Seguramente San Valentín es como el resto de fechas
comerciales, un invento de los grandes almacenes para fomentar ese consumismo
tan pernicioso que nos domina. Dicho esto, usted lector inteligente, puede
pensar varias cosas al respecto de lo antes expuesto:
-El doctor es un descastado que no quiere a nadie.
-¡Pobre diablo! No le quiere nadie y mañana es San Valentín.
-El doctor Miriquituli es un rata y lo que quiere es
ahorrarse un regalo.
-Este tipo es un pelagatos y ni para un regalo de San
Valentín tiene.
Puede que no les falte razón (En algunos extremos más que en
otros) La vida esta muy mal. El tiempo y la rutina acaban con el romanticismo,
pero como dijo Ovidio en su Arts Amantoria “El amor es militancia” y yo llevo ya muchos
años de mili en esta guerra diaria que es el amor y la convivencia. Al hilo de
las palabras del romano poeta, siempre quise que alguien me preguntara: ¿Quién
te enseñó a amar? para poder contestar: Ovidio me enseñó y a continuación hacer
el siguiente chiste: Aprendí con los “vidios”, luego con los DVD y en la
actualidad con internet. De Rocco Sifredi apendí cada truco…
Lo cierto es que hace ya una pila de años (Ya entonces no
era ningún niño, lo que les puede dar una idea de mi actual estado de senectud)
conocí a una chavala que vestía una blusa a rayas cerrada por una cremallera.
Lo primero que pensé fue: como me gustaría bajar esa cremallera y comerme esos
dos pedazos de melones. Luego al conocer al ser humano cuyos generosos senos
envolvía la blusa a rayas, me di cuenta de una cosa: Era buena gente. Buena
gente… tal vez esta pueda parecer una cuestión baladí, pero en absoluto lo es.
Bondadosa, familiar, amiga de sus amigos, una persona constructiva que luchó y
sigue luchando por un proyecto de vida en común.
Puedo decir sin empacho alguno, que los años que he pasado
al lado de la chica de la blusa a rayas han sido los mejores de mi vida. Con
ella tuve una hija que es la fuente de casi todas mis alegrías y también de mis
desvelos. Por ellas sigo levantándome todas las mañanas para enfrentarme con el
enemigo más duro al que cualquier ser humano se puede enfrentar y que no es
otro que uno mismo.
Con la edad se adquieren vicios tales como regañar y pasar
el aspirador en exceso. Esto último mantiene a raya el polvo formado por los millones
de trocitos de cosas que se desprenden inexorablemente de lo sólido, pero en contrapartida, este alarde higiénico suele hacer que se descuide el otro polvo, el que con su
acumulación hace que los engranajes de una relación no rueden con la suavidad
que deberían.
Como habrán deducido, esta vez tampoco pienso regalar nada y
me reitero en que todas estas celebraciones a lo único que incitan es a un
consumo insensato. No creo que el amor deba medirse por la cuantía de los
regalos, es más, creo que el amor no puede medirse; o se ama o no se ama… Lo
que si me parece es que San Valentín, a pesar de los pesares, es una ocasión
tan buena como cualquier otra para que si amas, aproveches y se lo digas a la
persona amada, te corresponda o no.
BEGOÑA TE AMO, FELIZ DÍA DE SAN VALENTÍN.
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