domingo, 30 de septiembre de 2012

YO TRABAJÉ CON MISTER 35cm


Max aparcó el viejo coche junto a la valla de los estudios Pink Visual. Movió su gran humanidad hasta la puerta y entró en el hall. Una recepcionista fea, pero a la que parecía no escapársele ni una, le indicó con la vista unos asientos donde una rubia excesivamente maquillada mascaba chicle y ojeaba el último número de Pink Affaire. Pink Visual era una de las productoras porno más importantes del valle. Producía películas, revistas y gestionaba varios portales en Internet que le rendían cuantiosos beneficios. Max saludó con una inclinación de cabeza pero la rubia ni siquiera levantó la mirada de la revista ¡Que le importaba a él la rubia! En realidad hacía mucho tiempo que le habían dejado de importar las mujeres ¡Bastante había tenido ya con sus dos matrimonios!

 

A su primera mujer hacia por lo menos veinte años que no la veía. Tenía una hija con ella allá en su pueblo, White River Alabama. Mientras “papa dinero” estuvo presente, Max recibía cartas y de vez en cuando alguna visita de Rose, que así es como se llamaba su hija. Cuando las cosas comenzaron a marcharle mal, no volvió a tener noticias. Un tatuaje en su brazo izquierdo era todo lo que conservaba de su perdida familia.

 

Su segundo matrimonio seguía siendo como un grano pustulento en el ojete. Victoria era también del oficio. Habían estado juntos casi 10 años. Se conocieron a finales de los 70. Era la época dorada del porno y Max estaba considerado el John Holmes del porno interracial, incluso había trabajado con “Mister 35cm” en “Tarzán y la Tribu de las Lesbianas Ardientes” aunque los productores se habían cuidado muy mucho de sacarlos juntos en ninguna escena ya que la lanza de Max superaba considerablemente a la de la estrella blanca. En aquel mundillo se consumían todo tipo de drogas, principalmente cocaína durante los rodajes y también en las fiestas salvajes que daban las productoras. El video, los DVD y finalmente Internet acabaron con las grandes producciones. Él y Victoria anduvieron una temporada follando en vivo en clubes de mala muerte. Lo poco que conseguían, Victoria se lo metía por la tocha. Finalmente le dejó y poco después hacia la calle para un chulo colombiano que le proporcionaba polvos más placenteros que los suyos.

 

Gracias a la iglesia metodista, Max había sustituido el consumo de drogas por la fe. Allí conoció al reverendo Robert. Aquel ministro de Dios, ayudaba a sobrevivir a la gente de los guetos, pero para eso necesitaba mucha pasta. Max le habló de su pasado como actor porno y le propuso volver a trabajar, para con sus ingresos ayudar al sostenimiento de la obra del reverendo. Robert que era un hombre grande ¡Tan grande como Max! No podía permitir que su discípulo caminara solo por el oscuro camino del pecado y decidió acompañarlo. Juntos pecarían contra el sexto mandamiento, pero sería en pos de una buena causa ¡Seguro que Dios les podría perdonar!

 

Crearon un “dúo artístico” y se hacían llamar “Los Hermanos Polla Enferma” Tenían mucho éxito en Internet. Follaban siempre enmascarados, con mascaras como esas que llevan los luchadores mexicanos, así el reverendo mantenía en secreto su identidad.  Sus partenaires eran chicas blancas de aspecto frágil, a las que los hermanos introducían sus monstruosas vergas por todos los agujeros practicables de su cuerpo.

 

-Mr. Maxwell, le están esperando en el estudio 8. Esta señorita es Alice Young, la actriz que va a rodar la escena de hoy con el reverendo Robert y con usted- Dijo la recepcionista en cuanto terminó de hablar por teléfono.

 

Max estrecho la mano de la rubia y caballerosamente, le franqueo el paso hacia la sala de grabación. En un amplio pasillo había una docena de puertas. Alice Young empujo la que tenía el número 8 encima. En el interior estaban rodando una escena sadomasoquista en la que participaban una pareja, ambos vestidos de cuero negro y una mujer de avanzada edad que estaba atada con cuerdas a una mecedora. Un asistente les indicó la puerta del fondo de la sala donde se encontraban los vestuarios. Allí estaba el reverendo Robert que acababa de salir de la ducha y se disponía a ponerse el atuendo de trabajo, unos escuetos calzoncillos de cuero con tachuelas, la mascara de luchador y unas botas de media caña. El clérigo les estrechó la mano y una blanca sonrisa brillo bajo su fino bigote. Max fue a darse una ducha y la rubia a ponerse un enema. En el plató varios operarios se afanaban en recoger el decorado de la escena sadomasoquista y traer un sofá.

 

Finalmente salieron los tres. A la rubia le dieron un corto guión con preguntas y respuestas tales como: -¿Tu culo sigue siendo virgen? Si, lo he estado reservando para los Hermanos Polla Enferma que son los reyes del anal ¿Cuál es tu fantasía sexual favorita? Que dos monstruosas pollas negras penetren todos los agujeros de mi cuerpo y al final su leche se derrame en mi boca, en mi cara, en mis tetas…. - Una prueba de luz, unos retoques de maquillaje y comenzaron a rodar la escena.

 

Alice Young recitó su dialogo y los dos hombres se sentaron en el sofá y comenzaron a acariciarla. Pronto la actriz porno estaba de rodillas chupando alternativamente las dos vergas. La excitación de Max creció cuando su glande se juntó con el del reverendo dentro de la boca de la mujer, que hacia verdaderos esfuerzos para que le cupieran las dos grandes boas negras. Se la habían chupado cientos… miles de veces, pero al sentir la polla de su mentor junto a la suya en la boca de la actriz, tuvo que reunir toda su experiencia profesional para no correrse en ese momento. Luego comenzó el folleteo. Alice follaba con uno y se la chupaba al otro, adoptando diferentes posturas. Se fueron cambiando, hasta que a Max le tocó atacar por la retaguardia. Normalmente no la podía meter a la primera, pero aquella chica tragaba carros y carretas ¡Era una gran profesional! La menuda actriz porno, cabalgaba el miembro de Max con los pies sobre sus muslos y las manos apoyadas en la cintura del hombre negro esperando recibir al reverendo por delante. En la doble penetración la parte trasera de los penes y los testículos se frotaban y chocaban rítmicamente. Las manazas de Max agarraron el duro culo del reverendo Robert y lo apretaron contra la rubia. Cambiaron un par de veces de posición y finalmente, ambos eyacularon sobre el careto de Alice Young. Le restregaron las pollas por la cara y las restregaron una contra otra hasta que el maquillaje de la rubia se tornó una máscara pegajosa y grotesca.

 

Una ducha y los tres participantes en la escena porno pasaron por caja a recoger sus respectivos cheques. Los dos hombres se despidieron de Alice Young en el hall de los estudios Pink Visual y luego salieron juntos a la calle.

 

-He venido en autobús ¿Me puedes acercar hasta la parroquia?-

 

-Claro que si reverendo Robert- (Yo a ti te acompañaría hasta el mismísimo infierno si tú me lo pidieras)

 

La parroquia estaba en un gueto negro en las afueras de los Ángeles. Por el camino, el reverendo fue hablando sobre las buenas obras que iba a hacer con el dinero que habían ganado esa tarde. Cuando llegaron, Susan, la esposa de Robert estaba arreglando los parterres de rosas que había junto a la entrada de la parroquia, mientras los dos hijos de la pareja jugaban al basket en una canasta que había colgada de la fachada.

 

-¡Que sorpresa Max! ¿Pasas a tomar un vaso de limonada fría?- Dijo la mujer del clérigo

 

Max les dio una excusa poco convincente y se despidió de la pareja. Camino de su casa, paro en una licorería. Compró una botella de güisqui barato y un paquete de latas de cerveza. Cuando llegó a su deprimente vivienda, sacó algo de comida china que quedaba en el frigorífico y abrió una cerveza. En la televisión había poco que ver. Max dejó un canal por el que estaban pasando un partido de béisbol y comenzó a comerse la comida china fría. Al poco tiempo sonó el telefonillo del portal. Max se acercó un poco a la ventana y vio a su ex mujer Victoria que apretaba el botón del portero automático con furia. Parecía que aquella arpía tuviera un sexto sentido que detectara cuando Max tenía pasta. Arrancó los cables del telefonillo, abrió la botella de güisqui y echo un largo trago a morro y cogió una nueva cerveza.

 

Abajo en la calle Victoria gritaba: - ¡ABRE HIJO DE PUTA SE QUE ESTAS AHÍ! EMPEZAMOS JUNTOS EN ESTO, NO ME PUEDES DEJAR TIRADA…

 

Es verdad habían empezado juntos en aquel negocio, pero Max era una estrella. ÉL HABIA TRABAJADO CON MISTER 35 cm. En la calle los gritos de Victoria seguían. Ya se cansará o los vecinos llamarán a la policía pensó. Max echó otro trago de la botella y se sentó en el sillón. Se sacó su enorme polla de los calzoncillos y comenzó a meneársela despacio pensando en la sonrisa blanca bajo el fino y bien cortado bigote del reverendo Robert.  Mientras en la calle, su ex mujer seguía gritando y una sirena de los maderos sonaba lejana.
 
 
Doctor Miriquituli.

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