domingo, 28 de abril de 2013

ESCRACHE


 

Recientemente se ha producido el aniversario de la proclamación de la Segunda República. Para conmemorar este hecho, algunas plataformas y partidos de izquierda han convocado marchas y actos, los cuales no han tenido demasiado seguimiento, ni tampoco mucha repercusión mediática.

 

Algunos comparan los acontecimientos que se están produciendo en estos tiempos, con la situación de 1936 previa a la guerra civil. Sin restarle gravedad a la situación actual, creo que estamos a años a años luz de la de entonces. En 1936, más de un 50% de la población era analfabeta. La miseria, el hambre y unas abismales diferencias sociales entre ricos y pobres creaban un clima de conflictividad social en el que la rivalidad política de entonces terminaba frecuentemente en “paseos” hasta la valla más próxima donde se cepillaban al rival político de turno. Esto lo hacían tanto pistoleros de derechas como pistoleros de izquierdas.

 

Pese a contar con políticos de gran valía y preparación, la joven república española fracasó. El gran error de la Segunda Republica fue no meter en vereda a todos aquellos extremistas, que amparándose en el sistema democrático, poco a poco lo fueron socavando. Tanto durante los periodos en los que mandó la izquierda, como durante el bienio conservador, el pistolerismo político estaba a la orden del día por parte de comunistas, anarquistas, monárquicos, falangistas, etc.

 

Cuando abdicó Alfonso XIII, tras perder estrepitosamente unas elecciones municipales en las principales ciudades, los únicos sitios donde el voto era realmente libre, pidió apoyo al General Sanjurjo, el mismo que antes del golpe del 18 de julio intentó por su cuenta dar un golpe de estado. Pues bien, Sanjurjo le dijo al rey que lo mejor que podía hacer era “Marcharse del país antes de 24 horas” Con esto quiero decir, que incluso algunos de los que posteriormente fueron feroces enemigos de la república, al principio no estaban predispuestos en su contra.

 

¡En fin! No sirve de nada pensar en como pudieron haber sido las cosas y no fueron. Tampoco hay que pensar en una Guerra Civil de buenos y malos, como ahora se nos quiere vender. Todo esto, sin restar un ápice de crueldad a la represión franquista y el alargamiento innecesario del conflicto por parte del dictador, con el fin de eliminar a sus enemigos políticos en los dos bandos. Franco fusiló a unas 200.000 personas después de la guerra. En la zona republicana se calculan en 20.000 los represaliados. Pero ¿Como hubiera sido la represión tras un hipotético triunfo de las armas republicanas? Téngase en cuenta que la república tenía en la Unión Soviética a su principal y único aliado y muchos de los militares republicanos, recibían ordenes directas de Stalin, cuantitativamente, el mayor genocida de la historia.

 

Últimamente ha aparecido en nuestro vocabulario la palabra “escrache”, un término acuñado en Argentina durante el corralito. Básicamente consiste en llevar una protesta ciudadana hasta la puerta de la casa de un particular, banquero o representante político, al que se responsabiliza de una determinada injusticia social.

 

La plataforma anti-desahucios, dirigida por esa nueva santa Juana de Arco del santoral de la izquierda, la mediática Ada Collau, primero empezó impidiendo que se llevaran a cabo desahucios por parte de los jueces y las fuerzas de orden público. Estas actuaciones, en general han contado con el apoyo y la simpatía de la gente. Quien más quien menos, todos somos víctimas de los bancos y cualquier persona de bien forzosamente se solidariza con quien tras pasar una mala racha, pierde su techo y

encima contrae una deuda que ni en diez vidas será capaz de pagar.

 

Hasta ahí todo bien, pero la susodicha plataforma ha ido un paso más allá. Con el apoyo expreso de IU y la justificación del PSOE. Con este último partido, se produjeron más de setenta mil desahucios en su último mandato. La plataforma ha empezado a presentarse en domicilios particulares de cargos políticos del PP, para expresar de forma más o menos pacífica su protesta. Tengo que decir, que la razón está de parte de estas plataformas, por más que los medios de comunicación afines al gobierno denuncien, que están dirigidas por PSOE-IU. Pero dada mi naturaleza pacifica, esto me inquieta y me provoca rechazo. Espero que al amparo de estas protestas no se ejerza ningún tipo de violencia por parte de elementos exaltados que desgraciadamente encuentran un caldo de cultivo adecuado en la deriva populista y demagógica de nuestra política nacional.

 

Dado el creciente desprestigio que en los últimos tiempos viene sufriendo la institución monárquica, por las dañinas y poco ejemplares actividades de los miembros de la familia real, cada día aumenta en España el número de personas que se declaran republicanas. Esta tendencia, igual que la lucha contra los desahucios, la quiere patrimonializar la extrema izquierda de ahí el fracaso de las ultimas convocatorias de protesta, como la llamada “Asedia el Congreso” una especie de mega escrache que como era previsible, se ha ido de las manos, produciéndose los ya inevitables actos de violencia en los que acaban siempre las susodichas protestas.

 

No crean que los escraches son patrimonio exclusivo de la extrema izquierda. La extrema derecha también ha hecho sus pinitos en este campo. Recuérdense las pitadas al anterior presidente de gobierno en cada acto público al que asistía, la politización de las victimas del terrorismo o los asedios por parte de asociaciones católicas a clínicas de interrupción del embarazo.

 

En fin, no se si será esta primavera que de repente se ha tornado invierno o que, pero el caso es que no veo una solución para salir de este circulo vicioso y para colmo de males, las peores previsiones se han cumplido ¡MÁS DE 6 MILLONES DE PARADOS!

 

Tal vez ha llegado el momento de plantearse una revolución…. Cuando digo revolución no estoy hablando de salir a la calle a quemar contenedores. Hablo de pensar de una manera diferente. De darle la espalda a este sistema consumista que crea tantísimas desigualdades y tanta infelicidad entre los que no alcanzan un “éxito” que consiste en acumular más y más cosas poco importantes a cambio de lo único que a ciencia cierta tenemos, nuestro tiempo, un capital del que ni siquiera conocemos su cuantía.

 

Dr Miriquituli

 

 

 

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