jueves, 27 de octubre de 2011

ALTO, GUAPO Y CON DINERO. PROFESION ¡AVENTURERO!

Recientemente a saltado a los medios de comunicación, el fatal desenlace sufrido por  Stefan Ramin, un ejecutivo alemán, supuestamente devorado por caníbales, en Nuku Hiva, un paraíso natural en la Polinesia francesa. Este aventurero, había dejado su lucrativo empleo en Hamburgo y se dedicaba a navegar  con su novia por esos mares de Dios. La historia, tiene muchos puntos en común, con la que se cuenta en la excelente y controvertida película de los años, 70s Holocausto Caníbal, en la que se narra, en un formato documental, la historia de unos jóvenes, que sin ningún tipo de escrúpulos morales, se internan en la selva amazónica, para realizar un reportaje sobre las practicas brutales, de algunos de los últimos caníbales del planeta.

Antiguamente, la gente se embarcaba en este tipo de aventuras de incierto final, huyendo de la miseria, la ignorancia o la opresión. Mas adelante estados e instituciones financiaron expediciones con objetivos científicos (Y a la postre, también económicos). Algunos insignes aventureros como Magallanes o Cook también hallaron la muerte en paraísos perdidos del pacífico, pero los importantes logros de estos personajes, los elevan a la categoría de héroes.
 
En el siglo XX, se han conquistado los últimos espacios inexplorados del planeta y el cine y la televisión han difundido en imágenes, como nunca antes estas investigaciones.
Grandes científicos y comunicadores como Jacques Costeau o nuestro Félix Rodríguez de la Fuente, fueron unos auténticos gigantes, que supieron hacer llegar al gran público un patrimonio natural, tan bello como desconocido y que estaba y está en grave peligro.

En los tiempos actuales, el modelo de aventurero que se lleva, hace más hincapié en las dificultades inherentes a la propia aventura, que en los aspectos científicos o conservacionistas. El ultimo superviviente, al filo de lo imposible o desafío extremo, van en esta línea. Los aventureros protagonistas, se desplazan a sitios remotos, no para investigar ni descubrir, si no, perdónenme la expresión: A pasarlas putas, convenientemente equipados en Coronel Tapioca o Decathlon.

No quisiera olvidarme de otra variante del aventurero moderno, el aristócrata aventurero. Estos Sportmen, prefieren la dificultad y el riesgo a la vida muelle, que podrían llevar gracias a sus bienes de abolengo. Dos magníficos ejemplos son: El ínclito Álvaro de Marichalar, que ha paseado la bandera nacional por los siete mares, en su moto acuática o el sublime Kitín Muñoz, también conocido como Kitín de Bulgaria, que a bordo de varias embarcaciones de palitos trenzados, se enfrentó a las procelosas aguas del Pacífico, para emular la gesta ancestral de unos nativos polinesios que en tiempos remotos llegaron a America mucho antes que Colón. Tal vez montarse en el metro en hora punta sea toda una aventura, pero hay que reconocer que mola mucho más enfrentarse al mar bravío en estas inusuales embarcaciones.

El último grito en aventureros, es un personaje por el que yo siento auténtica debilidad. es el conocido como Frank de la Jungla. Se parece a ese niño raro que cazaba lagartijas y otros bichos, en el descampado (Yo era así) sólo que ya es mayor, aunque vista raro. Seguramente es un gran entendido en fauna del sudeste asiático, pero los mayores atractivos del programa, radican en los aspectos más escatológicos del mismo, como las palabrotas o los desarreglos digestivos del equipo y el riesgo latente, de que clase de animal peligroso, va a morder, estrangular o picar a Frank.

 Aún muchos seres humanos siguen el camino de la aventura cruzando desiertos y mares bien para poder acceder a un modo de vida mejor en lo material o como en el caso de esos altos, guapos y con dinero, para huir del tedio y la pobreza espiritual. A estos últimos debo advertirles: Que el mar, la montaña, la jungla o el desierto pueden matarles, que las serpientes pican y que aunque, actualmente vayan con bermudas y gafas de sol, en la polinesia al igual que en el Congo a blanco que pillan lo hacen “mondongo”.

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