La tradición nos dice de los antiguos griegos, que no
emprendían ninguna empresa importante sin antes consultar con el Oráculo de
Delfos. Viajaban desde todos los puntos de la Hélade y pasaban por caja en el
susodicho templo (Las predicciones del oráculo no eran ni mucho menos
gratuitas) Luego, fueran o no favorables
los augurios, generalmente hacían lo que tenían que hacer. Los griegos pese a
ser dominadores del comercio Mediterráneo y también temibles guerreros (Unos
más que otros), jamás fueron una gran potencia a nivel global, excepción hecha del
breve periodo en el que aquel relámpago discípulo de Aristóteles que fue
Alejandro y sus falanges, a punta de sarisa (Así se llamaban las largas picas
que usaba la infantería helenística) conquistaron el vasto imperio persa y
llegaron hasta las ignotas tierras de la India.
Los romanos también eran muy de augurios y de realizar
sacrificios previos antes de cualquier aventura bélica, política, comercial,
etc; llegando a ser tan importantes los puestos de sacerdotes y augures, que
eran copados con todo descaro por las distintas facciones políticas, siendo
esta práctica piedra de escándalo durante la mayor parte del tiempo que en el
que en Roma los dioses griegos fueron los preponderantes. Sonado fue el caso de
Marco Calpurnio Bíbulo, enemigo declarado de Julio Cesar que ocupaba el puesto
de augur y que consiguió declarar nefastos los días en que se reunía el Senado
para aprobar las reformas que Cesar y sus por aquel entonces socios en el
Primer Triunvirato, Pompeyo y Craso pretendían llevar a cabo.
Los españoles como pueblo Mediterráneo y por tanto herederos
de griegos y romanos, no podíamos ser menos y miles de años después también
recurrimos a la bendición de un nuevo oráculo que no es otro que el “oráculo de
la Zarzuela”.
La puesta en escena del Oráculo de la Zarzuela es diferente
a la de los antiguos oráculos. Ya no se presenta frente a la imagen de ningún
Dios, ni con vestiduras rituales en ningún bosque sagrado ni nada parecido; se
presenta en un suntuoso salón forrado de maderas nobles, bajo un magnífico
tapiz flamenco que representa una de las batallas del gran Alejandro Magno (No
me digan que no es un buen guiño a los viejos oráculos de la antigüedad) Unas
veces el augur Felipe VI espera a los peticionarios al pie del tapiz y otras,
son estos los que le esperan a él. En ambos formatos, augur y peticionarios
pasan después de la foto de rigor al sacta santorum del despacho de Felipe,
donde ofrecen a este su visión de la realidad política, para que este la desentrañe
y cuando haya eviscerado suficientes ofrendas de los peticionarios, a los que
se convoca primero en función de su menor importancia (¿Cortesía o mareo?) el rey-oráculo emita su augurio no vinculante.
Al igual que en los regímenes de la antigüedad, en España, los mandatarios dan
mucha importancia a la palabra del oráculo, pero este no está obligado a
recibir a los que cuestionan su autoridad y ¡Ay de aquel impío no quiera acudir
al oráculo o que proponga pacto alguno antes de que este se pronuncie!
Durante este periodo de consultas del rey-oráculo Felipe VI
a las diferentes formaciones políticas surgidas de las elecciones del 20-N, se
ha producido otro hecho “mágico” que no por repetido anualmente nos deja indiferentes,
es más, en Dr. Miriquituli somos fervientes seguidores de las previsiones de la
marmota Phill, esa que habita en un municipio de Estados Unidos de nombre
impronunciable, donde hace un frío del carajo. La cosa es que esta predicción
natural coincide en el tiempo con otras muchas: Las candelarias, San Blas y su
rico refranero, etc.
Bueno… pues el caso es que la marmota ha predicho la pronta
finalización de este invierno que no ha sido. En este caso lo que ha dicho el
peludo animal ya lo sabíamos todos. También sabíamos sin la mediación del
rey-oráculo Felipe VI, que aunque a trancas y barrancas, Pedro Sánchez era el
único que podía intentar formar gobierno con la actual composición del congreso
y con los escándalos de corrupción que siguen afectando al partido más votado y
todo esto sin reunirnos con Coalición Canaria ni con Izquierda Unida.
A la marmota la queremos por que somos amantes de la
naturaleza. También nos gusta el folclore y los tapices flamencos de los que
tenemos bastantes gracias a que los antepasados del rey-oráculo eran muy dados
a coleccionarlos, pero lo que no nos gusta nada es que nos tomen por gilipollas
¿Por qué este marear la perdiz? Si de verdad es tan necesario un gobierno para
España (Yo hay días que no lo tengo muy claro) ¿Por qué tanto plazo y tanta
coña marinera? A remangarse y al lío, eso si con luz y taquígrafos, por favor.
Ya saben los lectores de este blog que no somos muy partidarios de la monarquía
y desde luego darle semejante protagonismo a alguien que no ha hecho nada para
merecerlo por muy “tradición” que sea, yo es que no lo veo. Me podrán acusar de
charlatán y de dar pábulo a cosas tan rocambolescas como esto de la marmota,
pero es que el pobre bicho y sus antepasados no han hecho daño a nadie y sobre
todo… son gratuitos.
Que san felices a pesar del desgobierno (O a lo mejor... aprovechándose de él.)
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