordel e hizo que bogaran hacia aguas más profundas para que el pez no pudiese enrocarse. Finalmente tras más de dos horas de lucha el mero estaba a la vista ¡Era enorme! Debía pesar más de 70 kg. Lo acercaron hasta el costado de la embarcación y ayudados por los garfios de pescar pulpos, finalmente lo subieron al chinchorro. Cuando llegaron a la playa con aquel “monstruo marino”, los mehaznis y los moros que vivían en las casuchas que había frente al peñón, ponían unos ojos como platos al ver en poder del “sargento de los cordeles” al abuelo de los meros de aquellas aguas. Todo el mundo se quiso fotografiar con el gran pez. Un listillo de las coes le metió un dedo en la boca al mero que ya llevaba más de 2 horas fuera del agua y el bicho en su agonía aún tuvo fuerzas para cerrar las mandíbulas y romperle un par de falanges a aquel atrevido. El mero dio de comer un par de días a toda la guarnición, mero a la parrilla y una rica sopa. Chupetín que andaba en aquellos momentos como flotando en una nube se saltó su particular ley seca y bebió un par de vasos de vino degustando la blanca carne de aquel enemigo viejo con el que había mantenido un pulso de constancia y astucia desde largo tiempo atrás. Como había predicho el sargento al ver a los pececillos a flor de agua, aquella noche estalló una violentísima tormenta.

 

Finalmente regresaron los negros helicópteros y trasladaron a Melilla a los miembros de la cia mar en un vuelo mucho más agitado que el de la ida, a causa del temporal. Lo primero que hizo Santiago nada más llegar fue intentar hablar con María, pero ésta no se encontraba en casa. Lo intentó más tarde y en los días siguientes pero el resultado todas las veces fue el mismo.

 

Antonio era un hombre alto y fuerte con manos nudosas por el trabajo de toda una vida como patrón de pesca. Era, después del capitán Villalba, el miembro más viejo de la Compañía de Mar de Melilla, aunque sólo tenía el empleo de sargento primero calafate. Calafate o carpintero de rivera es un oficio hoy prácticamente perdido. Los calafates eran los encargados de “calafatear”, reparar e impermeabilizar las embarcaciones de madera. Era tío de Vela y de Luna aunque a diferencia de estos, el calafate era una buena persona. Siempre vestía de civil y los marineros le trataban de usted y le llamaban Antonio a secas. Después de toda una vida en la pesca, había aceptado entrar en “el negocio familiar” pero Antonio no tenía ninguna inclinación hacia lo militar. Enseñaba a los chavales las “cositas de la mar” y era el encargado de recoger el correo y los giros postales que los marineros recibían.

 

Aquella mañana el sargento primero calafate nombró a Santiago Reche entre los destinatarios de las cartas llegadas a la compañía. En el remite de su carta figuraba “María Medrano Muñoz” La misiva decía lo siguiente:

 

 Córdoba 3 de septiembre de 1986

 

Querido Santiago:

 

Espero que todo vaya bien por Melilla y que no te estén puteando demasiado en la cueva.

 

Desde que te fuiste al Peñón de Vélez te he echado mucho de menos, pero estoy confusa. Aunque hemos estado muy a gusto mientras hemos estado juntos, creo que no es posible mantener una relación a distancia.

 

Recientemente he coincidido en la universidad con Javier, mi antiguo novio, el cual me ha pedido volver con él. Sé que mis palabras te van a hacer daño por eso creo que lo mejor es que te lo diga directamente sin ningún tipo de rodeos. Le voy a dar una nueva oportunidad. El fue el primero y somos dos personas que tenemos muchas cosas en común.

 

Ha sido muy bonito conocerte y quién sabe lo que el futuro nos puede deparar. Si quieres a tu licencia hablamos pero te pediría que hasta entonces no intentes ponerte en contacto conmigo.

 

Un beso, María.

 

PD.

Por supuesto puedes contar con mi ayuda en la investigación de  cualquier asunto relacionado con la muerte del cabo Jorge Fuster.

 

Santiago se metió la carta en un bolsillo del pantalón y se quedó solo en un banco de la sala principal de la cueva mirando fijamente a los gruesos muros hasta que terminó el alto de la mañana y volvió a la faena que le habían encomendado.

 

Continuará….

 

Dr Miriquituli.