viernes, 10 de octubre de 2014

IMÁGENES DEL OTOÑO


El otoño es pérdida, pero también es esplendor caduco de un verano que nos deja. Como oro viejo, nos regala sus últimos brillos antes de tornarse pardo y plata de escarcha en las madrugadas claras. En los últimos días he sido testigo de algunas estampas bellísimas y con el tosco pincel de la palabra me gustaría intentar retratarlas…

 

Imagen Primera. Las Golondrinas

 

Una ola lejana de nubes barre a las últimas golondrinas. Los ágiles pájaros, como peces en un mar que crece de espuma oscura, retroceden ante el avance implacable del gris. Las nubes momentáneamente se van y dejan paso a un sol templado, pero las golondrinas ya no están ahí. Volverán cuando del oro se empiece a retirar el rasgado velo gris. No quiero pensar en ello, ya para eso todavía queda una eternidad…

 

Imagen Segunda. El Imperio Hormiga

 

Desde los ojos del suelo millones de ojos más pequeños esperan que el gris barra hacia el Sur a las últimas atareadas golondrinas, entonces salen a miles ¡A millones! Las hormigas con alas, lentas y torpes en su vuelo, al fin están a salvo de los picos y las negras alas curvas. Las hormigas extienden su imperio implacable falto de imaginación. Categorización estricta, no hay individuos diferentes, objetivos comunes, es el Imperio Hormiga. Gordas gotas de lluvia revientan contra el suelo y tras la última demostración de fuerza, el Imperio Hormiga se retira a sus dominios subterráneos. Son gente piadosa estas hormigas y no quieren ofender a quien quiera que haya ahí arriba. Aún le quedan al Imperio Hormiga algunas escaramuzas que pelear antes de que el suelo de cristal fino cruja bajo mis botas…

 

Imagen Tercera. La Silla del Gigante.

 

Mirar desde lo alto de una montaña es como sentarse en la silla de un gigante. El velo gris de las nubes se extiende a mis pies brillando bajo la bola de oro del sol. Un ropaje verde de bosque cubre el cuerpo y las piernas del gigante que se hunden más abajo del velo gris luminoso. A lo lejos, sobre otra silla de gigante vacía, un grupo de buitres vuelan morosos dibujando amplios círculos. Creo que son buitres por que realmente no soy un gigante, si no sabría que realmente sólo son moscas…

 

Imagen Cuarta. El bosque.

 

Bajo la luz gris tamizada por las hojas, siguiendo una incierta senda que zigzaguea entre los árboles, desciendo por una empinada ladera alfombrada de verdes helechos. Algunos troncos caídos recuerdan viejas escaramuzas de los gigantes o quizá de las hormigas. De la tierra blanda surgen pequeñas flores delicadas de azafrán silvestre y hongos, hongos casi esféricos, como burbujas. Es como si el suelo del bosque burbujeara a un ritmo lento, como de gigante. Esa noche sueno que ando por el bosque y surgen a cientos las burbujas pardas de los hongos. En su interior encierran el oro y el gris que el bosque ha atrapado hace mucho tiempo bajo el suelo. A lo mejor al final va resultar que si soy un gigante…

 

Imagen Quinta. El Parque tras el Cristal.

 

Los antiguos castaños de indias del parque, comienzan a mudar su ropaje verde por uno de oro viejo. Llueve de manera implacable sobre la ciudad. Un gran número de hombres, hombres-hormiga, se afana en cosas sin importancia de esas que llenan el plato y pagan las facturas. Los hombres hormiga tienen un poco de hormiga y un poco de gigante, pero realmente no saben muy bien a que carta quedarse. Un hombre viejo mira al parque con sus ojos grises tras el cristal de una ventana. Apenas les dedica un vistazo fugaz a esos hombres-hormiga que bregan bajo la lluvia. Él, no hace mucho que fue uno de ellos. Un brazo se le secó por una enfermedad, como si se tratase de la rama seca de un árbol, como esos que ve desde detrás del cristal. Aunque seco, el brazo aún le duele. Se lo acaricia con la mano buena para darle algo de calor y mira de nuevo a los árboles del parque con sus ojos grises. El gris de se funde con el oro viejo de las hojas de los castaños en los ojos del anciano. Tal vez piense en el día, aún lejano, en que vuelvan las negras golondrinas empujando el velo gris que hoy cubre la esfera de oro del sol, o tal vez piense en otra cosa, más inmediata, más prosaica. Tal vez añore el tiempo en el que fue un hombre-hormiga…

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