domingo, 1 de abril de 2012

TAPPER SEX ¡EL DESENLACE!


Llegue a la urbanización de Miriam media hora antes de la reunión. Toque el timbre y al poco ella salió a abrirme. Tenía los ojos rojos, como si se acabase de levantar. Me abrazó y me preguntó como me encontraba ¡Olía tan bien! Un olor como el que tienen los niños pequeños y que seguramente es un mecanismo de la naturaleza, para potenciar los instintos de afecto y protección de sus semejantes, ante la indefensión en la que se encuentran los seres humanos en los primeros estadios de su desarrollo.

 Le conté como había sido lo de mi abuela y como un día antes la había visitado, después de tanto tiempo. Me confesó que no tenía ningunas ganas de hacer la reunión, había sufrido un terrible desengaño.

 -¡He estado tan ciega! Llevaba más de 5 años con él. Me dijo que me quería, que dejaría a su mujer… Además era mi jefe, al romper con él, también me he quedado sin trabajo-

 Hasta entonces, trabajaba como diseñadora gráfica en una importante empresa de publicidad. Tenía una sólida formación. Hablaba varios idiomas y lo más importante, me constaba que tenía dinero. Su situación se encontraba bastante lejos de ser desesperada (Al contrario que la mía) Así se lo hice ver. Se quedo más tranquila. Miriam era una mujer muy decidida.

 Al poco rato llegaron las asistentes a la reunión, un grupo de 10 mujeres entre vecinas, amigas y ex compañeras de trabajo. Estas últimas se interesaron especialmente por la situación en que había quedado Miriam. Se quedaron de piedra al conocer que el motivo de su despido, había sido la ruptura de la relación sentimental que mantenía con su jefe y de la que no sabían nada.

 -¡Que cabrón!- Dijo una chica gordita muy guapa de cara, compañera suya de trabajo.

 Tras las presentaciones, unas cervecitas y un poco de picoteo, comenzamos con la reunión. Todo fue bastante bien.

 Me quedé ayudando a Miriam a recoger y luego me invito a cenar. Hicimos una ensalada y descorchamos una botella de vino. Tras cenar, nos sentamos muy juntos en sofá con la botella de vino y dos copas. Miriam había encendido antes de la cena una estufa chimenea que había en el salón de su chalet. Aunque el tiempo por el día, era en general bueno, por las noches aún refrescaba bastante. Estábamos muy a gusto, en silencio observando el fuego, cuando Miriam dijo:

 -No me gustaría quedarme sola esta noche ¿Te quedas conmigo?-

 A mi me saltaba el corazón en el pecho. Me ofrecía lo que íntimamente más anhelaba, entonces me acordé de las ladillas, si hacia el amor con Miriam, le podía pegar aquellos asquerosos bichos. Ya no me picaba nada, señal de que la infestación seguramente había terminado, si no era así, en última instancia, siempre le podía echar la culpa a su ex jefe.

 -¿Tú crees que soy el hombre adecuado?- Dije yo anhelante.

 -Estoy completamente segura- Dijo y luego me besó.

 -¿Nos vamos a la cama?-

 La primera vez que hicimos el amor fue un poco decepcionante por mi parte, ya que el deseo largamente reprimido hizo que no pudiera complacerla. Luego hablamos un buen rato, le abrí mi corazón, le conté mi mísera y solitaria vida y como había aceptado aquel trabajo, como último clavo ardiendo al que agarrarme antes de acabar viviendo en la calle y comiendo en los comedores sociales, en una situación de exclusión social de muy difícil retorno. Cualquier otra mujer seguramente hubiera sentido espanto, ante las poco halagüeñas perspectivas que se abrían con esta relación. Pero Miriam, no se por que extraña razón, veía algo bueno en mi. Creo que yo le podía aportar algo que le faltaba, tal vez fuese verdad o devoción, no se. Lo cierto es que las relaciones personales se basan siempre en el aporte de ingredientes de una parte hacia la otra y yo esta vez había dado con la receta.

 Hicimos el amor varias veces más esa noche, con resultado mucho más satisfactorio que la primera vez, incluso jugamos con algunos de los juguetes sexuales que Miriam tenía. No nos hacían falta, en ese momento nos bastaban los atributos con los que la naturaleza nos había dotado, para darnos placer el uno al otro.

 Me marché a la mañana siguiente, con el sol bien alto y con una sonrisa pintada en mi cara. Seguramente la gente que me vio debía pensar que era idiota. En mi casa me duché, me apliqué el mejunje para las ladillas y me marché a Fresa y Menta. No sabía que iba a pasar con mi trabajo, pero quería acabar con aquella farsa.

 Tanto Dimitri como Mercedes me miraron con recelo. Quizás pensaban que eso tan peligroso de la felicidad podía ser algo contagioso. Mi jefe, con su atuendo, era más propenso al contagio. Vestía traje de lino color naranja, camisa hawaiana con muchas palmeras y como complementos corbata de vaquero de esas de cordoncillos con chapa en el cuello y botines color granate de media caña y tacón cubano. Melchor era un hombre perspicaz y enseguida apreció el cambio que se había producido en mí.

 -No se, hoy te veo distinto, te veo radiante. Me atrevería a decir que tu has tenido sexo del bueno ¿Has dejado a ese novio tan soso? ¿Quién es él? ¿Es africano? Cuenta cuenta, que me tienes en ascuas.-

 -Te voy a decir algo, que va a cambiar la imagen que tienes de mí, pero quiero que sepas que eres una persona a la que sinceramente aprecio, tanto en lo profesional como en lo personal y que decidas lo que decidas sobre mi futuro en esta empresa, lo acepto y lo respeto-

 Después de este preámbulo, Melchor era todo oídos.

 -No soy homosexual ni nunca lo he sido, fingí serlo por que necesitaba trabajar, estaba a punto de quedarme en la calle. Espero que entiendas mi postura-

 Entonces fue como si a Melchor Cerrudo le vinieran todos los años que tenía, que eran bastantes y alguno más a la expresión de su cara-

 -¡Cómo no te voy a entender! Déjame que te cuente una historia: Yo nací en un pueblo de la provincia de Zamora hace muchos años ya. Allí pasé mi niñez y mi adolescencia. Desde que tengo uso de razón soy consciente de mi homosexualidad, pero en la España en que nací, era absolutamente impensable reconocer esa realidad y mucho menos en un pueblecito de la Castilla profunda. Con 18 años me vine a Madrid, pese a que un marica en aquella época estaba condenado al disimulo o a la marginalidad, en Madrid al menos, como te he dicho, en círculos marginales, podías relacionarte con otros de tu condición. De todas maneras como a mi me seguía importando mucho mi familia, llegue a casarme con una mujer, una madre soltera. Dolores, que así es como se llama, también era de un pueblo pequeño y en una situación paralela a la mía, tuvo que irse, al percatarse de su embarazo. El matrimonio nos doto a ambos de una respetabilidad perdida y a nuestra manera nos llegamos a querer mucho. Yo crié a su hija como si de mi propia hija se tratase y dentro de pocos meses seré abuelo, lo cual me llena de orgullo ¿Cómo quieres que no te entienda? Por mi parte creo que eres un buen profesional y a tu profesionalidad apelo para que no desveles tu orientación sexual ya que tratas temas sensibles, generalmente con mujeres. Este es un trabajo como otro cualquiera, en un sector en clara expansión, además yo algún día me quiero jubilar para poder dedicarle tiempo a mi nieto…. –

 Seguimos hablando un rato, le conté lo de Miriam y me dio algunos consejos muy atinados. Luego tras despachar los asuntos de trabajo y asignarme una reunión para esa tarde nos despedimos con un afectuoso abrazo.

 Llamé a Miriam y quedamos en vernos otra vez esa misma noche, Me pase por casa para comer algo y luego fui a la reunión que era en un pueblo de la sierra. Tras terminar volví a llamar a Miriam par avisarle de que ya iba hacia su casa. Me dijo que me esperaba y que me había echado mucho de menos.

 La autovía de la Coruña llevaba mucho tráfico y caía una fina llovizna. En una curva bastante cerrada, mientras adelantaba a varios coches que circulaban detrás de un camión, de repente uno de los coches que se desplazó hacia la izquierda, golpeando lateralmente mi furgoneta, Perdí el control del vehículo que hizo un trompo. Un coche que venía detrás no pudo evitar colisionar conmigo. Un fogonazo, un instante de agudo dolor y luego…. Oscuridad.

 Siento con mis largas antenas como vibra el suelo por los pasos de un grupo de personas. Una luz se enciende, yo corro a esconderme debajo de la cama. Escucho sus voces que me resultan muy familiares. Son dos mujeres y un hombre.

 -¡Que horror! No sabía que estuviera viviendo así. No me había contado nada. Soy su hermana, el único familiar directo que le quedaba, le hubiera ayudado.-

 -A mí si me lo había contado, aunque no había visto esto. Estábamos juntos desde hacía muy poquito, pero estoy segura de que la nuestra hubiera sido una gran historia de amor ¡Que pena! No tenía suerte. Le echaré siempre de menos.-

-A mi también me había contado algo. Era buena gente y buen profesional. Yo también voy a echarle de menos.-

 -¿Queréis alguna cosa, algún recuerdo? Aunque hay tan poco, es como si no tuviera pasado, como si no tuviera ni siquiera nombre.-  

 Los pasos se alejan y la luz se apaga. Vuelvo a salir de debajo de la cama y exploro todo con mis antenas. Parece un buen sitio para vivir y además me resulta todo, extrañamente conocido....


DR. MIRIQUITULI




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