jueves, 21 de febrero de 2013

EXTRAÑOS SUCESOS EN LA SIERRA


Soy amante de la naturaleza y dedico gran parte de mi tiempo libre a la observación de la fauna salvaje. Por la época en la que me sucedieron los extraños acontecimientos que a continuación voy a relatar, se habían producido en la sierra algunos ataques al ganado atribuidos a una manada de lobos y yo trataba de documentar la presencia de los canes, armado de una cámara con teleobjetivo

 

Tras varias horas de infructuosa espera, decidí dejar mis observaciones para mejor ocasión. Se estaba haciendo de noche y comenzaba a hacer frío. Me dirigía andando a través del bosque, hacia el lugar donde había dejado aparcado el coche, cuando en un claro, vi un extraño objeto de forma fálica y una decena de metros de largo, que emitía un tenue destello. La luminosidad del objeto variaba, incluso el color del mismo según me iba acercando. Puse una mano sobre la superficie y aquello emitió un fogonazo frío de luz blanca cegadora, que me hizo perder el conocimiento.

 

No se cuanto tiempo pasó después. Me desperté desnudo sobre una camilla en una habitación completamente blanca y vacía. No me podía mover, aunque no estaba sujeto por ningún tipo de atadura. En un momento dado, se abrió en el techo un agujero redondo por el que salió “algo” no se si se trataba de de una maquina o de un ser vivo. Tenía aspecto de medusa con numerosos tentáculos que se movían hacia arriba y hacia abajo. Estaba todo aquel engendro lleno de hileras de pequeños puntos de luz que se encendían y apagaban. Bajo del techo hacia mi y exploró todo mi cuerpo sin llegar a tocarme, luego las puntas con forma de ventosa de un par tentáculos se pegaron a mis sienes, en aquel momento se abrió un nuevo agujero, esta vez en la pared y salieron de él tres seres con aspecto de larvas del tamaño de un gato aproximadamente. Aquellas cosas comenzaron a moverse por encima de mi cuerpo, cubriéndolo de una baba viscosa. Uno de ellos se dirigió a mi pene, primero lo succionó y luego se dio la vuelta y se lo introdujo por la parte posterior de su cuerpo. Contemplé horrorizado como ese bicho…. ¡Estaba copulando conmigo!

 

Al principio sentí nauseas, pero de nuevo el fogonazo…. Cuando recuperé la conciencia, me encontraba en casa de mis padres, en mi antigua habitación. Estaba tumbado en la cama y junto a mi se encontraba Ana mi primera novia.

 

-No te preocupes todo va a ir bien- Me dijo, luego se quito la camiseta y unas escuetas braguitas y me puso su depilado chichi en la cara. Yo lo lamí con deleite, mientras ella hacia lo propio con mi pene. Luego hicimos el amor. No recordaba que Ana fuese multiorgásmica, más bien mi recuerdo de las veces que manteníamos relaciones, era que dada mi escasa experiencia de entonces, casi nunca lograba satisfacerla. Pero en aquella ocasión fue distinto, yo era un semental que galopaba por un bosque en llamas, lúbrico, incansable, sintiendo el placer en cada uno de mis poros. Cuando terminé, Ana puso su mano en mi frente y volví a sentir que la luz blanca brillante lo llenaba todo.

 

Abrí los ojos de nuevo. Estaba en la playa y era de noche. Giovanna, una napolitana exuberante con la que me había enrollado hacia ya algunos veranos, estaba a mi lado completamente desnuda. Cogido de su mano entre en el mar siguiendo la estela plateada de la luna llena que estaba baja, casi en la línea del horizonte. Con el agua por nuestras cinturas, nos besamos en la boca, luego chupe sus redondos senos salados. Gio sonrió y me puso un dedo en la boca, tomo aire y se sumergió. En su inmersión, su nariz, sus labios, y su espesa mata de pelo negro, rozaban mi polla. Yo le sujetaba la cabeza bajo el agua en un impulso sádico… casi criminal. Cuando ya no pudo aguantar más la respiración, sus uñas se clavaron con fuerza en mis nalgas. Giovanna emergió jadeando,  yo aproveche para cogerla por detrás y penetrarla con fuerza.

 

Nos movíamos como el mar, ahora despacio, casi en calma, ahora bravo y salpicando espuma. Terminamos en la orilla. Gio, todavía conmigo dentro, se tendió sobre mí y cerro mis labios entreabiertos con un nuevo beso. De nuevo me invadió aquella luz blanca intensa…

 

De repente estaba en la cocina de mi apartamento. Sonó el timbre de la puerta y salí a abrir. Frente a mi se encontraba Ruth, una estudiante que estuvo viviendo durante algún tiempo en el inmueble y con la que echaba algún que otro polvo esporádico. Sin mediar palabra me echó los brazos al cuello y me besó en la boca. Mis manos se perdieron dentro de sus vaqueros. Mi dedo corazón recorría su húmeda rajita y así lubricado se introducía un poquito en su ano. Gimiendo se separó de mí y se fue quitando la ropa camino del dormitorio, yo la seguía igual que un borrico sigue una zanahoria. Se subió a la cama mostrándome su redondo culo.

 

-Hazme lo que quieras- dijo insinuante y eso fue lo que hice…Al momento mi verga entraba y salía atacando alternativamente vanguardia y retaguardia. Luego, con mi vecina clavada, recorrimos saltando el apartamento, haciendo varias “paradas técnicas” en el sofá, la mesa del comedor, la encimera o el alfeizar de la ventana de la cocina, donde terminamos. Abrazados aún, podía sentir como el cuerpo de Ruth temblaba junto al mío. Por encima de su hombro, vi como la vecina de enfrente nos observaba boquiabierta mientras tendía la ropa. Levanté una mano a modo de saludo, saludo que ella correspondió de la misma forma. De la mano de mi vecina surgió la luz blanca otra vez.

 

En un atisbo de lucidez, pude ver como el engendro de múltiples tentáculos recogía una especie de sonda que había introducido en mi ano y como de nuevo, el agujero de la pared se abría, para que por allí desaparecieran aquellos extraños seres.

 

Me desperté desnudo y aterido sobre el suelo del bosque. Era de noche, yo estaba completamente desorientado. Fui descendiendo con la esperanza de llegar hasta la carretera, cosa que finalmente conseguí. La seguí cuesta abajo, donde tenía la certeza de que había un pueblo. Allí seguro que encontraría alguna persona dispuesta a socorrerme. Al poco rato, vi las luces de un vehículo que se aproximaba y me planté en medio de la carretera haciéndole señales para que parase.

 

El coche resulto ser el 4x4 de la Guardia Civil. Los dos guardias se bajaron del vehículo y me alumbraron con una linterna.

 

-¿Qué es lo que le ha pasado?- Me preguntó uno de ellos. Yo les conté con todo detalle la angustiosa situación que había vivido. Los guardias se miraron entre si. Uno se fue al maletero de donde sacó una manta térmica de esas que parecen un gran trozo de papel de plata, me la echó por encima y me invitó a sentarme en el asiento trasero del coche.

 

-¿Puesto de Valdeterruño? Aquí patrulla: llevamos a un individuo con claros síntomas de haber consumido algún tipo de sustancia alucinógena-

 

-Aquí puesto, esta bien, traéroslo para acá y que duerma el pedo en el calabozo-

 

Los civiles, haciendo caso omiso a mis protestas, siguieron a lo suyo.

 

-¡Vaya semanita que llevamos! Con este ya van cuatro drogatas que recogemos en el monte ¡Putas setas alucinógenas! A ver si nieva ya y se van a tomar por culo todas de una puta vez.-
 
 
Dr. Miriquituli.

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