Desde el siglo XVIII
una populosa corrala habitada por unas noventa familias de madrileños de
clase modesta se erigía amenazando ruina en lo que hoy es el comienzo de la
calle del Barquillo. Al extenso catálogo humano que ocupaba el inmueble, había
que añadir al parecer, varios talleres de herrería con cuyos titulares los que
los caseros se las teñían tiesas, ya que según se cuenta los herreros eran de
natural beodo e inquilinos tendentes a la morosidad.
En el siglo XIX, a la conflictividad permanente del
vecindario, donde cada dos por tres tenían que acudir las fuerzas del orden a
sofocar altercados o a desalojar inquilinos indeseables se sumó la disputa que
los descendientes de los propietarios, dos hermanos que por indefiniciones
testamentarias se disputaban la propiedad del inmueble.
A uno de los herederos en disputa que se llamaba Roque, su
hermano, cuyo nombre no viene al caso, le interpelaba con mucha frecuencia y de manera airada al grito de “¡Tócame a mí
Roque!” grito que para cachondeo de los habitantes de la Villa y Corte se
interpretó, no como un “tócame” de corresponder la propiedad, si no en el
sentido de tocar /palpar con intenciones libidinosas. Tan popular se hizo el
grito, que a la casa se la acabó conociendo como la casa de “Tócame Roque”
He leído por ahí que las numerosas anécdotas sucedidas en la
casa dieron para varios sainetes y creo que fueron inspiración para alguna
zarzuela. El mismísimo Galdós la menciona en sus Episodios Nacionales, en aquel
episodio en el que Napoleón Bonaparte entró en Madrid por Chamartín vencedor
tras la batalla de Somosierra.
Tanto se llegó a
deteriorar la situación, que las autoridades decidieron demoler la
corrala en 1850. Al intentar desalojarla, según cuenta la tradición, se produjo
un motín que derivó en una auténtica batalla campal. La Casa de Tócame Roque
desaparecía como había existido, con mucho ruido.
Al final, la expresión castiza “esto es la Casa de Tócame
Roque” a quedado para referirse a algo que es una anarquía, un descontrol, un
lugar donde cada uno hace lo que quiere sin respeto ni preocupación por las
consecuencias que en los demás pueda tener esta manera de actuar.
En la Carrera de San Jerónimo, no demasiado lejos de donde
se encontraba la vieja corrala, existe un edificio coetáneo que tiene todas las
papeletas para convertirse (A lo peor lo es ya) en la nueva Casa de Tócame
Roque y que no es otro que el congreso de los diputados.
Tras las elecciones del 20 N ¡Vaya fecha! ¿Verdad? La misma
en la que fue fusilado José Antonio Primo de Rivera y el general Franco decidió
apropiarse de su figura (Con el personaje real tenía poca o ninguna
afinidad) para en dicha fecha, darse
baños de multitudes con sus incondicionales y con otros que no lo eran tanto,
pero que iban obligados o por los bocatas que repartían. Hablo de unos tiempos
que sueron duros de verdad…
Los resultados de este 20 N son de todos sabidos:
El PP con sus peores números desde hace muchos años, es la
lista más votada pero sin mayoría absoluta. El PSOE con un resultado igual de
malo, salva aparentemente los muebles de partido “líder” de la oposición.
Podemos irrumpe con fuerza en el parlamento, quedándose a pocos votos del PSOE
a quién habría superado seguramente si se hubiera consumado su unión con IU, el
principal actor perjudicado por la actual ley electoral. Ciudadanos, tras una
mala campaña electoral se sitúa en cuarta posición, defraudando en parte las
expectativas depositadas en este nuevo partido. El resto, los de siempre, los
partidos nacionalistas, esta vez con una abultada ventaja en Cataluña de
Esquerra Republicana sobre el Partido de Artur Mas que se pega un batacazo de
padre y muy señor mío.
A priori parece que esta corrala como la otra, también es
ingobernable. Vamos a acercar una lupa al párrafo anterior y tratar de analizar
partido a partido (Partidos políticos, que no partidos futbolísticos… yo no
soy el Cholo Simeone, por mucho que admire el carácter competitivo del mister
del equipo de la otra orilla del Manzanares).
El PP sigue siendo la opción “más vale lo malo conocido…”
para un gran número de votantes. Una recuperación económica aún por concretar,
no ha podido contrarrestar los muchos escándalos de corrupción en los que el
partido se ha visto envuelto y en cuya lucha ha trasmitido una imagen de
absoluta inoperancia cuando no de barrer la mierda debajo de la alfombra. Aparentemente
están aislados y no tienen con quien pactar, pero si en tiempos hablaban
catalán “en la intimidad” quien sabe si por seguir en el machito estos no son
capaces de hablar perroflaútico o susanodíaz o que se yo… En cualquier caso,
ante unas hipotéticas nuevas elecciones, lo más probable sería que consiguieran
aglutinar todo el voto conservador que se les ha escapado en estos comicios y
por tanto un mayor número de escaños que los actuales. Está por ver que con
todo y con eso pudieran gobernar.
El PSOE tras su lavado de cara con nuevo líder de buen ver
¿Ha conseguido frenar su caída libre? No se sabe. Lo que si se sabe es que
numerosos perros de presa, propios y extraños, muerden los tobillos de Pedro
Sánchez este señor con tan buena percha. Al bueno de Pedro, no le queda otra
carta que jugar que la de la huida hacia delante. La “gran coalición” no parece
una opción aceptable, si no más bien un tiro en el pie de Pedro Sánchez y del propio
partido. La jugada es liderar la izquierda, pero… ¿Sigue siendo el PSOE un
partido de izquierdas? Sus votantes quieren seguir creyéndolo. Ahora sólo falta
que el resto de la izquierda se deje liderar…
Podemos, esa formación variopinta liderada por el
carismático Pablo Iglesias ha conseguido capitalizar el voto indignado con el
anterior statu quo partitocrático. Voto justiciero diría yo… y es que
seguramente muchos de los que han votado a este partido no comparten muchas de
las ideas de la formación morada pero ven en Podemos, quizá a los únicos
capaces de vengarles por lo putas que unos pocos (Con nombres y apellidos) nos
las han hecho pasar durante la crisis/saqueo de la que aún luchamos por salir.
De momento su éxito electoral es indiscutible. Podemos, ha fagocitado IU, partido en el que hasta hace
no mucho militaban sus principales líderes. Ahora, cautivo y desarmado, al
mediático Alberto Garzón no le va a quedar más remedio que entregar su millón
de votos a Pablo Iglesias. Cosa esta que no es moco de pavo, ya que con los
votos de IU, Podemos superaría en porcentaje de voto al PSOE. Si a alguien virtualmente no le interesa
llegar a un acuerdo es a estos de Podemos, ya que muy posiblemente saldrían muy beneficiados
caso de tener que repetirse las elecciones.
Ciudadanos, el partido de Abert Rivera, tras su gran éxito
en las elecciones catalanas era la gran esperanza blanca de los votantes de
centro, pero una mala campaña electoral con sonoras metidas de pata y cierta indefinición
en cuanto a su futura política de pactos han desinflado las expectativas de
obtener un gran resultado que este partido tenía antes de las elecciones.
Albert Ribera ahora sueña con participar en eso que se ha dado en llamar la
Gran Coalición junto con el PP y el PSOE, algo que sin duda le daría un valioso
altavoz público durante los próximos cuatro años y le otorgaría el marchamo de
“hombre de estado” que tanto desea. El intentar no mojarse mucho esta vez no
les ha salido bien y la indefinición ideológica de los de Rivera, queriendo
pescar a izquierda y derecha del centro, ha acabado decidiendo a sus posibles
votantes por los partidos ya consolidados. Quizá si hubieran apelado a la
venganza como sus antecesores de UP y D les habría ido algo mejor…
Por último, los partidos nacionalistas catalanes y vascos,
que gracias a la ley electoral vigente, cuentan con un peso en el parlamento
mucho mayor que el porcentaje de votantes a los que representan. En Cataluña,
Convergencia y Unió ha perdido muchos votos a favor de Esquerra Republicana, pero
la política parlamentaria de estos grupos se llamen como se llamen básicamente
es la misma “¿Qué hay de lo mío?” agravado ahora mismo por el órdago a la
grande del nacionalismo Catalán que supone a priori un serio handicap a la hora
de pactar con estos partidos para cualquier partido “de estado”.
Este es el panorama político que se nos presenta tras la
vuelta de las fiestas de Navidad. Un chocho de dimensiones antológicas en el
que sinceramente, no creo que haya nadie capaz de decir quien nos va a gobernar
en los próximos cuatro años.
Cada poco, surgen expresiones en la jerga
político-periodística que hacen fortuna, algunas de un melodramatismo
gilipollesco que no hay por donde cogerlo. Como es el caso de “las líneas
rojas”. Líneas rojas para que España no se rompa, la línea roja de no pactar
con fulanito o menganito, la línea roja de no cambiar la Constitución… excusas
y más excusas para no acabar de una puñetera vez con los bandos y el arrimar el
ascua a la sardina propia. España no se rompe así como así, a no ser que no se
afronten los problemas cara a cara. Si en Cataluña o en Euscadi se plantea la
independencia del resto del estado ¿No será mejor coger el toro por los
cuernos? Lo que no se puede hacer es mirar para otro lado y dejar que Artur Mas
y Oriol Junqueras te organicen un referéndum y planteen unas elecciones en
clave plebiscitaria. Un político como Díos manda debería liderar este proceso, marcar límites y no esconderse detrás de constituciones "sacrosantas" (Que no digo yo que en su día no valiesen, pero que en muchos aspectos hoy son papel mojado)
Todo esto de “las líneas rojas” me suena a que los que hasta ahora nos han
gobernado, están esperando que está tormenta escampe para seguir pactando
privilegios y prebendas con los caciques autonómicos y seguir a los chanchullos que les mandan los grupos económicos a los que en realidad representan. Si, los caciques autonómicos, los mismos que
hoy plantean procesos independentistas, que en mi opinión son más impostados que
reales.
Otra cosa que no veo ni de cerca ni de lejos es la ley
electoral que marca el reparto de los escaños. Los votos valen más si se vota
mucho a un partido en una zona o en determinados lugares con poca población,
donde los votantes en su mayoría personas mayores suelen votar a los partidos “institucionales”
antes al PSOE y en los últimos tiempos al PP. ¿Por qué los votos de unos
españoles valen más que los de otros? Sinceramente, creo que todo esto no son más
que triquinuelas destinadas a perpetuar: el bipartidismo, el caciquismo
autonómico, las diputaciones provinciales, el parlamento bicameral y una
estructura de estado que absorbe unos recursos ingentes que el erario público
no se puede permitir.
En el caso de la corrala de la calle del Barquillo, fueron
las autoridades, las que ante los escándalos y desafueros de los vecinos decidieron
demoler el edificio. En el caso de la Casa de Tócame Roque de la Carrera de San
Jerónimo los vecinos molestos no son otros que las propias autoridades. Bueno, en
teoría la autoridad reside en el pueblo, aunque este hombre del pueblo, ya tiene
unos años para saber que siempre las trampas han primado sobre las leyes, pero
guarda escondida una esperanza humilde (Que como en el tango, es “toda la
fortuna de mi corazón”) de que al final las cosas acaben yendo a su cauce y se
consiga un acuerdo amplio… hasta con los que llevan décadas robándonos la
cartera. (Eso si para avanzar en la convivencia, la prosperidad y el bien común,
no para seguir robándonos como hasta ahora) Yo creo que esta Casa de Tócame
Roque en la que se ha acabado convirtiendo este antiguo país, tiene aún arreglo
y si los inquilinos viejos y nuevos de la corrala de la Carrera de San Jerónimo arriman el
hombro, no será necesario demolerla.
¿Ojalá que tengamos todos un 2016 un poquito mejor de lo que fue el
2015!
Dr Miriquituli.
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