domingo, 13 de noviembre de 2011

EL CHAMAN


EL CHAMÁN

(Sureste de la Península Ibérica aproximadamente 6000 años A.C.)

Kiri había vivido tantas primaveras como dedos tenía en manos y pies, era el líder del clan de la sierra. Unas veinte almas en total, entre cazadores, mujeres, niños y un par de ancianos de más de treinta años. Su mujer Uma había tenido siete hijos de los que solamente habían sobrevivido 3: una niña de 8 años que estaba apunto de entrar en la edad núbil, un niño de 6 y otro niño de unos pocos meses. Vivian de la recolección de frutos del bosque, miel y de la caza. También explotaban, una rudimentaria ganadería de animales salvajes, que capturaban de crías y que mantenían con vida hasta que tenían un buen tamaño, incluso, habían logrado la reproducción en cautividad, de varias hembras de jabalí. También eran diestros en la fabricación de útiles de silex, muy abundante en la zona. Con el comercio de esta pequeña industria obtenían, de otros clanes cercanos, algunos productos imprescindibles de los que carecían, como sal marina o pescado seco.

Esa noche mientras dormía junto a Uma, Kiri tuvo un sueño muy extraño: Vio un enorme uro en un claro del bosque. El animal pacía tranquilamente y en un momento dado, comenzaba a desprendérsele la piel y la carne, quedando en pie la blanca osamenta del bóvido. Al final, el esqueleto se desplomaba y se convertía en polvo que era barrido por el viento. Se despertó inquieto, sentía que algo en su mundo, no marchaba bien. Abrigado con un manto de pieles de lobo salio fuera de la cabaña. Aún no había amanecido pero la luna estaba llena y se veía la cinta de plata del arroyo que corría unos metros más abajo. Pronto se le acercó uno de los perros del poblado y le lamió las manos. Kiri le acarició distraídamente detrás de las orejas y se puso a mirar la blanca luna, mientras meditaba  sobre lo que había soñado.

A la mañana siguiente, mientras el clan se reunía junto al fuego a desayunar unas tortas de harina de bellota, acompañadas de carne de ciervo seca, Kiri les contó lo que había soñado la noche anterior. Ningún miembro de la tribu encontraba un significado a su sueño. Bato, el más anciano de todos los miembros del clan, sugirió a kiri la idea de consultar el significado con Frem, un hechicero que vivía en una cueva en la falda de la montaña a media jornada de camino. Frem era un individuo viejísimo y pese a que era capaz de curar muchas dolencias,  era temido por los hombres y mujeres de la zona. Se decía que practicaba oscuros rituales mágicos, en los que ocasionalmente se sacrificaban seres humanos.

Kiri partió con un par de hombres del poblado y el perro al que había estado acariciando la noche anterior. Llevaban sus grandes arcos y vestían zahones de piel de uro para no dañarse con los recios matorrales de la montaña. Kiri lucia un vistoso tocado de plumas, que indicaba su categoría de guía y jefe del clan. En sus morrales llevaban presentes para el chaman. El día se fue nublando. En el cielo plomizo se recortaban formaciones en forma de flecha, de chillonas grullas, emigrando hacia el sur, anunciando que no tardaría en llegar el frío.

Bajo una fina lluvia, el grupo, se internó en un barranco sin árboles, jalonado por formaciones rocosas de formas extrañas. Las paredes estaban perforadas por multitud de agujeros de distintos tamaños. Parecía que la montaña les observara. Al fondo, una fina columna de humo indicó  al grupo, que habían llegado a los dominios del mago.

Un muchacho que lucia extraños tatuajes, se afanaba en despellejar un par de conejos junto al fuego. Era uno de los ayudantes del brujo, estos acólitos cuidaban de su fuego y su comida, también dormían con el anciano. Aunque eran  frecuentes, las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, estaban mal vistas e incluso, si no se llevaban con discreción, eran reprimidas con mucha dureza. Pero el chaman estaba por encima de esta ley. El muchacho les indico donde podían encontrar a Frem. Los tres cazadores hallaron al chaman sentado bajo una visera de piedra, pintando un uro con pintura roja. Al aproximarse un  gran búho que estaba posado cerca del chaman echó a volar hasta una peña próxima.

Sin volverse Frem, saludó  con la mano y dijo:

 – Bien venido Kiri, te estaba esperando-

El chaman se dio la vuelta y observó al grupo con expresión inescrutable. Tenía el rostro y la cabeza completamente afeitados. Su cara estaba surcada por innumerables arrugas. Kiri trató de iniciar la exposición de los motivos que les habían llevado a los dominios de Frem, pero el mago le interrumpió con un gesto de la mano.

- Es hora de descansar y reponer fuerzas ¡Seguidme! – dijo saltando de la cornisa con sorprendente agilidad y se fue caminando a grandes pasos hasta el hogar donde el muchacho cocinaba los dos conejos.

Durante la comida Kiri contó su historia. El chaman no emitió ninguna opinión. Al finalizar, el anciano dijo:

 –Esta noche, invocaremos a los espíritus del sueño, ellos nos desvelarán más cosas sobre tu visión-

Frem se adentró en la cueva, junto a su ayudante para preparar el ritual mágico. No salió nadie hasta que casi se habían extinguido las últimas luces de la tarde. El muchacho traía un cuenco de madera que contenía pintura blanca. Se acercó a Kiri y trazó con las yemas de sus dedos, varias líneas en su torso y  rostro. Cuando termino, le pidió que le siguiera hacia la cueva, El interior estaba iluminado por varios pequeños pebeteros de piedra en los que ardía grasa animal. Frem, se encontraba al fondo de la cueva, imponente, tocado con los largos cuernos de un macho de cabra montés. Las paredes de la cueva estaban decoradas por figuras de aspecto lejanamente humano y que parecían implorar con los brazos alzados El muchacho ofreció a Kiri un brebaje hecho de varias plantas y semillas, este lo bebió y al poco rato los sonidos comenzaron a distorsionarse, un torbellino de imágenes daba vueltas en su cabeza. El cazador sintió unas fuertes nauseas y vomitó todo lo que tenía en el estómago. El mago y su ayudante le tendieron en un lecho de pieles donde, entre convulsiones, tuvo extraños sueños.

 Kiri se despertó con una fuerte jaqueca. Encontró a sus compañeros de viaje en el exterior de la cueva, jugando con el perro para matar el tiempo. El sol estaba muy alto ya, Uno de sus hombres partió presuroso en busca del mago y el otro le alcanzo un cuenco de madera con sopa de verdura y hongos y un tasajo de carne seca, Tras tomar unos sorbos, Kiri comenzó a sentirse un poco mejor. Pasado un rato aparecieron el mago y el muchacho con un cesto de hierbas, seguidos del otro cazador.

Frem pidió a Kiri que le contara, lo que recordaba, de lo que había visto en sus sueños la noche anterior, este comenzó su relato:

-Recuerdo en mi sueño el mar y un gran poblado en la desembocadura de un río. Recuerdo también un campo con unas yerbas, que no había visto nunca, que se mecían al viento como las olas del mar. También vi manadas de extraños animales parecidos a las cabras monteses pero con los cuernos más pequeños y otros, que tenían la piel blanca y rizada, no se parecían a nada que hubiera visto antes. Varios hombres cubiertos por extrañas ropas, caminaban al lado de los animales, con perros. El resto de mis sueños esta borroso-

El chamán permaneció unos segundos en silencio y luego habló –Desde hace años, observo cambios en el comportamiento de los hombres. Todos habréis oído las viejas historias que hablan de los antiguos cazadores que seguían a las grandes manadas en tiempos en los que los inviernos eran mucho más largos y rigurosos, Yo he viajado mucho y he oído historias muy parecidas junto a los fuegos de otros hombres que viven en sitios muy lejanos, creo que esas historias son verdad y que igual que el mundo a cambiado desde esos tiempos antiguos, ahora mismo se están produciendo cambios importantes para la vida de los hombres. Kiri, el gran uro representa el espíritu de los bosques de los que tu clan vive desde hace muchas generaciones, tu has sido elegido por ese espíritu, para que conduzcas a los clanes de cazadores ante los cambios que se avecinan, Debes emprender un viaje. Cuando encuentres las cosas que has soñado, aprende de ellas y vuelve para contarme lo que has aprendido.

Tras despedirse, el anciano y el muchacho siguieron con sus quehaceres y los tres hombres y el perro iniciaron  presurosos el regreso, para que no les sorprendiera la noche lejos de su poblado.

Continuara…..

Dr Miriquituli.

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