miércoles, 23 de octubre de 2013

12 DE OCTUBRE DÍA DE LA HISPANIDAD-DÍA DEL RENCOR


Hace ya unos añitos, cuando me casé, mi mujer y yo decidimos irnos de viaje de novios a México, concretamente a Cancún en la península del Yucatán, un sitio precioso que les recomiendo fervientemente. Buscando información sobre el destino que habíamos elegido, fui a la oficina de turismo que el país azteca tiene en Madrid. Me dieron varios folletos entre los que había uno con información general. Cito de memoria una frase que me llamó poderosamente la atención del susodicho folleto “México es un país, actualmente en vías de desarrollo. Las causas de nuestro atraso histórico son consecuencia de haber sido colonizados en el siglo XVI por España, la nación más atrasada de Europa, cuyos colonos destruyeron las ricas civilizaciones indígenas que entonces existían”  Esto así… ¡A calzón quitao! EN LA OFICINA  DE TURISMO DE MÉXICO DE MADRID.

 

En general tengo que decir que durante el viaje no me sentí incomodo ¡Faltaría más! Después de la pasta que me costó. Pero con todo el que hablé, la idea que subyacía sobre España “la madre patria” (Como la llamaban cuando querían sacarte algo, o sea casi siempre) es que los conquistadores habían venido a “llevarse la plata y a cogerse a las indias”

 

Los conquistadores españoles, como todos los conquistadores que en la historia han sido, conquistaron una tierra para quedarse con lo que les salió de los cojones, pero no fueron ni más malos ni más buenos que los anteriores ni que los que les precedieron. El genocidio de ciertos pueblos indígenas a causa principalmente de enfermedades venidas del viejo mundo y en menor medida por el trabajo en condiciones de esclavitud que los primeros colonos impusieron a los indios, es una realidad innegable, pero de ahí a ser los exclusivos culpables de los males que actualmente aquejan a América Latina…

 

El ser humano como especie es intrínsecamente malo, aquí y allá. Por eso hablar de una superioridad moral de unos pueblos o unas civilizaciones sobre otras es una falacia.

 

La Península Ibérica fue conquistada y colonizada desde la antigüedad y a nadie se le ocurre tratar a los cartagineses, los romanos o los árabes de asesinos  genocidas, cuando en muchos casos también lo fueron. A Octavio Augusto se le recuerda por haber dado su nombre a un mes del calendario y a Marco Agripa, su lugarteniente, por el bello panteón que en Roma lleva su nombre. A ninguno de los dos se les recuerda por haber masacrado a los cántabros y los astures, sometiendo después a la esclavitud a los pocos que sobrevivieron a la matanza. Pero que quieren que les diga… Spain is diferent. Nuestros peores enemigos siempre hemos sido nosotros mismos. Siguiendo con el Imperio Romano, cuando Roma finalmente se puso a la faena de conquistar Numancia, el símbolo de la resistencia hispana al imperialismo romano, rodeó la ciudad con cincuenta mil hombres de los cuales sólo cinco mil eran romanos. Adivina adivinanza ¿De donde eran los otros cuarenta y cinco mil? Pues si acertaron, eran hispanos. Roma no era la principal potencia militar de su época, lo era de largo la Península Ibérica. Éramos la primera potencia mundial en joder al prójimo, pero como casi siempre equivocábamos los objetivos, cosa que los inteligentes romanos supieron aprovechar para con tropas hispanas hacerse con un enorme imperio colonial.

 

Para entender el porque de la expansión hispano-portuguesa de los siglos XV y XVI hay que conocer los antecedentes: La reconquista cristiana dio lugar al nacimiento de estados militarizados que al agotar sus objetivos peninsulares, buscaron nuevas tierras que conquistar en el exterior. La propiedad de la tierra estaba en manos de unos pocos y los privilegios de asociaciones como la Mesta castellana, a la que se concedieron derechos de pasto preferentes sobre numerosas tierras cultivables, dejaban nutridos contingentes de campesinos sin tierra dispuestos a emigrar en busca de unas mejores condiciones de vida. A la postre, la emigración de  todas estas personas y la consiguiente despoblación de amplias zonas, sobre todo de las dos mesetas, fue una pesada losa para el desarrollo económico de España en los siglos posteriores.

 

En Centro América y América del Sur, el componente étnico predominante es el mestizo. Los que reniegan de su pasado español simplemente están renegando de los que, malos o buenos fueron una parte de sus antepasados. Menos coherente aún es la postura de algunos sudamericanos de los países del Cono Sur, descendientes casi exclusivamente de europeos y que hablan pestes de sus antepasados hispanos. Los mismos descendientes de aquellos criollos que en el siglo XIX, bastantes años después de su independencia, se pasaron por la piedra a los últimos indios que les quedaban, en un movimiento colonizador equiparable y contemporáneo al exterminio de los indios norteamericanos por los Estados Unidos tras su guerra civil.

 

La colonización de América Latina se hizo con los recursos del reino Castilla, el más poblado y rico de entonces. Ese “castellanocentrismo” es uno de los motivos por los que una parte de los españoles actuales no consideran el descubrimiento como una empresa común. A este rechazo “territorial”, en los últimos tiempos hay que sumar un rechazo ideológico por parte de un sector de la izquierda al que todo lo que le suene al viejo slogan franquista de “Una Grande y Libre” le produce salpullido. Es verdad que el nacionalismo español más rancio, incorporaba o incorpora, el imperio español como concepto central de su ideario, pero su imperio es un imperio en blanco y negro, un imperio de cartón piedra que nunca analizó causas y consecuencias y que tan solo pone el foco en las gestas, contando la historia, como si de un cómic color sepia del Guerrero del Antifaz se tratase. Lo que no tiene en cuenta esa izquierda exquisita que se la coge con papel de fumar, es el mutuo enriquecimiento que la unión de dos civilizaciones milenarias supuso, tanto para España como para Latinoamérica. Somos lo que somos aunque algunos traten de repudiar el pasado, tomando en consideración solamente los hechos negativos del mismo.  

 

Por último, uno de los motivos claves del desencuentro, fue la desastrosa descolonización del Nuevo Mundo. Es difícil hacer algo tan mal. Tras la invasión napoleónica, a uno de los peores reyes de España le sucedió Fernando VII, un rey peor aún que su padre. Las Cortes de Cádiz durante el asedio de la ciudad se hicieron eco de lo que hombres juiciosos como los marinos Malaspina y José de Bustamante habían visto de primera mano en su célebre viaje científico y que no era otra cosa que el profundo descontento hacia las autoridades coloniales expresado por los criollos, una clase en auge que una vez tras otra se veía excluida de los cargos principales del gobierno colonial por las autoridades de la metrópoli. La Constitución de Cádiz de 1812, la que nada más llegar Fernando VII al trono derogó, otorgaba a las colonias una amplísima autonomía que hubiese desembocado en una independencia de todas las colonias de la Sudamérica española en conjunto. Esto hubiera sido mucho menos traumático y quizás, sólo quizás, las colonias desde México a la Tierra del Fuego hubieran permanecido unidas en unos Estados Unidos de Sudamérica capaces de hacer frente a la rapacidad de ingleses y franceses primero y de los norteamericanos más tarde.

 

No sirve de nada lamentarse de lo que pudo ser y no fue. Hemos de mirar al futuro con optimismo. Lentamente los países de la América Hispana van alcanzando cada vez mayores cotas de desarrollo y prosperidad. Muy pronto si no lo es ya, Estados Unidos será el mayor país hispano del mundo. La minoría más numerosa en el país más poderoso del mundo es la hispana, con una influencia aún pequeña pero que va en aumento. Es posible que lo que en el pasado no consiguieron las guerras y la política, en el presente llegue a conseguirlo la demografía.

 

En cuanto a España… deberíamos de saber en que sitio estamos. Probablemente ha llegado el momento de que las antiguas colonias sean ahora la metrópoli. Pero sobre todo, para que no nos pase como les ocurrió en el pasado a los sudamericanos, DEBEMOS DE PERMANECER UNIDOS, de la manera que sea, al precio que sea u otros vendrán de fuera (Ya lo están haciendo ante la impasibilidad de unos gobernantes corruptos y cómplices)  y se llevaran todo lo que de valor nos quede, sumiéndonos en la pobreza.



Dr Miriquituli.

 

2 comentarios:

  1. Querido Doctor...Ha dado con la Receta idónea. Para tanta desidia y pasividad en el Mundo Hispano.

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  2. Muchas gracias María ¡Que más quisiera yo!

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