viernes, 18 de enero de 2013

CICLO GENÉSIS EXPLOSIVA


Entre la ciudadanía, se ha instalado un sentimiento hacia la clase política que es una mezcla de indignación, repugnancia y lo que es aún peor, resignación.

 

En un alarde de sinceridad, un político español, ya fuera de la vida pública, dijo hace algunos años “Yo estoy en política para forrarme” Este señor que hoy percibe cuantiosos emolumentos de una empresa antes pública y hoy privatizada, dijo en voz alta lo que piensa una gran parte de los políticos patrios, desde el modesto concejal de un pueblecito a un ministro o cualquier otro alto cargo.

 

El refranero español, siempre certero en sus sentencias, tiene una que se acomoda perfectamente a la forma de pensar de estos “servidores públicos” -A mí no me des, ponme donde haya…- O sea su objetivo real no es el bienestar de los ciudadanos, si no gestionar los dineros públicos y así, amen de sus jugosas pagas y dietas, trincar pasta en comisiones por contratos y adjudicaciones amañadas para que se las lleven sus propios.

 

Ya han pasado algunos años desde que la sociedad española se sacudió el miedo que tenía a la libertad, desde la generación que vivió la Guerra Civil, hasta que gano las elecciones un partido de “izquierdas”,  una vez que parecía ya conjurada la amenaza de un retroceso democrático. El susodicho partido de “izquierdas” proponía el cambio hacia un país moderno e integrado en la UE. Hace unos 200 años, por varias razones, España perdió el tren del progreso tecnológico y también social. Parecía que por fin, con el partido de "izquierdas" en el poder, había llegado el momento de ponernos al día con respecto a nuestros vecinos. Al principio la cosa no fue mal. Gracias a los fondos europeos, se construyeron nuevas y magníficas infraestructuras que eran muy necesarias.

 

En 1992 se implantó el IVA, un impuesto al consumidor final, que con distintos tipos impositivos se aplicaba en toda la UE. Hasta entonces, nunca un gobierno había recaudado tantísimo dinero. Tras los fastos de aquel 92 de agridulce recuerdo, se sucedieron como en cascada, innumerables escándalos de corrupción. Por aquella época, entre otros, nos robaron: el hermano del vicepresidente del gobierno, el director de la Guardia Civil o el director del Banco de España, que era el que estampaba su firma en los billetes de mil pesetas.

 

Mi abuelito que en paz descanse, uno de los pocos placeres que se dio en su vida, la vida de un hombre que en la guerra tuvo la mala suerte de estar en el bando perdedor, fue, antes de morir, votar a ese partido de “izquierdas”. Nunca perdonaré a ese partido de “izquierdas” porque engañó a mi abuelo, un hombre bueno, que sin comerlo ni beberlo las pasó muy putas.

 

Tras el partido de “izquierdas” vino un partido de “derechas”. Había llegado el día en que la derecha española había asumido maneras democráticas y había dejado atrás el franquismo. Los convencidos conservadores repetían tozudamente “Los de derechas no roban porque como ya tienen, no les hace falta” Desgraciadamente este axioma tampoco se ha cumplido. Los del partido de derechas en sus 2 etapas, con 2 legislaturas del “reinventado” partido de “izquierdas” por medio, han robado también a calzón quitado.

 

En la actualidad el tema del choriceo ensucia como una marea negra la vida pública, con el agravante de que las penas son suaves para los corruptos y durísimas en comparación para los que delinquen por pura necesidad. Los dos partidos “el de derechas y el de izquierdas” (Me dan tanto asco que no quiero ni nombrarlos) están metidos hasta el cuello en el chapapote de la corrupción allí donde mandan.

 

La justicia, lenta e ineficaz, es uno de los pilares en los que se apoya  toda esta chusma de indecentes a la hora de cometer sus fechorías y en el caso, poco probable, de que la justicia les llegue a condenar, siempre pueden conseguir un acuerdo o directamente recibir un indulto del gobierno. Al final siempre nos acabamos remitiendo al refranero “Que les quiten lo bailao”

 

Mientras tanto, los ciudadanos cada día vamos perdiendo más y más de lo conseguido tras mucho tiempo y esfuerzo, observando con estupor, como los que nos han robado se van de rositas e incluso obtienen jugosos ingresos como asesores de las mismas empresas a las que ayudaron en sus chanchullos.

 

Las buenas intenciones de los partidos respecto a la corrupción, se parecen a este invierno que amaga pero hasta ahora no da. Mientras estas cosas ocurren, los españoles de a pie, vemos como giran sobre nuestras cabezas unos nubarrones cada vez más negros. Es muy posible que en lo social, igual que en lo meteorológico, acabe estallando esa ciclo génesis explosiva que nos anuncian, una tormenta perfecta, que ojalá barra de una puñetera vez toda esta mierda de corrupción que nos impide seguir adelante.

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