Tengo 46 años, no pillo y no consigo mantener a raya los
michelines. Nunca he sido un guayabito pero es que ahora parezco el primo
deforme del jorobado de Notre Dame. De asuntos económicos, mejor no hablamos.
En el compartimiento de los billetes de mi cartera, desde hace tiempo llevo una
hoja de laurel, por que me han dicho que multiplica el dinero. Tengo que decir
que funciona (0 billetes x hoja de laurel = 0) Las matemáticas nunca mienten.
Yo como muchos compatriotas de mi generación, empezamos a
necesitar una garrota para seguir adelante. Una garrota anímica más que una
garrota de palo. No hay nada peor que acostumbrarse a lo bueno y luego perderlo
y no duden, si no lo han perdido ya, que vamos a perder una gran parte de lo
ganado.
Somos tejido adiposo de una sociedad que cada día tiene
menos músculo. El músculo social es la juventud, cada día más escasa y
atontolinada por la televisión y el consumismo.
No se que cretino creyó que era bueno acabar con la
selección natural y dar una oportunidad a cualquier ser humano por muy tirillas
físico o moral que este fuese. Si al menos alguien hubiese inventado antes la
droga perfecta, como ese soma del “Mundo Feliz” de Aldous Huxley (¡Mira! Ahí
tienen tajo nuestros investigadores, en vez de de inventar coches que andan
solos, curar el sida y otras chorradas que no interesan)
Por cierto ¿Cómo han visto a la selección? A mi me parece
que le falta algo y no lo achaco a que Vicente del Bosque (Un tío cojonudo) no
haya alineado un nueve. Para mí que les falta hambre (Como la que le sobra a
esa fuerza de la naturaleza que se llama Rafa Nadal) ¡Yo que se! Habrá que
concederles el beneficio de la duda, aunque el peinado de Sergio Ramos me causa
mucho desasosiego.
Hace unas semanas me fui ha comprar un traje de neopreno a
mi tienda de buceo de toda la vida (No conocí a nadie) El traje que tengo ya
cumplió y además no hay cojones a cerrar la cremallera del mismo conmigo dentro
(Vamos, que estoy hecho un lechón, quiero decir) Resulta que ya no se fabrican
los tradicionales trajes de buceo de 2 piezas, ahora son unos monos
semi-estancos con una cremallera detrás muy poco práctica para poder equiparse
uno solo. No me resigno, voy a seguir buscando un traje que me permita continuar
con mis cada vez más escasas actividades subacuáticas. Ahora se como debió de
sentirse el buzo de casco y botas de plomo cuando descubrió que había sido
sustituido por el hombre rana.
Siguiendo con este asunto del buceo, he oído que
se quiere reactivar en la costa el turismo de sol y golf. Hay megaproyectos
para urbanizar algunos de los pocos lugares vírgenes que van quedando en el
litoral español. Uno en Mallorca, otro en Tarifa y uno que a mi me aterra especialmente,
por que afecta al álbum de fotos de mis recuerdos, un gran proyecto urbanístico
en el cabo Cope de Águilas provincia de
Murcia. Hace más de 20 años yo buceaba muy a menudo en aquellas aguas
cristalinas. Salíamos desde Calabardina, una pedanía de Águilas al Sur del cabo
Cope. Allí nos daba infraestructura para la practica de este deporte, Diego ¡Un
tío grande! Pese a no medir más de 1,60. El diego era un hombre de origen muy
humilde, familia de pescadores y que todo lo que había conseguido en la vida se
lo había dado la mar. Este hombre no cuidaba el entorno, lo mimaba. Normalmente
llevaba a bucear a un lugar hermoso como un jardín en mayo, la Cueva de la
Virgen. Esta cueva submarina debía su nombre a una mocheta de hormigón con un
mosaico que representaba a la Virgen María con el Niño Jesús y que años antes
alguien había puesto en aquella oquedad.
Una semana en invierno, me pude escapar de la ciudad y
estuve buceando con Diego a diario. No soy creyente, pero si alguna oración es
capaz de llegar a Dios/Los Dioses y conmoverlos esa era la de Diego. Se ponía
de rodillas ante la Virgen y con un estropajo limpiaba concienzudamente el
bloque y los azulejos, que siempre lucían impecables, una cosa muy difícil ya
que la mar no descansa nunca y cualquier superficie es colonizada por multitud
de organismos en muy poco tiempo. Hace por lo menos 15 años que no veo a ese
hombre y que no voy por aquel sitio. No se si él seguirá cuidando de la virgen
de la cueva o alguien lo hace en su lugar. Tengo noticias de que los
alrededores han sido urbanizados masivamente, pero cabo Cope permanece aún como
en mis recuerdos.
Por favor, que alguien impida que se carguen lo poco que
queda de la costa. El anterior destrozo que se hizo, ya ven para lo que ha
servido y la arena blanca, la mar cristalina y una puesta de sol desde cualquiera de estas últimas joyas de
nuestro litoral que ahora se quieren poner en almoneda, son algo de lo que no
podemos privar a las generaciones venideras por muy mal que estén las cosas.
Doctor Miriquituli.
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