El otoño es pérdida, pero también es esplendor caduco de un
verano que nos deja. Como oro viejo, nos regala sus últimos brillos antes de
tornarse pardo y plata de escarcha en las madrugadas claras. En los últimos
días he sido testigo de algunas estampas bellísimas y con el tosco pincel de la
palabra me gustaría intentar retratarlas…
Imagen Primera. Las Golondrinas
Una ola lejana de nubes barre a las últimas golondrinas. Los
ágiles pájaros, como peces en un mar que crece de espuma oscura, retroceden
ante el avance implacable del gris. Las nubes momentáneamente se van y dejan
paso a un sol templado, pero las golondrinas ya no están ahí. Volverán cuando
del oro se empiece a retirar el rasgado velo gris. No quiero pensar en ello, ya
para eso todavía queda una eternidad…
Imagen Segunda. El Imperio Hormiga
Desde los ojos del suelo millones de ojos más pequeños
esperan que el gris barra hacia el Sur a las últimas atareadas golondrinas,
entonces salen a miles ¡A millones! Las hormigas con alas, lentas y torpes en
su vuelo, al fin están a salvo de los picos y las negras alas curvas. Las
hormigas extienden su imperio implacable falto de imaginación. Categorización
estricta, no hay individuos diferentes, objetivos comunes, es el Imperio
Hormiga. Gordas gotas de lluvia revientan contra el suelo y tras la última demostración
de fuerza, el Imperio Hormiga se retira a sus dominios subterráneos. Son gente
piadosa estas hormigas y no quieren ofender a quien quiera que haya ahí arriba.
Aún le quedan al Imperio Hormiga algunas escaramuzas que pelear antes de que el
suelo de cristal fino cruja bajo mis botas…
Imagen Tercera. La Silla del Gigante.
Mirar desde lo alto de una montaña es como sentarse en la
silla de un gigante. El velo gris de las nubes se extiende a mis pies brillando
bajo la bola de oro del sol. Un ropaje verde de bosque cubre el cuerpo y las
piernas del gigante que se hunden más abajo del velo gris luminoso. A lo lejos,
sobre otra silla de gigante vacía, un grupo de buitres vuelan morosos dibujando
amplios círculos. Creo que son buitres por que realmente no soy un gigante, si
no sabría que realmente sólo son moscas…
Imagen Cuarta. El bosque.
Bajo la luz gris tamizada por las hojas, siguiendo una
incierta senda que zigzaguea entre los árboles, desciendo por una empinada
ladera alfombrada de verdes helechos. Algunos troncos caídos recuerdan viejas
escaramuzas de los gigantes o quizá de las hormigas. De la tierra blanda surgen
pequeñas flores delicadas de azafrán silvestre y hongos, hongos casi esféricos,
como burbujas. Es como si el suelo del bosque burbujeara a un ritmo lento, como
de gigante. Esa noche sueno que ando por el bosque y surgen a cientos las
burbujas pardas de los hongos. En su interior encierran el oro y el gris que el
bosque ha atrapado hace mucho tiempo bajo el suelo. A lo mejor al final va resultar
que si soy un gigante…
Imagen Quinta. El Parque tras el Cristal.
Los antiguos castaños de indias del parque, comienzan a mudar
su ropaje verde por uno de oro viejo. Llueve de manera implacable sobre la
ciudad. Un gran número de hombres, hombres-hormiga, se afana en cosas sin
importancia de esas que llenan el plato y pagan las facturas. Los hombres
hormiga tienen un poco de hormiga y un poco de gigante, pero realmente no saben
muy bien a que carta quedarse. Un hombre viejo mira al parque con sus ojos
grises tras el cristal de una ventana. Apenas les dedica un vistazo fugaz a
esos hombres-hormiga que bregan bajo la lluvia. Él, no hace mucho que fue uno
de ellos. Un brazo se le secó por una enfermedad, como si se tratase de la rama
seca de un árbol, como esos que ve desde detrás del cristal. Aunque seco, el
brazo aún le duele. Se lo acaricia con la mano buena para darle algo de calor y
mira de nuevo a los árboles del parque con sus ojos grises. El gris de se funde
con el oro viejo de las hojas de los castaños en los ojos del anciano. Tal vez
piense en el día, aún lejano, en que vuelvan las negras golondrinas empujando el
velo gris que hoy cubre la esfera de oro del sol, o tal vez piense en otra cosa,
más inmediata, más prosaica. Tal vez añore el tiempo en el que fue un
hombre-hormiga…
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